Por Ranwell Caputto | rcaputto@ellitoral.com
Increíble, pero real. Este año El Litoral cumple 100 años, yo 50, y desde que tengo memoria “no nos lee nadie”.
Por Ranwell Caputto | rcaputto@ellitoral.com
Increíble, pero real. Este año El Litoral cumple 100 años, yo 50, y desde que tengo memoria “no nos lee nadie”.
Crecí jugando con líneas tipográficas de plomo que me “regalaban” en el taller de calle San Martín, donde se armaban todas las páginas del diario. Ví pasar a Prensa Gráfica, al Nuevo Diario que imprimía en offset y a colores, al Hoy en la Noticia, al Federal, al Matutino, al Uno... El diario también iba a desaparecer cuando apareció el cine, la radio, la TV, canal 13, la TV en colores, Cablevideo, el boom de las FMs, y la lista sigue... Hasta que un día llegó la era digital, y desde el papel se vió cómo se iban extinguiendo todos los medios y sitios que supuestamente también lo iban a hacer desaparecer.
Nos resistimos a abandonar el papel a pesar de los “visionarios” que llevan años anunciando su fin. Chamanes mediáticos, analistas polirubro, todólogos, gurúes de cualquier calibre y hasta algunos profesionales serios han especulado con la fecha de vencimiento del papel. Como Bill Gates, que en los ‘90 vaticinó que para el 2000 no existiría el papel en las oficinas, y que los diarios dejarían de imprimirse antes de 2010 para ser leídos exclusivamente en dispositivos móviles. Pero todavía nadie acertó, tal como cuando dijeron que la televisión acabaría con la radio y el cine, o que internet mataría a la industria discográfica, y que los e-book aniquilarían a los libros en papel, y tampoco...
Los nuevos tiempos traen nuevos competidores, pero adaptarse no es morir. El mundo web era muy distinto hace apenas diez o quince años... pero evidentemente en el mundo digital todos tienen su “momentum” y luego desaparecen, por mas éxito que hayan tenido.
Es evidente que hoy todos los medios de comunicación están en medio de una revolución tecnológica. La televisión y la radio por ejemplo, pierden audiencia a una velocidad mucho mayor que la prensa pierde lectores. Y sin embargo, al igual que otros grandes diarios, El Litoral nunca ha tenido tanta influencia y alcance como ahora, y continúa siendo uno de los principales formadores de opinión.
En este nuevo mundo digital, la gente lee las noticias en teléfonos y tablets mientras camina, espera, viaja, hace cola, está en el baño o trabaja. Y muchos creen que uno se informa mejor en Internet, pero lo cierto es que esa información “libre e independiente” que circula por las redes, en la inmensa mayoría de los casos es generada por las redacciones de los medios tradicionales, porque las redes sociales son apenas presentadores de titulares, que “levantan” la información que proveen las redacciones tradicionales.
Desde hace años, en casi todas las redacciones de Santa Fe se preparan las noticias “con El Litoral sobre el escritorio” y esto hizo que el diario sea el gran referente que marca la agenda de temas de discusión pública, y sigue siendo la principal fuente de información y referencia de muchos otros medios.
Lamentablemente los “agregadores de noticias” como Facebook, o Google, han destruído el pacto que existía con el lector, pero aún así, El Litoral edita varios periódicos, a los cuales los lectores les exigimos mucho y les cargamos la pesada mochila de ser el primer borrador de la historia. Pero el buen periodismo es caro, y por eso creo que la prensa cometió un grave error al permitir la lectura gratuita de su contenido en la red, sacrificando ingresos de su versión en papel. Y quizás los periódicos impresos sean un modelo irrepetible: lectores y anunciantes dispuestos a pagar por la publicación de información confiable.
Hoy el gran reto en todo el mundo es descubrir la manera de hacer que el buen periodismo siga siendo rentable. Y a pesar de que toda la industria editorial está buscando y probando, hasta ahora nadie ha descubierto cómo hacerlo, y creo que el problema es que los usuarios/lectores no son clientes de Google o Facebook, sino el principal insumo de sus modelos de negocio. Y esto se explica fácilmente desde el marketing: “Si un servicio es gratuito, es porque vos sos el producto”.
