La sidra, la bebida más popular de las fiestas navideñas argentinas, siguió ganando terreno en el mercado local este último año y hoy nuestro país es sexto del mundo en consumo per cápita.
Argentina es el sexto consumidor de sidra del mundo y el único país donde se alza en copa para brindar durante las Fiestas de Fin de Año.
La sidra, la bebida más popular de las fiestas navideñas argentinas, siguió ganando terreno en el mercado local este último año y hoy nuestro país es sexto del mundo en consumo per cápita.
Según un estudio de la consultora GFK, la sidra creció en preferencia frente a otras categorías alcohólicas como vinos, whiskies y espumantes, y con el contexto de pandemia, el consumo se volcó a las casas y al individuo particular. Varios entendidos y fabricantes explican el avance por nuevas propuestas y mejoras de elaboración que introdujo el producto. Otros lo adjudican a aciertos en el marketing.
“Estamos viviendo una verdadera revolución en la categoría. La sidra está pasando un momento de transformación; es una categoría que hace algunos años empezó a cambiar”, explicó a Télam Vanina de Martino, gerente de marketing de Sidras, Vinos & Spirits de CCU Argentina, propietaria de Sáenz Briones y Sidra La Victoria. Sáenz Briones, en el Alto Valle de Río Negro, es la creadora de la sidra 1888, que en los últimos años registró el mayor crecimiento en las preferencias tras ser relanzada en 2013 con el concepto de sidra premium.
Las mejores sidras (y más sabrosas se podría agregar) son elaboradas con manzanas, mientras que la mayoría de las que se venden a precio muy económico procesan manzanas en mal estado y el resto lo cubren con peras de descarte y vino de segunda y tercera.
La cadena de valor de la sidra se localiza en las provincias de Río Negro, Mendoza y San Juan. Se estima que la producción es cercana a los 50 millones de litros mientras que las exportaciones se aproximan a unos 10 millones. Esto deja al consumo anual nacional en casi un litro per cápita.
La sidra de la Norpatagonia puede considerarse como un subproducto del complejo frutícola de la región. El descarte sano de producción primaria, constituido por la fruta de una calidad inferior a la requerida para su comercialización en fresco, se destina a industria sidrera. Para Macarena Duffau, jefa de marketing de Sidra 1930 en Cervecería y Maltería Quilmes, “la tendencia global en el crecimiento del consumo es algo que venimos observando hace tiempo, y que también se está dando en la Argentina con una categoría premium que crece sostenidamente a doble dígito año a año”.
Entre las marcas más conocidas aparecen Real, 1888, Del Valle, 1930, Alto Vuelo, Tunuyán, Peer, Pehuenia, Pyrus, Pulku y Txapela.
Tras destacar que la Argentina es un “gran consumidor de sidra, entre los principales del mundo, el sexto consumidor del mundo, sólo detrás del Reino Unido, España, Estados Unidos, Sudáfrica y Francia”, De Martino consideró que existe una “gran oportunidad de seguir creciendo porque en ninguno de estos países se usa para brindar”.
El crecimiento de la categoría fue impulsado por la innovación de las marcas. “Nuevas marcas, incluso artesanales; presentaciones, botellas más chicas, con chapita, e incluso latas; sabores; y formas de tomar sidra, en vaso y con hielo; están haciendo que deje de ser una bebida para brindar en Navidad o Año Nuevo, para convertirse en una bebida a disfrutar durante todo el año”, agregó De Martino.
Las nuevas propuestas en marcas, productos y empaques contribuyen a crear nuevos espacios y oportunidades de consumo: no sólo en las fiestas, sino con amigos o en familia; e, incluso, como opción individual. “Nuestro gran desafío es lograr desestacionalizar el consumo de la sidra, ubicándola en nuevas ocasiones donde antes no se encontraba, y reivindicar un producto noble, natural, fresco y dulce que puede ser consumido en diferentes momentos”, sostuvo en ese sentido Duffau.
“Hay una tendencia muy fuerte a buscar y probar nuevos sabores en bebidas de baja graduación alcohólica, de entre 4 y 7 grados; la sidra es una opción dulce, refrescante y natural, elaborada con jugo de manzana, un producto sin tacc” comentó De Martino. “Si bien es una bebida muy tradicional, con una gran trayectoria en la mesa de los argentinos y un consumo todavía concentrado durante noviembre y diciembre, hay una gran oportunidad de llevarlo a todo el año, y todas las empresas estamos trabajando en eso”, agregó.
Según De Martino, “los más jóvenes están empezando a conocerla, en los bares, tirada, en cócteles”, gracias a que “es un producto noble y muy versátil, que permite combinarlo con otras bebidas”. “Se ven nuevas marcas en el mundo craft, y la aparición de sidra tirada en bares y restaurantes como alternativa a otras bebidas”, coincidió Duffau.
Alexander Martinez, bartender de Boticario Bar, destacó que “es un producto súper noble y rico, muy versátil a la hora de combinar sabores; aporta acidez, dulzor y unas burbujas que lo hace refrescante”.
Industria y consumidor diversificados
Mientras que en países como España o Reino Unido la sidra suele consumirse en vaso, y en ocasiones “tirada” y junto a las comidas, en Argentina está muy arraigada la costumbre de beberla casi exclusivamente en los brindis de fin de año, en copas flauta.
La selección de las manzanas determinarán el perfil de sabor de la sidra, ya que cada una aporta rasgos distintivos, y en cuanto al proceso de elaboración puede diferenciarse uno de otro por la fermentación, el uso de un tipo u otro de levadura y las proporciones de las materias primas más allá de la manzana.
Las sidras con diferentes sabores también están en crecimiento. En el caso de Real, cuenta con una versión de frutos rojos; 1930 lanzó una sidra realizada con peras en lugar de manzanas, y Patagonia -elaboradora de cerveza- tiene una con saúco, y presentada en lata.
Presentación
Hoy en día es posible encontrar en el mercado presentaciones clásicas como las de 750 cc y el formato de 500 cc, lo que contribuye a nuevas ocasiones de consumo, ya sea individual o por fuera de las fiestas.
Con información de Télam