Hoy, para el Dr. Niel, su barrio tiene un tinte mucho más íntimo: “Mi día se desarrolla en familia, con mis amigos y mis seres queridos. Soy el confesor universal del barrio”.
Hoy, para el Dr. Niel, su barrio tiene un tinte mucho más íntimo: “Mi día se desarrolla en familia, con mis amigos y mis seres queridos. Soy el confesor universal del barrio”.
Dicen quienes transitan por calle Necochea, que todas las tardes puede vérselo a través de la ventana, sentado debajo de una lámpara, escribiendo o leyendo el diario.
Su relación con El Litoral es carnal. No sólo lo lee. Lo desmenuza, opina, propone, alienta, critica... Mucho antes del surgimiento de las redes sociales, descubrió que la interactividad también puede darse en el marco de los medios tradicionales y entabló una comunicación sostenida a lo largo de los años con nuestro medio.
Forma parte de aquella generación que ha visto su vida atravesada por el diario y que todas las tardes espera ansioso su llegada para terminar el día analizando la realidad junto a nuestros periodistas.
Este hombre encantador es el Dr. Alberto Niel. Y entre chistes y halagos cuenta que El Litoral es una de sus pasiones, junto con la medicina, su familia y su barrio.
“Toda mi familia está unida a El Litoral. Mi hermano Manuel era abogado, periodista, escritor y fue dibujante del diario. Además colaboraba con artículos, se vinculaba con medio mundo... todo era interesante para mi hermano, y así desarrolló su vida en el diario”.
Niel nos revela que para él, “cualquier lugar es especial para leer El Litoral. Trae de todo y tiene muy buen contenido, tanto en lo deportivo, como en político, lo social y lo discursivo. No hay motivo para aburrirse leyéndolo. Hasta chimentos trae, ese alimento tan sabroso que a todos nos entretiene”.
Sus amores
Alberto Niel vive en Candioti desde hace 63 años y lo caracteriza como un lugar “pintoresco, progresista, solidario y amable”.
Cuenta que “siempre fue un barrio de trabajo. Todo se ganaba en base a méritos, que es la manera de conseguir las cosas. Acá estaba repleto de franceses, esa gente se afincó y nos brindó generaciones enteras de personas trabajadoras”.
Hoy, para el Dr. Niel, su barrio tiene un tinte mucho más íntimo. “Mi día se desarrolla en familia, con mis amigos y mis seres queridos. Soy el confesor universal del barrio. La plata para mí ha sido simplemente un medio para tratar de sacar de ella algo que valga la pena para las personas que quiero. Estoy en un ambiente familiar que es perfecto, tuve la suerte de casarme con la mujer perfecta, mucho mejor que yo como persona, una compañera ideal. Me la codiciaban todos, nació en Rosario, era la hija del mejor pintor de la provincia, y se llamaba Elena Munné”.
“También tengo tres hijas, ni un varón. Pero siempre me gustó estar rodeado de mujeres, mi hogar era un harén. Y ahora sigo rodeado de mujeres. Todas dando vueltas, todas opinando y, por cierto, casi siempre tienen razón”, confiesa con una sonrisa cómplice.