Juan Carlos Zabalza (*)
El Código Civil regula las condiciones en que se desarrolla toda nuestra vida, desde las relaciones de familia como nacimiento, adopción, casamiento y sucesión hasta las relaciones interpersonales como contratos, sociedades y derechos reales. Por regular justamente las relaciones interpersonales, las modificaciones que se le han hecho en los últimos 150 años fueron fruto del estado de madurez de la sociedad en cada momento dado.
Modificar un código requiere, además del necesario conocimiento técnico, vocación de diálogo y composición de intereses, actitud democrática y sobre todo escuchar y respetar la opinión del otro. Debemos tener presente que estamos estableciendo las pautas que habrán de regir la vida de los argentinos por varias generaciones
El necesario consenso social -y por ende también político- con que se inició este proceso de reforma en 2011 fue poco a poco desapareciendo en la medida en que las diversas instituciones sociales y políticas fueron dándose cuenta de que si bien eran convocadas para hablar, no lo eran para ser escuchadas y enriquecer el proyecto en cuestión.
La propia Comisión para la Elaboración del Proyecto de Ley de Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación que fuera integrada por los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Luis Lorenzetti y Elena Highton de Nolasco, así como también por la profesora Aída Kemelmajer de Carlucci fue desoída en importantísimos aspectos y muchas de sus interesantes propuestas desaparecieron del texto presentado por el PEN, entre ellos la responsabilidad del Estado, que el oficialismo ya sancionó por fuera del Código Civil.
Luego le tocaría el turno a cientos de instituciones que participaron y presentaron ponencias en las audiencias públicas convocadas desde la Comisión Bicameral en distintos lugares del país. Salvo contadas excepciones, las propuestas mayoritarias de las ONGs que sostienen los derechos de determinados colectivos también fueron desapareciendo.
Así como el anteproyecto presentado por la Comisión Redactora fue reformado negativamente por el PEN, este último sufrió otras reformas en el Senado que quitaron y cercenaron derechos. Poco queda del espíritu y las ideas innovadoras plasmadas por la Comisión Redactora, el proyecto que se va a votar de urgencia hoy está por detrás de los avances que las sociedades democráticas han obtenido en los últimos 50 años.
(*) Diputado nacional- PS-Santa Fe