“Poné la plata en la ventana'' o ``Poné la plata en una bolsa y tirala al patio'', eran los gritos que le llegaban a la familia Andorno desde el exterior.
La saña y la crueldad con que actuaron estos sujetos en verdad que revuelve las tripas. Es de hacer notar que el acoso a las víctimas se prolongó por más de una hora. Durante todo ese lapso, los delincuentes se movieron con toda libertad.
Los ataques los efectuaban de la siguiente manera: arremetían algunos minutos.
Luego quedaban inmóviles y en silencio, como haciendo creer que se habían ido. Al cabo de un rato, volvían a embestir con toda la furia.
Uno de los rufianes alcanzó a ser visto por las víctimas. ``Era un hombre joven, de unos 20 años, muy, muy rubio y de ojos claros'', precisaron. ``Nos llamó la atención el grado extremo de violencia que tenía contra nosotros. Quería matarnos a todos'', sentenciaron.