Por Tomás Rodríguez
(Especial para El Litoral)
Los aplausos, los gritos de exclamación, vítores y los receptores de radio, daban cuenta de la presencia del protagonista de “La Piscina”, “Borsalino (junto a Jean Paul Belmondo)” y el “Asesinato de Trosky”. En ese momento, se aflojaron las piernas del “Macho” o el “Hombre de Hierro”, como se lo conocía durante su notable campaña en los cuadriláteros europeos y del mundo. Carlos Monzón, el más grande campeón mundial de los medianos, recibió en la cárcel de Las Flores, con notable alegría, una amplia sonrisa en sus labios y con un abrazo interminable, a su amigo Alain Delon.
Cuando el rodado oficial que trasladaba a Delon y que avanzaba por la Av. Blas Parera, al doblar hacia la izquierda y avanzar por la calle principal hacia la cárcel, varias decenas de miles de personas que estaban apostadas en el lugar desde hora temprana, con banderas argentinas y de entidades deportivas, fotografías del más grande deportista de Santa Fe de todos los tiempos, pañuelos, pancartas y otros elementos, llenaron de asombro al cineasta.
El visitante comprendió realmente la admiración, el amor, la grandeza, la popularidad y la pasión del pueblo por Carlos Monzón, los cánticos de hombres y mujeres de los barrios más humildes y vulnerables del noroeste de la capital santafesina, lo llenaban de orgullo, satisfacción, y brindaban también de esta forma el reconocimiento y agradecimiento a su amistad.
Cuando el vehículo pasó el pórtico de la Unidad Penitenciaria Nº 2 de Las Flores y se detuvo frente a la entrada principal, un nutrido grupo de mujeres que prestan servicios en dicho organismo se abalanzaron sobre la figura del intérprete de “El Silencio de un Hombre” y director de “Por la piel de un policía” y “Diamantes para un ladrón”. El director Alberto Núñez, con uniforme y el personal superior del establecimiento lo acompañaron al cineasta hasta la celda donde estaba el “Hombre de Hierro”, en medio de cerrados aplausos y ovación de los internos.
“17 años sin Carlos”
Monzón y Delon no se veían desde el día en que Carlos se retiró de los cuadriláteros. Delon fue el organizador, hace 35 años, de su combate con el cubano-mexicano José Angel “Mantequilla” Nápoles. No los unió solamente el éxito, sino también la adversidad, defendiendo el cineasta francés siempre su relación con el inolvidable poseedor del título de los medianos entre 1970-1977.
Aquella tarde en la cárcel, le confesó Monzón a su amigó francés que “estoy en la parte final del combate más largo y difícil de mi vida. Dentro del ring he sostenido peleas muy complicadas frente a rivales de notable jerarquía, porque en mi época de pugilista tuve la suerte de recorrer el mundo, especialmente en Europa (Roma, Montecarlo, París, Copenhague), teniendo como contrincantes a los mejores púgiles escalafonados en el concierto mundial”.
Entonces, el ex campeón mundial de boxeo le explicó a Delón que los momentos más dramáticos de su existencia, fueron cuando fue castigado por la Justicia bonaerense, consignando que “las celdas son deprimentes; las rejas te producen un gran dolor y tristeza y te dan ganas de quitarse la vida. Creo que me condenaron porque soy Carlos Monzón, para ejemplificar que nadie tiene privilegios”.
Al propio tiempo, reconoció Monzón que “estoy demasiado ansioso porque dentro de pocos días voy a salir en libertad bajo un régimen especial para los detenidos de buena conducta, visitaré en el cementerio municipal la tumba de mi padre, debido a que no le pude dar el último adiós cuando falleció porque estaba preso y estaré junto a mis hijos y a Agustín Uleriche, en el Quincho de Chiquito, en Guadalupe, un gran amigo, un hombre solidario, quien me trajo la comida todos los días desde mi traslado a Santa Fe”.
El insigne visitante mirando a los ojos a Monzón, le explicó en un francés un poco españolizado: “Mira Carlos, pienso personalmente que 17 años es demasiado tiempo para estar tan lejos de un hermano...”, concepto que llegó muy profundo al corazón del indomable campeón de boxeo, al que se le deslizaron algunas lágrimas de sus ojos.
Momentos después, Monzón le pidió a su amigo francés que lo acompañara hasta el patio del penal donde se sentaron solos en sillas de madera, siendo invitados por Ceferino Morales (campeón argentino amateur), sparring del inolvidable monarca, a degustar un exquisito café y a recordar tiempos viejos.
Sus amigos franceses
"Escopeta” Monzón reconoció que sus únicos amigos en el país galo fueron Delon y Jean Claude Bouttier, señalando que su única ambición durante todos los años que pasó en prisión, era volver a Francia para reencontrarse con ambos. “Le entregué a Carlos todos mis datos para que cuando saliera en libertad se pusiera en contacto conmigo”, refrendó el cineasta.
“En cuanto recobre mi libertad en mayo o junio tengo previsto viajar a Francia, porque ese país me gusta y te juro Alain que en la Argentina no puedo seguir viviendo”, expresó Monzón como pidiendo auxilio o ayuda.
Delon reveló a la revista argentina “Caras”, en 1993, que tuvo a su cargo la cobertura periodística exclusiva del acontecimiento que “hace 20 años invité a Carlos visitar Francia para exponer por octava vez el campeonato mundial de boxeo con Jean Claude Bouttier. Ese acontecimiento me dio la posibilidad de poder conocer mejor al monarca y sobre todo, al hombre, a ese personaje fuera de lo común”.
Un día en la cárcel
Cuando Monzón invitó al prestigioso cineasta y promotor francés a recorrer el resto de su morada en la UP Nº 2 de Santa Fe, le contó cómo transcurría un día en su residencia carcelaria: “Por la mañana me entreno un poco; después almuerzo con mis compañeros, la comida la preparamos nosotros, dormimos una breve siesta y a las tres (15 horas) jugamos al fútbol. Alrededor de las seis merendamos y luego de la cena miramos la televisión; antes de acostarme, todas las noches, leo la Biblia y con ella me despierto cada mañana”.