Enrique Cruz (h)
Con eficacia y solvencia, los sabaleros le ganaron a Banfield y consiguieron el objetivo de salvarse de la Promoción. Resultó fundamental el funcionamiento y el nivel que el equipo alcanzó desde la llegada del Jefe, que consiguió 12 puntos sobre los 15 que disputó.
Al final, los números -que son los que gobiernan el mundo- provocan una sensación de cierto desconcierto en esta campaña de Colón. Por un lado, el desbarrancamiento deportivo, iniciado ya desde hace tiempo, llevó a que Colón tuviese que sacar resultados en la penúltima fecha de la temporada para salvar cualquier peligro de descenso. Por el otro, si este equipo que empezó dirigiendo Falcioni, continuó con un interinato de dos partidos (River y Quilmes) de Mántaras y culminó con la fructífera cosecha de Astrada -sacó 12 puntos sobre 15 que disputó el Jefe-, le gana a Rosario Central el viernes, acabará el campeonato con 28 puntos: cantidad para nada despreciable si otra sería la realidad de Colón, cuya campaña desde lo matemático no cierra por más que este envión final, como se dice más arriba, agrega algo de desconcierto.
Esa es la sensación que uno tiene con este equipo que termina mostrando más virtudes que defectos, con buenos resultados en el sprint final y con algunas "revelaciones". Juan Fernández es una de ellas; Jerez es otra. Y a estos dos hay que agregar la recuperación de Barrado, las actuaciones de Sand, algunos goles de Tito Ramírez que resultaron decisivos -Colón abrió el partido en Córdoba y definió el de Boca en Santa Fe con tantos del delantero de Margarita- o lo que terminó dando Enría, por ejemplo, a quien le faltó el gol para sellar buenas producciones.
Si al hincha de Colón se le hubiese dicho, hace seis o siete partidos, que Jerez y Juan Fernández iban a ser figuras, y que el rendimiento defensivo se iba a asentar en un pibe como Omar Merlo, o que se iban a ganar todos los partidos que debían ganarse, posiblemente ese mismo hincha, por más fanático que fuere, iba a pensar en que se trataba de algo utópico, inaccesible, inesperado para la realidad colmada de carencias que traía consigo Colón.
Sin embargo, Astrada fue capaz -con el despertar de sus jugadores- de lograr lo que muchos dudaban que pudiera conseguir. Y así fueron llegando victorias que, además, lo hicieron acompañadas de buenas actuaciones. Justo en la parte final, que es la decisiva, pero que deja una sensación de cosa alcanzada en forma tardía.
La respuesta de los refuerzos
Con el ánimo de encontrar alguna respuesta convincente al planteo inicial, se podrá decir que luego de un pésimo Apertura, Colón desvió el camino y hubo aciertos.
* 1) Acertó Falcioni con los refuerzos que trajo. Porque Falcón, Teté González y Centurión rindieron, mientras que Goux termina el torneo borrando algunas dudas que se plantearon sobre su actualidad futbolística, que posiblemente hayan tenido su punto de origen en los problemas físicos que acarreó y que le impidieron lograr la misma solidez que mostró en Gimnasia.
* 2) Esos refuerzos se potenciaron en algún momento con Falcioni, pero alcanzaron estatura futbolística con Astrada. Porque hubo buenos partidos de Falcioni que no tuvieron su correlato en el resultado, como por ejemplo ocurrió ante Vélez. Y hubo otros partidos en los que el equipo consiguió un rendimiento más que bueno (como ante Newell's por citar uno) y al que no se logró darle continuidad.
* 3) Ahí estuvo el mérito de Astrada: en la continuidad del buen juego que supo darle al equipo. Porque no fueron actuaciones +sacadas de contexto+, como aquellas de Falcioni, en las que uno se tenía que esforzar demasiado por explicar lo bien que se jugaba en un partido y lo mal que se lo hacía al siguiente. Con Astrada fue diferente. El equipo alcanzó un nivel que luego se supo mantener. Y por eso consiguió tres victorias consecutivas, algo que no lograba desde el Apertura 2005, cuando la realidad deportiva era distinta a la actual y cuando las urgencias también se medían con otro parámetro.
