Cuidados
Los especialistas coinciden en que existen estrategias que permiten reducir considerablemente el nivel de riesgo de accidentes al conducir con niebla.
Uno de los consejos principales es conservar siempre la calma y ser muy prudente. La niebla es un fenómeno meteorológico consistente en nubes muy bajas, a nivel del suelo y formadas por partículas de agua muy pequeñas en suspensión.
La mayor parte de las nieblas se produce al evaporarse la humedad del suelo, lo que provoca el ascenso de aire húmedo que, al enfriarse, se condensa dando lugar a la formación de estas nubes bajas.
La niebla conlleva la disminución de las condiciones de visibilidad en superficie, y la dispersión de la luz en las partículas de agua que forman la niebla favorece la visibilidad en longitudes de onda amarilla utilizadas en faros y luces antiniebla.
En ese marco, es importante aumentar la distancia de seguridad entre vehículos; activar el limpiaparabrisas o desempañador si es necesario; encender faros antiniebla o luz trasera de niebla (si ésta es muy espesa), y disminuir la velocidad y respetar la señalización horizontal.
También es importante no encender las balizas, porque se deben utilizar para otros fines y, además, dan la idea de que el vehículo está detenido.
Tampoco deben utilizarse jamás las luces altas, porque la niebla densa produce un efecto espejo, creando la ilusión de que un vehículo en sentido contrario va a colisionar con el nuestro, cuando lo que estamos viendo, en realidad, son nuestros propios haces de luz reflejados.
Además, se aconseja evitar los sobrepasos innecesarios, porque si hay niebla, el asfalto estará húmedo y cualquier maniobra será más difícil, aumentando los espacios de frenado.
Fuente: Prensa MCSF