-¿Vas a Unquillo de vez en cuando?
-Siempre. Es como una descarga a tierra. Vuelvo a mi casa, a mis amigos, a mi gente, para estar tranquilo ahí.
-¿Es complicada la fama?
-Al principio sí, pero después es como que te vas acostumbrando. Pero yo trato de estar aislado de todo. En mi pueblo, por ejemplo, siempre estoy tranquilo.
-¿Qué te dio y qué te quitó el tenis?
-Me dio muchísimo; más de lo que me quitó. Pero una gran parte de mi juventud, de mis amistades del colegio, de un montón de cosas en épocas de chico, no las tuve por estar viajando. Sin embargo, pienso que es mucho más lo que te da. Medios de vida, la posibilidad de sustentarme haciendo lo que me gusta, quedar en la historia de un deporte. Todo eso me lleva a pensar que, si tuviera que elegir de vuelta entre todo el sacrificio y las cosas que dejás de hacer, elijo otra vez el sacrificio.
-¿Hiciste el viaje de egresados con tus compañeros?
-No, y esa es una de las cosas que te quita. Aquello que querés hacer cuando tenés entre los 15 y los 19 años.
-¿Qué hubieras sido de no ser tenista?
-Me hubiera gustado ser piloto de rally, pero no teníamos los medios económicos para hacerlo.
-¿Creés que no hubieras podido llegar a serlo desde Unquillo?
-Es mucho más difícil que ser tenista, porque es un deporte en el que necesitás mucha plata para arrancar. En el tenis, en mis primeras épocas, al ser siempre el número 1 tenía becas y viajaba por medio de la Asociación. Eso en el rally no pasa.