La publicación que explotó en una oficina de la empresa Nestlé, se desmembró en varios pedazos, pero los peritos descubrieron entre los restos el Número Internacional Normalizado para Libros (ISBN), una especie de "huella digital" que podría aportar datos a la investigación.
Ese número, que aparece en la contratapa, consta de diez dígitos divididos en cuatro partes, separadas por guiones o espacios, pero la que más interesa a los investigadores es la primera, porque identifica al país o grupo lingüístico de origen de la editorial.
Estos identificadores son asignados por la Agencia Internacional de ISBN de acuerdo con la probable producción de libros del grupo y a la República Argentina se le asignaron los indicadores 950 y 987, según informa la Cámara Argentina del Libro en su página web.
La segunda parte del ISBN identifica a un editor en particular dentro de un grupo, la tercera a un título determinado o edición particular y la cuarta permite verificar automáticamente si el ISBN es correcto porque surge de un cálculo realizado sobre las otras nueve cifras.
EL ISBN se creó para "coordinar y normalizar internacionalmente el uso de los números para libros, de modo tal que cada uno identifique un título o edición determinado" y que cada uno tenga una cifra única, como si fuera una cédula de identidad, según explica la Cámara.
Además de en los libros, el ISBN figura en publicaciones electrónicas como cintas y CD-ROM, películas, videos educativos, diapositivas escolares, transparencias, publicaciones en microformas, mapas y partituras musicales con texto, entre otros.
En la Argentina, a partir de 1978 la Cámara del Libro comenzó a interesar a los editores y a los poderes públicos para lograr que se adoptara en el país el Sistema ISBN, el cual se estableció por ley en 1981.
Télam