Miles de sudafricanos se congregaron en espacios públicos e iglesias a lo largo y ancho del país para recordar a su ex presidente. En Ciudad del Cabo, le realizaron un conmovedor homenaje durante una misa de varios credos y muchos dejaron flores en el lugar en el que Mandela dio su primer discurso tras pasar 27 años en prisión. En todo el país las banderas ondean a media asta mientras la muerte del premio Nobel de la Paz ocupa todo el tiempo de las emisiones de radio y televisión, acompañadas por música de los años 80. Muchos sudafricanos fueron hoy a trabajar llevando un crespón negro en señal de luto. “Las muestras de amor que experimentamos localmente y en el extranjero no tienen precendentes”, afirmó el presidente Jacob Zuma al anunciar las disposiciones para su funeral y entierro. Sin embargo, las muestras de luto y llanto se unieron a las celebraciones por su vida: ante la casa de Mandela en el barrio de Houghton, en Johannesburgo, cientos de personas se congregaron en la noche del jueves de forma espontánea, cantando, bailando y encendiendo velas y llevando imágenes de Mandela o la bandera sudafricana. Algunos liberaron palomas blancas y otros depositaron flores. El ex arzobispo de Ciudad del Cabo Desmond Tutu alabó al que fuera su compañero en la lucha contra el sistema de segregación racial del apartheid durante una misa celebrada en la catedral anglicana de San Jorge en la capital sudafricana. “El país ha perdido a su padre”, señaló. “El sol saldrá mañana y el día siguiente y el siguiente. No parecerá tan brillante como ayer, pero la vida continuará”, añadió. El presidente Zuma, por su parte, llamó a Mandela “el hijo más grandioso de África” y recordó los valores de la unidad nacional que defendió Mandela, “el padre de la nación” y alabó su visión de una Sudáfrica unida, democrática y floreciente sin cabida para el racismo o el sexismo. “Cumplamos su visión, que era la de una sociedad en la que nadie fuera explotado y reprimido”. También la líder de la oposición, Helen Zille, llamó a los sudafricanos a trabajar por la idea de libertad y unidad que promovió el Nobel de la Paz. “Todos somos de la familia sudafricana y por eso le pertenecemos también a Madiba”. Mandela, dijo, fue “el mayor sudafricano que vivió nunca”. La alcaldesa de Ciudad del Cabo, Patricia de Lille, rompió a llorar y no pudo terminar su discurso ante los periodistas. “El dolor de dejarlo ir es demasiado”, señaló. En la capital Pretoria, la gente se reunió delante de los Union Buildings, la sede oficial del gobierno, donde Mandela ejerció la presidencia durante cinco años. Los líderes del movimiento libertario y actual partido gubernamental Congreso Nacional Africano (CNA) hablaron de Mandela como “la encarnación de la humildad, la igualdad, la justicia, la paz y la esperanza de millones de personas, en el país y el extranjero”. “Sigue viviendo en cada uno de ustedes y en sus casas, porque nos dio su vida a todos nosotros”. También el adversario de Nelson Mandela durante la era del apartheid y su antecesor en la presidencia, Frederik Willem de Klerk, convertido después en su compañero de transición, dijo que trabajar con Mandela fue un honor, mientras numerosos políticos, partidos, sindicatos y organizaciones de toda Sudáfrica alabaron su trabajo. El país se preparaba desde hace tiempo para la muerte de Mandela, pero el anuncio en la noche del jueves sacudió a la nación del arcoiris. Y los testimonios coinciden: ha muerto el padre de los sudafricanos.