Nacido hace 50 años en el barrio del Country del Club Provincial, en el cercano sudoeste rosarino, Gerardo Daniel Martino, entrenador del campeón Newell‘s Old Boys de Rosario, comenzó a darle a la ‘redonda‘ en un campito de Moreno y el pasaje Lord Kelvin, en esta ciudad.
También en el baby de Provincial, en épocas en las que su padre, el ‘Chacra‘, un recio volante central, y su tío, el ‘Chipra‘, lo llevaban a la cancha, a diferencia de su mamá, Mabel, que era maestra de la Escuela República del Líbano y soñaba con un hijo universitario.
La destreza del ‘Tata‘ en el baby de Provincial siguió en las inferiores de Newell‘s, el equipo más cercano geográficamente, donde jugó en todas las divisiones y debutó en primera en 1980, con 17 años, en aquel equipo en el jugaban el Américo ‘Tolo‘ Gallego y Enzo Bulleri.
‘Nuestra época era muy distinta. Me acuerdo de que con los muchachos del barrio nos quedábamos toda la noche jugando a las cartas en el club y mi viejo pasaba a las 5 de la mañana, cuando se iba a trabajar, y me golpeaba la persiana para saber que estaba todo bien‘, recuerda el ‘Tata‘ Martino.
Por esas extrañas paradojas del fútbol, y de la vida misma, Martino es el jugador que vistió más veces la camiseta de Newell‘s y que ganó más títulos -1988, 1990 y 1992- y que lo sacó campeón como técnico con un equipo formado para salvarse del descenso.
Pero también uno de los que sufrió más escarnios, como las agresiones verbales que padeció porque el equipo perdió con Boca la Liguilla de 1986 y hasta la expulsión del club que soportó en 1995 de parte del presidente Eduardo López, junto a Norberto Scoponi y Juan Manuel Llop.
Aquel Newell‘s del ‘Indio‘ Solari había ganado 2 a 0 el partido de ida contra Boca, en La Bombonera, pero en la revancha perdió 4 a 1 en el Parque Independencia, un domingo a la mañana, que era el ‘Día del Padre‘ como hoy.
Todavía se recuerda la aciaga tarde de 1995 en la que Martino tuvo que irse casi en soledad de la vieja cancha de Newell‘s, sólo despedido por un puñado de familiares y amigos, entre quienes estaban sus viejos, su esposa y sus hijas, quienes le cantaron, quizás premonitoriamente: ‘Olé, olé, olé, Ta-tá, volvé...‘
Recién hace un par de años algunos dirigentes comenzaron a pagar la deuda de gratitud con Gerardo Martino cuando le pusieron su nombre a la platea de la vieja visera del estadio Coloso Bielsa: ‘Le pusieron el nombre a esta tribuna porque aquí jugaba yo, en la sombra‘, se rió el ‘Tata‘ el día del bautismo.
Luego Newell‘s llegó a la situación extrema de peligrar con el promedio para el descenso y Martino tuvo la grandeza de volver a darle una mano en el momento más difícil, al extremo de sacarlo campeón y, sobre todo, de demostrar que no es un ídolo con pies de barro sino de barrio.
Télam