-El libro tiene una primera parte donde describís las causas históricas que conformaron la idiosincrasia de los cordobeses que explican de alguna manera el modelo de gestión del peronismo de esa provincia, desde los jesuitas.
Federico Zapata describe en el libro "Los muchachos cordobeses" las condiciones históricas y sociales sobre las que se construyó el exitoso peronismo mediterráneo bajo el liderazgo de José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, sus características constitutivas y su organización política, que le han permitido gobernar la provincia desde 1999.
-El libro tiene una primera parte donde describís las causas históricas que conformaron la idiosincrasia de los cordobeses que explican de alguna manera el modelo de gestión del peronismo de esa provincia, desde los jesuitas.
-La experiencia de los jesuitas está grabado en el carácter cordobés por dos razones. En primer lugar, porque son como la piedra fundacional de la provincia. Córdoba fue antes una universidad que una provincia y eso se lo deben a los jesuitas. Por eso en el cordobés hay una valoración muy fuerte del conocimiento y de la educación. Y, en segundo lugar, porque los jesuitas armaron como una especie de protestantismo al interior del catolicismo. Es una religión muy militante de sus creencias que plantea con fuerza la cuestión del contrapoder. Eso en Córdoba es permanente y el peronismo es parte de una saga histórica de contestación al poder nacional cuando es vislumbrado de una manera injusta.
- Hay también una fuerte influencia de la época de las luchas de unitarios y federales.
-La experiencia de Juan Bautista Bustos es lo que llamo la segunda capa geológica de esa identidad mediterránea. Bustos fue el primer gobernador constitucional de la provincia y, a diferencia de los gobernadores federales de la época, instaura una especie de federalismo republicano. En su gobernación no existieron ni mazorcas, ni hubo un régimen de terror. Él sella un poco la idea del federalismo republicano que es central en el armado de lo que va a ser el peronismo de Córdoba a partir de la renovación del 83.
- El otro hecho decisivo es el proceso inmigratorio.
- Es lo que denomino el ethos garibaldino, que es el grueso de la inmigración piamontesa que ingresan a fines del siglo XIX desde Santa Fe y se instala en el centro sur de la provincia que estaba en ese momento prácticamente despoblada. Ese ethos se va transformando en dominante y tiene, entre otros componentes, una abnegación muy fuerte hacia el trabajo, el ahorro, una cultura practicista que desconfía de la realidad teórica, que todo saber lo juzga en función de las aplicaciones prácticas, con una fuerte orientación hacia el cooperativismo y el asociativismo, con una idea de poder republicano limitado, donde la centralidad está en la sociedad civil y no en el Estado.
- De allí viene Amadeo Sabattini.
-Que fue un gobernador radical muy importante, es el que politiza esta especie de democracia de los farmers que fundan los colonos, sobre todo a la idea de la isla democrática, de que Córdoba, aún a pesar de tiempos oscuros nacionales, tiene que ser siempre un faro de proyección democrática. Sabattini gobierna la década del 30 en contramano de la década infame y le da un fuerte impulso a una gestión que defino como protodesarrollista. Antes de Sabattini tuvimos una experiencia media rara con una especie de conservadurismo progresista que tiene como emblema a Ramón Cárcano que también fue influyente.
- ¿Cómo se armó el peronismo cordobés para gobernar una provincia antiperonista?
-No sé si es antiperonista pero seguro no es peronista. Arrancan en 1983 con la renovación y logran armar una especie de tecnicatura para gobernar una sociedad no peronista que tiene en su epicentro la idea de construir una élite política autónoma que saque al peronismo de su corporativismo, contrahegemónica y con características propias, sin un liderazgo uniforme, verticalista, de una sola voz. De la Sota con mucha sabiduría apuesta a la construcción de una élite plural, incluso a costa de su propio poder. Su peronismo tiene liderazgos regionales muy fuertes que conforman una especie de pirámide provincial donde hay emergentes muy importantes como De la Sota y Schiaretti que forman parte de una dinámica colectiva muy democrática. Cuando llegan al poder en 1999 esta construcción política les permite hacer una especie de peronismo con instituciones y construir un mecanismo de sucesión política sobre la base de esta pluralidad, no digitarla desde arriba de una manera clánica, verticalista o familiar. Eso es lo que les permitió trascender mucho más el tiempo.
-Hay en la historia cordobesa previa a 1983 un movimiento obrero ultra calificada, que tiene una relación con el movimiento estudiantil que no se dio en otro lado y empresarios con un proyecto de provincia y de país, que participan.
