Aquél Banco Provincial perdía dinero, y mucho. Al gobierno de Reviglio lo salvó de la debacle en la hiperinflación de la administración Alfonsín; a los amigos del poder de las administraciones justicialistas de la primera etapa democrática les valió millonarios créditos que nunca pagaron; a las empresas de Yabrán e IBM les valió contratos que fueron los antecedentes de la corrupción instalada después en el Banco de la Nación.
El 8 de enero de 1996 la Bancaria santafesina dio una conferencia de prensa en la que advirtió que el costo de la privatización era de 978 millones de pesos-dólares, algo parecido a lo que hoy calculan los socialistas. Por entonces se estimaban 240 millones de créditos nunca ejecutados; 478 millones de “previsión” deudas que se anticipaban como incobrables (89-90) y otros 230 millones de lo que ya se había perdido en esa cartera (94-95).
Para ese momento ya había pasado la administración de Nicolás Baclini entre 1989 y 1991, con la privatización del clearing a favor de las camionetas de Yabrán y la del sistema de computadoras de IBM que no servían, según concluyó el informe técnico del Ceride del 12 de diciembre de 1996. Ambos casos fueron “antecedentes” de lo que luego sucedió con el Banco de la Nación.
En 1997, la comisión que presidió el fallecido Alfredo “Pichón” Nogueras repasó los créditos incobrables y mal entregados a los amigos: la Alcoholera Florencia, Lainatti de Llambí Campbell, Celulosa Argentina, Chelita, Distribuidora Litar forman parte de una larga lista contenida en ese documento, que contó con respaldo contable desde la UNL pero no tuvo acceso a los números oficiales.
El banco perdía 4 millones de dólares por mes antes de privatizarse, según se admite ahora. Socialistas y peronistas discuten si el caminio elegido fue mejor que el que se pudo haber tomado. Nadie está preso por el proceso que llevó al dilema.