Jorge e Inés Stratta, vecinos de la Recoleta
En los últimos días, los medios de difusión santafesinos y, particularmente El Litoral, han dedicado mayores espacios que los habituales, a un recurrente problema, que hasta ahora aparece sin solución, cual es el del funcionamiento de los locales nocturnos en la zona comúnmente denominada como “Recoleta” y si bien la principal controversia gira alrededor de aquellos categorizados como bailables, no escapan a ella otros sitios de esparcimiento.
No constituyen ninguna novedad y son públicos y notorios, los perjuicios derivados de las conductas o mejor dicho inconductas, que afectan tanto a los vecinos, entre los que nos contamos, como a otros transeúntes que ocasionalmente pasan por el lugar o que concurren a los locales, pero respetando elementales normas de convivencia, generando una cierta situación de inseguridad, que no es en absoluto “sensación”, convirtiendo al lugar como campo propicio de hechos delictivos.
Son igualmente graves sus consecuencias, recordando en tal sentido hechos recientes, como la irresponsabilidad criminal de quienes luego del “divertimento” y en un probado estado de anormalidad, provocaron la muerte de María de Belén Luna y la agresión sufrida por un joven en el interior de un comercio, con serio riesgo en su vida.
En ellos no se respetan prohibiciones tales como la venta de alcohol a menores y la de fumar, pudiéndose así apreciar que el tema no se agota en lo que sucede en la calle, por lo que la cuestión requiere de una solución integral y en ese sentido pueden resultar respetables las opiniones de los propietarios de los comercios, quienes ya han sido escuchados, pero se trata de un típico caso en donde los intereses particulares quedan subordinados a otros superiores de la comunidad.
Corresponde al municipio, en uso de las atribuciones que le son propias, ante la gravedad de los hechos, adoptar a la brevedad, las medidas atinentes a zonas y horarios de funcionamiento, ejerciendo un permanente y eficaz control de cumplimiento.