-Esto es muy importante para la experiencia peronista en dos sentidos. En primer lugar, porque es una clase de trabajadoras que se conforma como consecuencia de la acción del peronismo en 1945, antes casi no existía, muy plural, muy educada, con mucha valoración del proceso educativo y muy compatible con el desarrollo capitalista, que, si bien fue una de las que más lo cuestionó en las décadas del 60 y del 70, a partir de la democracia facilita mucho la emergencia de un capitalismo dinámico. En segundo lugar lo que llamo el gremialismo empresarial federal que se conforma con un grupo de empresarios muy dinámicos que habían evolucionado desde la producción como Urquía, Pagani y Astori, entre otros, que a lo largo de la década del 60 arman una suerte de Cordobazo empresarial, crean la Fundación Mediterránea y plantean que el Estado Nacional estaba colonizado por los empresarios del AMBA que generaban una serie de presiones que hacían de la Argentina un país que en lugar de beneficiar a los empresarios competitivos, beneficiaba a los prebendarios, y por lo tanto ellos debían tener una acción político gremial para contrarrestar ese peso. Esta versión societalistas del peronismo cordobés tiene la idea incluir a este empresariado dinámico y por lo tanto, los incorpora de pleno en el terreno político.
-Escribís que en Córdoba el peronismo se hizo cordobés y no la inversa. ¿Fue este uno de los grandes aciertos de De la Sota? ¿Hubiera podido sobrevivir sin esta idea?
-Totalmente. De la Sota en su discusión con la ortodoxia dice que la renovación tiene que llevar el peronismo hacia la sociedad y no traer la sociedad hacia el peronismo. De alguna manera pidió descolgar los rituales y ser juzgados en función de la eficacia de las políticas públicas. Si los resultados de estas políticas públicas implicaban desarrollo económico, ascenso social, construcción de clase media, decía, nosotros habremos sido peronistas. Primero están las consecuencias de nuestras políticas públicas y no la preeminencia de nuestra identidad o de nuestros rituales. Seamos peronistas en la práctica, no en la teoría.
-El caso de Schiaretti es paradigmático. Trabajaba en la Fiat en Brasil y teniendo la posibilidad de ser trasladado a Italia eligió volver al país.
- La de ellos es la generación de la vuelta de la democracia, una generación que creyó fuertemente en la política democrática, que se enamoró de ella, lo que le dio los incentivos colectivos para permanecer en el llano, donde estuvieron entre el 83 y el 99, con algunas funciones en el gobierno de Menem. Las campañas del peronismo de Córdoba eran extremadamente humildes, no tenían recursos materiales para realizar su construcción y la tuvieron que hacer sobre la base de un conjunto de ideas que estimularan a los cordobeses. Schiaretti en los 70 se exilió en Brasil donde empezó siendo vendedor ambulante para sobrevivir y terminó en el puesto más alto de la Fiat que a fines del año 82 le ofrece trasladarse a Italia para ocupar también uno de los puestos más relevantes a escala multinacional, y él rechaza ese puesto para volverse a su provincia y retomar el proceso político. Hoy es difícil de imaginar, porque todo el mundo quiere hacer política, pero con un cargo.
-Otra característica constitutiva de estos peronistas cordobeses es que en algún momento de su vida trabajaron, en la mayoría de los casos con éxito, en otra cosa fuera de la política.
-De hecho, uno de los pilares de la conformación de la elite renovadora de Córdoba fue la incorporación de profesionales exitosos, no para que den opiniones técnicas aisladas del proceso político. Oscar González era un médico cirujano muy prestigioso en Traslasierra, Juan Carlos Maqueda era un doctrinario del derecho que tenía un estudio muy conocido, que dejaron todo y se metieron. Al mismo Schiaretti le iba muy bien en Astori. Tenían una especie de pasión a la que no podían renunciar que era la política y eso tiene que ver un poco también con la solidez del edificio.
- ¿Qué cosas, además de la construcción política, hicieron para perdurar 24 años en la gestión?
-Desde el punto de vista de las gestiones, no fue un peronismo que se pensó como un estado empresarial, sino como uno que tuviera la capacidad para jerarquizar la economía cordobesa. Constituyeron rápidamente una reforma del Estado que les permitió armar uno muy ágil, con mucha capacidad para vincularse con el sector privado, como fue la experiencia de las Agencias, muchas veces mixtas, como la de Comercio Exterior, que es de las primeras que existen en la Argentina, con el propósito de internacionalizar el empresariado. Crearon el primer polo de software del país hacia fines de los 90, generando una cuarta estructura productiva en paralelo al agro, a la industria y a la metalmecánica. Fueron propulsores de la infraestructura, porque creen que es lo que le permite a una sociedad y a la economía funcionar de manera muy dinámica, y se avanzó en los últimos años con un proceso de reforma educativa con las escuelas PROA que tiene como misión darles a los sectores que no acceden a una educación privada de calidad una educación pública de avanzada, terminar con la tasa de deserción y otorgarles a los chicos de las barriadas titulaciones muy asequibles al proceso de transformación productiva como en software, programación y tecnicaturas en biotecnología. No se pensaron no como peronistas justicieros que viene desde el Estado a tomar la economía para generar por la fuerza un proceso de distribución, sino que es la inversión la que permite en la práctica desarrollar procesos de ascenso social.