Eficacia y solvencia
Es posible que la de ayer haya sido una historia diferente a la de Belgrano y a la de Boca, ya que estamos hablando de las últimas tres actuaciones. Con Belgrano y Boca se jugó mejor que ante Banfield. Pero, hay virtudes que van más allá de un simple lucimiento y que también sirven para ganar partidos.
Colón tuvo ayer eficacia y solvencia. La eficacia se dio en el primer tiempo, cuando llegó una vez y marcó (gran definición de Centurión después de una habilitación de Enría). La solvencia la tuvo en el segundo, cuando supo aguantar el resultado y planteó un partido parecido al de Boca cuando Russo había tirado toda la carne al asador. O sea, achicando correctamente los espacios del medio hacia atrás pero sin dejar de pensar en el arco de enfrente. Por eso, Astrada no se resignó a atacar con dos delanteros (cuando salió Enría lo puso a Ramírez) y soltó a los volantes en la medida de lo prudente, sobre todo a Barrado. Pero la clave estuvo en la forma en la que se defendió, con una línea de cuatro que fue creciendo y soportó la cantidad de delanteros que fueron poniendo "Vitamina" Sánchez y Lissi para igualar un resultado que ya Colón había construido con el oportunismo de Centurión en el primer tiempo y la solidez para defender el resultado.
Ahí, en el segundo tiempo, es donde aparecieron las "agallas" de Colón. Un equipo que antes declinaba ante la mínima desventaja, que se caía anímicamente, que no tenía solidez futbolística ni tampoco espiritual, y que ahora se decidió a jugar "finales".
Están muy presentes aquellas declaraciones que hicieron los mismos jugadores después del partido con Belgrano. Teté González, por ejemplo, decía: "Leo habló un minuto de nosotros, uno del rival y luego se dedicó, el resto de la charla, a mentalizarnos en que debíamos jugar el partido como si se tratara del último". Y esto prendió fuerte en el plantel. Porque permitió recuperar potencialidades futbolísticas que estaban dormidas. Y así aparecieron en escena los Barrado, los Juan Fernández, el propio Teté González -que era suplente hasta ese momento-, volvieron los goles de Ramírez, la entrega conmovedora de Enría...
Y esos, ni más ni menos, fueron algunos de los atributos que el equipo tuvo ayer. Sobre todo en el complemento, cuando luego de haber abrochado el resultado concretando la única oportunidad que tuvo a su favor (la de Centurión), se dedicó con inteligencia, entrega y fervor, a jugar inteligentemente el partido en el segundo. Se defendió muy bien, pero sin meterse atrás, manejando mejor la pelota en el medio y animándose a atacar cada vez que pudo (por algo metió dos tiros en los postes y una definición errática de Centurión luego de una brillante jugada colectiva que se fue cerca del palo izquierdo de Lucchetti).
Poco margen para el error
Colón no será el Quilmes de la nueva temporada, pero las malas campañas lo obligan a pelear allá arriba. Primero, por una cuestión de lógica expectativa: la hinchada de Colón está cansada de no luchar por algo y esta vez le tuvo que sacar las pelusas a la calculadora, que ya tenía desterrada. Y además, porque empieza con un promedio muy bajo y no se debe descuidar.
Es cierto que este envión final permitió meter en la bolsa a varios equipos. Hoy, por ejemplo, Colón está por encima de Newell's, de los que ascienden y de los que se quedan por la promoción, pero tiene a tiro a Racing, a Gimnasia de Jujuy y jugará tres puntos importantes el viernes ante Central, que también arrancará con un promedio, en cierta forma, comprometido.
Pero los errores que se cometieron y los sinsabores de esta campaña deben servir de ejemplo para que la mentalidad sea diferente. Los grandes logros se consiguen jugando como lo hizo Colón en esta parte final y no mostrando esa actitud dubitativa y hasta temeraria de muchos otros pasajes de la temporada. Nunca más 18 puntos en un torneo como ocurrió en el Apertura. Y ojalá que esta nueva experiencia que le tocó vivir a Astrada -absolutamente desacostumbrado, inclusive como jugador, a pelear para salvarse de un descenso- sea sólo eso, una anécdota que sirva como punto de partida para algo mucho más digno.