En subsidios a la energía llega el turno de las "presunciones"
Si un monotributista cuenta con medicina prepaga seguramente no necesita ayuda del Estado, razona el gobierno nacional. Pretende estimar los ingresos totales de cada familia y así otorgar o no beneficios según el clima y la cantidad de convivientes.
Se busca excluir a sectores medios que hoy cuentan con subsidios. Y atender solo la franja más vulnerable.
El plan de recortes a los subsidios de la energía parte de una premisa que pocos se animan a rebatir: no fue suficiente el plan de segmentación de Sergio Massa, que dividió a los hogares según sus ingresos, para evitar que los dineros públicos sostengan consumos de quienes no los necesitan. Y la reforma es de fondo, porque se parte de conceptos distintos.
Hasta aquí, se invocaba el deseo de mejorar o al menos sostener “la calidad de vida” de los usuarios. Ahora es solo colaborar con quienes pasan por una “situación de vulnerabilidad” y el norte es solventar su “subsistencia”, con esas palabras.
Se cambian los sujetos del plan. En buen romance, la clase media que el gobierno piensa que puede pagar no va a tener subsidios, y deberán ser los interesados que consideren que lo necesitan quienes procuren que se les mantenga o les llegue la ayuda (ante el Rase).
Además, se buscará desalentar el consumo de energía subsidiada, con límites más estrictos. Se pretende que para los beneficiarios se cubra “lo básico y necesario”.
Los límites de la canasta
La audiencia pública que la Secretaría de Energía de la Nación llevó a cabo el 29 de febrero, de manera virtual, dejó unas tres horas de exposiciones de los funcionarios. No habló el titular de esa repartición, Eduardo Rodríguez Chirillo. En total la audiencia demandó más de 8 horas, había 100 participantes pero abundaron las deserciones a la hora de hablar.
Más variables
Hasta ahora se dividía al total de los hogares por dos variables: sus ingresos y el clima. En el primer caso: los N1, altos y sin subsidios; N2, los más bajos con altos subsidios; y los N3, medios y con subsidios menores a los anteriores, por la segmentación tarifaria. En el segundo, con ayudas mayores paras las zonas más fría y las más cálidas del país.
A ese esquema se agrega una Canasta Básica Energética (CBE) que es el límite máximo de consumo que el gobierno está dispuesto a subsidiar, expresado en kilovatios sobre hora (kw/h) de electricidad o metros cúbicos de gas (m3/g), según el número de integrantes convivientes de un hogar, los ingresos totales de la familia, y considerando usos imprescindibles en cada una de las zonas bioambientales, trazadas en el mapa argentino.
Se busca excluir a sectores medios que hoy cuentan con subsidios. Y atender solo la franja más vulnerable. Crédito: Luis Cetraro
La presentación se explayó sobres aspectos técnicos para calcular ese umbral de servicios imprescindibles, con consideraciones que van desde el punto de ebullición del agua en cada región hasta comparaciones entre la demanda de luz y gas en la Argentina en comparación con países europeos (que hoy tienen tarifas altas).
La subsecretaria de Planeamiento Energético, Mariela Beljansky, dijo que “el subsidio se determinará por la capacidad de pago que tengan los hogares y que el objetivo es sincerar y transparentar los costos para eliminar su opacidad en el financiamiento y reducir el déficit fiscal”. La meta también es evitar el derroche de energía, y recomponer con tarifas atadas a los costos los sistemas de electricidad y gas.
Cada casa, un mundo
La segmentación que pudo poner en marcha Sergio Massa en 2022 durante el gobierno de Alberto Fernández (a Martín Guzmán no se le permitió avanzar en ese sentido) se apoyó en el Rase, Registro de Acceso a los Subsidios de la Energía. Los usuarios residenciales debieron inscribirse bajo los términos de una declaración jurada. Y a quienes pidieron ayuda se les impidió comprar los 200 dólares al valor oficial del llamado cepo cambiario, lo que seguiría sin cambios.
Ahora, el Estado evaluará especialmente a los N2, bajo un esquema de presunciones que expuso con un ejemplo la funcionaria mencionada. “Tener medicina prepaga no importa como una causa de exclusión, sino que es un elemento de presunción para la determinación de ingresos”, señaló. En esos términos se debe entender qué ocurrirá con los subsidios.
El registro
El Rase seguirá abierto a actualizaciones o nuevas inscripciones y quienes ya están inscriptos y consideran que sus condiciones no han cambiado no deben repetir el trámite.
Pero ahora la Secretaría de Energía, cruce de bases de datos mediante (como si fuera la Afip), presumirá cuáles son los ingresos por hogar los subsidios se mantendrán o no. Obviamente, el blanco por donde comenzar es el de los N3, donde los usuarios residenciales declararon ingresos medios sin considerar los ingresos totales del grupo de convivientes.
Proceso inverso
Los subsidios fueron otorgados por el gobierno anterior a demanda. La gestión actual recorre el camino inverso: primero determinar qué piso requieren los hogares según sus integrantes y el clima. Luego, “caracterizar el grupo conviviente” que pidió el subsidio e “identificar sus ingresos”, en base a las presunciones comentadas y los “marcadores de patrimonio” como una “estrategia para identificar quienes podrían pagar sin subsidios”. Recién cuando se completen esas tres etapas (la primera ya está terminada) se ponderará el subsidio por cada hogar. El objetivo es que sea en abril.
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