Somos muchos los que estamos plenamente seguros de que los diarios pueden mutar su formato, pero no van a desaparecer porque hoy se vive en medio de un caos de informaciones falsas y verdaderas, a las que se llega desde redes sociales, sin haber percibido su jerarquía, su importancia y su seriedad. Y ahí es donde dejamos de hablar de formatos (papel versus digital) y la cuestión principal empieza a ser sobre las fuentes, la veracidad, y en definitiva sobre la continuidad o no de las redacciones tradicionales como institución, porque no es alocado pensar que algún día no muy lejano podríamos tener algoritmos en lugar de periodistas. Y eso sí sería una locura.
No es casualidad que las grandes investigaciones periodísticas se publiquen en los grandes diarios tradicionales. Pienso en casos como los de Edward Snowden, que filtró a The Guardian y a The Washington Post los programas de espionaje masivo de los EEUU. Y en los Panamá Papers que comenzó con una entrega de información al periódico Süddeutsche Zeitung de Munich. O en el reciente escándalo de Facebook-Analytica, que fue publicado en los periódicos The New York Times, The Guardian y The Observer. Y por si esto fuera poco, el mismísimo Marck Zuckerberg eligió disculparse públicamente mediante anuncios en los principales diarios del mundo. Y todo eso sucedió así por la credibilidad y legitimidad que hoy siguen teniendo los diarios impresos.
La prensa escrita tiene ante sí el inmenso desafío de encontrar respuestas a preguntas que en muchos casos todavía ni siquiera se han formulado. Y no hay duda de que los formatos digitales han llegado para quedarse, pero todavía queda una mayoría de lectores que sigue prefiriendo el papel, para leer un diario, o un libro.
En un mundo sobrecargado de datos, colores, palabras e imágenes, cualquier cosa que sirva para retener una marca o un mensaje, vale. Y la publicidad en papel impacta. Por eso es costosa y hoy todavía se sigue invirtiendo mucho más en papel que en digital.
Nuestro mundo estaría vacío sin elementos impresos: noticias, publicidad, merchandising, documentos, envases, libros, mensajes, y por supuesto: el diario...
No está muerto quien pelea...
Hace un par de años, en plena crisis y cuando todo el mundo lo daba por muerto, El Litoral sacó pecho, multiplicó la apuesta con mas publicaciones, más medios, comprometiéndose en un proyecto de expansión, invirtiendo fuerte, asumiendo riesgos, y contra todos los pronósticos salió de la crisis sin ajustes salvajes y sin despidos masivos. Simplemente creciendo, entre otras cosas, de la mano del papel.
(Pre)historia digital
Fotolog fue una de las veinte webs con más tráfico de la Red. Metroflog fue el boom que originó los “floggers”. Megavideo y Megaupload tuvieron el 4% de todo el tráfico web mundial. Myspace, fue la primera gran red social de la historia, y de 2005 a 2008, la web más visitada del mundo. Second Life era una plataforma a medio camino entre Los Sims y una red social con 20 millones de usuarios en 2010. Por el navegador Explorer pasaba el 90 % de la información en internet, pero hoy ya no se fabrica, y a nadie se le ocurriría descargarlo en un smarthpone.
Sin pensar demasiado, vienen a la memoria muchos otros que “ya fueron”: Taringa, Terra, Portalmix, hi5, Badoo, Cuevana, El Sitio... La lista sigue, y vemos a Snapchat, Linkedin o Twitter, cuyo momento de crecimiento está pasando.
Hace 15 años, Facebook no existía, hace 10 no era algo excepcional, y ahora está perdiendo protagonismo aceleradamente a manos de Instagram. Hoy la gran mayoría de los usuarios de Spotify o Itunes, no tienen idea de lo que fueron Napster o Audiogalaxy.
Antes de los chats de Blackberry, Skype, Line y demás, el MSN había destronado al ICQ y se convertía en el rey de la mensajería. Hoy es Whatsapp, ¿y mañana?...