-Eso también los diferenció del peronismo nacional de los últimos 20 años.
-Son como caminos completamente diferentes y es lo que hoy los hace de alguna manera atractivos en el marco de la crisis del peronismo nacional, les da una singularidad.
- ¿Por qué nunca lo pudieron nacionalizar? Ni siquiera a escala pequeña lo pudieron replicar en la Región Centro. Schiaretti lo intentó con Perotti, pero éste fue un gran fiasco
-Tiene que ver con el proceso histórico. En la década del 80 apostaron fuertísimo por la renovación y Menem los pasó por encima. A fines de los 90 y en los 2000, después de la caída de la Rúa, De la Sota con énfasis proponía en las reuniones de gobernadores en el CFI un llamado rápido a elecciones y pensaba que había que conformar una especie de geopolítica económica diferente a la que presagiaba estaban armando Duhalde y Alfonsín. Soñaba con un empoderamiento de la Región Centro en una fórmula con Reutemann, con un llamado rápido de elecciones en el 2002 y rechaza un intento de Juan Carlos Romero de ser presidente por una Asamblea Legislativa porque quería llegar por las urnas.
-De la Sota en el 2002 él lanza su candidatura, pero al poco tiempo tiene que bajarle porque decían que no medía. Después aparece Kirchner.
- Esa fue siempre la excusa que tuvo Duhalde y nunca vamos a saber si era cierto o no. Kirchner tampoco medía tanto. Yo creo que, a Duhalde, De la Sota le despertaba ciertos resquemores. Y después, durante el ascenso de los Kirchner, viendo frustrada esta iniciativa, no les quedó otra que resistir y hacer cordobesismo. En esa resistencia fueron alambrando la provincia para que no les entraran, pero ese alambramiento también les impidió salir con mucha más fuerza. Lo intentó De la Sota con Massa en 2015, ahora Schiaretti un poco tardíamente. Hoy que las condiciones nacionales son otras vamos a ver cómo funciona en el futuro.
- ¿Por qué decís que el ciclo que comenzó en 1983 se termina este año?
- Se termina el ciclo en el sentido de que se termina la larga marcha de lo que yo llamo los muchachos cordobeses y se abre un proceso nuevo que es la transición del liderazgo hacia una nueva generación, que se formó de otra manera, que proviene de otro lugar y que tiene el desafío gigante de recrear esta experiencia e incluso de superar la limitación nacional. Pero es otra generación, hija de los cordobesistas, pero diferente y con su propia personalidad.
- En el epílogo del libro haces una larga reflexión de respecto del peronismo en la actualidad, qué cosas crees que tiene que recuperar para volver a ser atractivo para la mayoría de la sociedad y te preguntas si es posible otro peronismo. ¿Qué crees que viene?
-El avatar del peronismo nacional tal cual lo conocimos se agotó y la experiencia del Frente de Todos ha sido contundente en ese sentido. Creo que el peronismo, incluso si gana Massa, va a necesitar un reseteo que tenga como punto fundamental la reconstrucción de una élite porque hoy, a fuerza de sostener un liderazgo muy verticalista, tiene muchísimas dificultades desde el punto de vista de la competitividad de sus dirigentes, de su anclaje territorial, electoral. Pasó en Santa Fe, en San Luis, en San Juan. Hay una forma de entender el peronismo desde el punto de vista de la construcción política que está agotada. Y hay un modelo económico que también está completamente agotado. No tiene nada por ofrecerle a la Argentina. Si no gana Massa, va a darse de abajo hacia arriba, con los que quedan parado, en una especie de segunda renovación, y si gana Massa lo va a tener que hacer desde arriba, cosa que ya viene insinuando. Si el peronismo en los próximos años no es muy radical en su reformulación va a seguir este proceso de achicamiento conceptual y demográfico que se viene produciendo desde el 2015, que tuvo una excepción en el 2019, pero que desde entonces se retomó con mucha más fuerza. Se va a transformar en una facción de la unidad nacional en lugar de ser una fuerza constitutiva de la unidad nacional y ahí me parece que está el desafío.