Este mediodía, el ritmo habitual de trabajo se detuvo para celebrar el 92º aniversario de El Litoral. Con Carlos Alongi como maestro de ceremonia; personal de las distintas áreas que integran el diario, directivos y descendientes de fundadores se reunieron en la redacción para participar del festejo. Previamente se realizó un minuto de silencio para homenajear a los socios y empleados fallecidos.
Como es tradición, Enrique Cruz (p) dirigió unas palabras a los presentes, para dar paso luego al homenaje a quienes cumplen 25 y 40 años en la empresa.
Marcelo Álvarez, Roberto Ríspolo, Enrique Butti y Gladis Córdoba recibieron reconocimiento por sus 25 años de trabajo. Los encargados de otorgar las medallas fueron los integrantes del Consejo de Dirección: María José Lina Pilatti, Silvia Villaggi de Vittori y Gustavo Vittori, y el miembro del Consejo de Gerencia, Manuel Vittori, respectivamente.
En tanto, Gustavo Vittori recibió de manos de Enrique Cruz (p) una medalla en reconocimiento por sus 40 años de colaboración.
Finalmente, Lorenzo Camuñas fue premiado por sus 50 años de trabajo en el diario. El encargado de otorgar la distinción fue el integrante del Consejo de Gerencia, Néstor Vittori.
Un poco de historia
En su alocución, Cruz hizo un racconto por los principales puntos del devenir de El Litoral, entrelazándolos con su historia personal. “Uno permanentemente recuerda las cosas vividas en la empresa. Ahora que el diario cumple 92, yo doy vuelta los números: ingresé al diario cuando cumplía 29”, recordó.
“Eran otras épocas, otro mundo. El diario estaba impuesto en la ciudad y tenía un notable alcance dentro de la región. Yo había ingresado como cadete, tenía 14 años y lo viví con mucho orgullo”, contó.
“Hoy los periodistas llegan con conocimientos previos, con estudios, y quizá el ingreso se les hace más fácil. Yo arranqué con pantalones cortos; y a los 15 estaba trabajando en Sociales, mientras estudiaba en la Universidad Obrera”.
“El diario tenía una virtud para mí: la gente que trabajaba aquí. Lentamente me fui ganando el cariño de personas que me fueron puliendo, no sólo en el periodismo sino culturalmente”, relató, y mencionó entre esos referentes a Luis Gudiño Kramer, Miguel Ritvo, Antonio Avaro, Juan José Saer, Jorge Vázquez Rossi y Hugo Mandón.
“Pasaron los años, la segunda generación a cargo del diario estaba cumpliendo su cometido en forma brillante. La empresa avanzaba, vivíamos en un país que nada tiene que ver con éste. También teníamos nuestras complicaciones”, explicó.
En este sentido, sostuvo: “Me duele cuando me llegan noticias de que gremialmente hay problemas con la empresa, desentendimientos, cosas que a veces son comprensibles, para unos y otros”.
“En 1968 se nos presentó una situación complicadísima, una huelga interminable que significó, para mucha gente, quedar afuera del diario. Aunque sabíamos que era un error, por lealtad íbamos detrás del paro. Eso hizo mucho daño, a la empresa y a la relación entre nosotros”, opinó.
“Algunos tuvimos la suerte de poder volver; otros se quedaron en el camino. El diario, en ese momento, hizo todo lo posible por ver si podían volver algunos de los que se habían ido. Es un recuerdo que tengo siempre presente, por la voluntad que había. No había resentimiento”, sostuvo.
Cruz manifestó a los trabajadores que es necesario “no perder la relación; saber en qué momento pedir las cosas que pretendemos, porque no siempre es el momento ideal”. Y a los directivos les recomendó que “en el momento en que se pueda, haya un acercamiento hacia los trabajadores. Me duele cuando hay divisiones, porque para mí el diario fue siempre una cuestión familiar”.