Para tener una idea cabal del terror que debieron superar los Andorno conviene saber que estaban encerrados y acorralados en una habitación donde no hay canillas ni agua. Cada principio de incendio era sofocado con jarras con agua guardadas en la heladera, además de cerveza y gaseosas. ``Pero al final era peor, porque hacía más humo'', dijo hoy don Abelardo.