El destituido presidente de Paraguay, Fernando Lugo, saltó a los primeros planos de la política a fines de 2007 a partir de su rol de obispo en una de las zonas más pobres del país.
De 61 años, Lugo había sabido aprovechar durante el proceso electoral de 2008 el desencanto del electorado con los partidos tradicionales y su lugar de ‘outsider‘ de la política, y capitalizado su tarea pastoral en el Departamento San Pedro.
Casi sin otra opción, varios partidos de izquierda y centroizquierda, organizaciones sociales, gremiales y campesinas y hasta el centrista Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) lo llevaron como candidato de una alianza como mínimo heterogénea.
Pero su gestión nació con problemas: a la escasa presencia de legisladores propios en el Congreso se sumó un enfrentamiento casi inmediato con su vice, el liberal Federico Franco.
A ese cuadro se sumaron las varias denuncias de paternidad que lo obligaron ya a reconocer a dos hijos, y a enfrentar otros pedidos en la justicia civil.
Aunque Lugo consiguió notorios avances en materia social, un crecimiento sostenido en el PBI y una fuerte presencia en los procesos de integración regional -en el Mercosur y la Unasur- la mayoría opositora en el Congreso le jugó permanentes malas pasadas.
La demora en la prometida reforma agraria se volvió un verdadero problema, porque las tomas de haciendas y tierras se hicieron costumbre. Fue justamente el operativo de desalojo de una finca en Curuguaty, con 17 personas muertas, lo que terminó por empujar su salida.
Aquel sacerdote de hablar pausado nació el 30 de mayo de 1951 en la localidad de San Solano, distrito de San Pedro, departamento de Itapúa, al sur de Asunción, aunque se crió en la ciudad de Encarnación.
Se graduó como profesor de educación primaria y ejerció la docencia en la escuela pública durante 1970, pero en marzo de 1971 ingresó en el Noviciado de los Misioneros del Verbo Divino, en septiembre de 1972 profesó sus primeros votos y en 1975 hizo sus votos perpetuos en esa congregación misionera.
En 1977 terminó sus estudios universitarios en la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, de donde salió con el título de licenciado en Ciencias Religiosas, y fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1977.
Pasó un tiempo en Ecuador trabajando como misionero en la diócesis de la provincia de Bolívar y ejerció allí como profesor y párroco en las localidades de Guaranda y Echeandía, donde vivió de cerca los problemas sociales y comenzó a interesarse por la Teología de la Liberación.
A mediados de 1982 volvió a Paraguay, ejerció el sacerdocio y la docencia en institutos religiosos y en 1983 viajó a Roma para estudiar Espiritualidad y Sociología. Se licenció en Sociología con especialización en Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad Gregoriana.
En 1992 fue nombrado superior provincial de los Misioneros del Verbo Divino en Paraguay y vicepresidente de la Confederación de Religiosos del Paraguay, y en abril de 1994 fue ordenado obispo y asignado a la diócesis de San Pedro, donde se hizo fuerte por su respaldo a los campesinos sin tierra.
El 11 de enero de 2005 el entonces papa Juan Pablo II aceptó su renuncia y pasó a ser obispo emérito de la Diócesis de San Pedro, desde donde profundizó su lucha social a favor de los más desposeídos.
Impulsó luego la organización de Resistencia Ciudadana, que agrupó a los principales partidos políticos de la oposición, las cinco centrales sindicales y más de un centenar de asociaciones civiles del Paraguay. De ese nucleamiento salió luego la estructura que impulsó su candidatura a la presidencia.
Esa decisión de ingresar formalmente a la política para pulsear por el Palacio de López en abril de 2008 llevó al Vaticano a rechazar su pedido de volver al estado laical y suspenderlo, en cambio, ‘a divinis‘.
Se conformó entonces la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), con varias fuerzas menores y el PLRA, que completó la fórmula con el candidato a vice, Federico Franco.
El binomio ganó las elecciones del 20 de abril de 2008, lo que puso fin a seis décadas de hegemonía de la Asociación Nacional Republicana, el nombre oficial del Partido Colorado, que esta semana pareció tomarse revancha, en el Congreso y con el ‘juicio político‘, de aquella derrota.
Télam