Darío Pignata
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Vivimos una sociedad que estupidiza determinadas discusiones. Y pareciera ser que todo gira en torno a cifras. Como si la plaza del NO del otro día compitiera con la del SÍ que armará el gobierno en los próximos meses. No importa cuántos, importa el cómo.
En las redes sociales discutían si eran 4.000 ó 5.000 tatengues los que fueron al “banderazo” de ayer. No cambia la lupa del análisis. Lo que debe decirse es que Unión está último, no le ganó a nadie y está en descenso directo. De yapa, hace 12 partidos y 4 meses que sus hinchas no saben lo que es festejar después de un pitazo final.
En ese contexto, ¿qué cambian 500 hinchas más o 500 hinchas menos a la hora de contarlos? Está visto: no se trata de números. Porque si fuera por los números de este equipo no hubiera ido nadie a las seis de la tarde en un día laborable. Lo de ayer fue el amor después del amor. Porque el hincha siempre tiene algo más para sacar de ese corazón que eligió latir por los colores que se lleva en la sangre.