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Tras siete años, siete meses y siete días, Guillermo Moreno presentó hoy su renuncia a la Secretaría de Comercio Interior, desde donde realizó un sinnúmero de tareas que excedieron sus funciones formales y que terminaron invariablemente en fracasos que el ministro Axel Kicillof tendrá que afrontar.
Desde ese 12 de abril de 2006, en el que pasó de Comunicaciones a Comercio Interior, Moreno puso de manifiesto que sus decisiones tenían más peso que la de los sucesivos ministros a los que teóricamente debía reportarse. Desde entonces, sobrevivió a seis titulares de Economía (Felisa Miceli, Miguel Peirano, Martín Lousteau, Carlos Fernández, Amado Boudou y Hernán Lorenzino) y a cuatro jefes de Gabinete (Alberto Fernández, Sergio Massa, Aníbal Fernández y Juan Manuel Abal Medina).
Sus intervenciones tenían una particularidad: en la mayoría de los casos no correspondían a su área y no llevaban su firma, lo que representaba un alivio ante posibles demandas judiciales. Así, en una de sus primeras y pocas apariciones públicas, aseguró en una conferencia de prensa que no tenía nada que ver con la manipulación del INDEC, de cuyas informaciones era un ‘simple recipiendario‘.
Moreno comenzó sus gestiones en su despacho de Julio A. Roca 651 con un signo peculiar: los empresarios que lo visitaban aseguraban que los recibía con un revólver sobre el escritorio. Pero para los comentaristas de la época eso no pasaba de ser ‘un detalle‘. La preocupación se hizo notar a partir de enero de 2007, cuando emprendió una intervención no reconocida como tal en el INDEC, un organismo que no dependía de él, lo que no le impidió designar como directora de Índices de Precios de Consumo a Beatriz Paglieri, el puntapié inicial para la difusión de una inflación en la que no creen ni los más acérrimos oficialistas.
Las consecuencias de los hasta ahora 82 meses de manipulación estadística se extendieron a una medición ilusoria del PBI que puede desembocar en mayores pagos de la deuda, además de una medición de pobreza e indigencia que deja al país con niveles supuestamente mejores a los de muchos países desarrollados. La manipulación no vino sola, sino con la persecución gremial de los técnicos que no quisieron sumarse a su estrategia y la sanción a más de una decena de consultoras por difundir mediciones alternativas más creíbles que las oficiales.
Pero Moreno no se conformó con manipular las estadísticas. Pretendió dar lecciones de cómo gerenciar una empresa y se hizo cargo de la fallida Papelera Massuh, que terminó de hundir a pesar de convertirla en proveedora privilegiada del Estado. Su mano llegó también al área agropecuaria, con regulaciones y cupos de exportación que derivaron en la peor cosecha de trigo en 110 años y en la caída de 11 millones de cabezas en el stock del ganado vacuno.
Asimismo, Moreno se metió de lleno en las internas del gremialismo empresario y fomentó la promoción y la creación de entidades afines, a través de las que motorizó planes de consumo de productos ‘para todos‘ que rápidamente cayeron en el olvido. El pan a diez pesos el kilo es solo una muestra de una lista por demás extensa, para cuyo sostén contó con la inestimable ayuda del Mercado Central.
No conforme con tantos fracasos, se metió de lleno en el mercado de cambios y fue uno de los principales animadores de los intentos gubernamentales de contener la suba de un dólar ‘blue‘ que las mismas restricciones oficiales alentaban: en poco más de dos años, la cotización del paralelo subió un 116 por ciento y la brecha con el oficial pasó del 8,5 al 66 por ciento.
Tampoco el aditamento de ‘Interior‘ fue un obstáculo para que Moreno abordara misiones comerciales a otros países, con el propósito de abrir nuevos mercados. Angola, Vietnam y Azerbaiján son las perlas de un comercio exterior estancado.
Uruguay y Brasil pudieron conocer la ‘proyección internacional‘ de un funcionario que se convirtió en amo y señor del comercio exterior, al punto que la suerte de pequeñas y medianas empresas pasaron a depender de su decisión de abrir o cerrar exportaciones o importaciones.
A caballo de la pelea entre el Gobierno y el Grupo Clarín, Moreno alentó la publicación del ‘Informe Papel Prensa‘, motorizado por su protegida Paglieri, a pesar de haber avalado desde su Secretaría una de las últimas decisiones del presidente Néstor Kirchner, como fue la fusión entre Cablevisión y Multicanal.
El broche de oro llegó al final, con la instalación del blanqueo de capitales con menos aceptación de la historia, al punto que hubo que realizarle modificaciones sobre la marcha y aun así no prosperó. Los hechos que salpicaron la gestión de Moreno fueron muchos más que los señalados y en algunos casos, de acuerdo con el testimonio de los afectados, llegaron al terreno de la amenaza. Desde el 2 de diciembre, serán los italianos los que deban enfrentarse al futuro agregado económico de la Embajada argentina en Roma.
Una recomendación al embajador Torcuato Di Tella: si cree que el organigrama lo ubica por encima de Moreno, que le pregunte a los seis ministros de Economía que se cargó.