Mario Sotelo Vicepresidente del Kennel Club Santa Fe
Es ya sabido, por muy numerosos casos, de los ataques de perros a ciudadanos. Personalmente opino que suelen darse más en casas de familias que en la vía pública, si hablamos de perros callejeros. Si fueran más los ataques de los perros que habitan en las calles, tendríamos un serio problema y no solamente en el Instituto Antirrábico, sino en toda la ciudad.
¿Dónde radica este problema? Habitualmente cuando nos regalan o compramos un perro, el dueño del hogar se transforma en el propietario del animal, con todo lo que esto implica. No solamente comida, vacunas y alimento es necesario para el nuevo habitante. Es necesario también educar al mejor amigo del hombre. Con esto se evitarían muchos de los trastornos que hoy se viven. Hay que dedicarle tiempo, hay que enseñar comportamiento dentro y fuera de la casa, hay que demostrar que el perro está con su propietario porque es capaz de tenerlo.
Si un perro vive en el fondo de la casa, solamente conoce a su propietario y responde sólo a él, tenemos un peligro de cuatro patas en cualquier momento, pronto a saltar por cualquier circunstancia y ante cualquier persona. El perro (como en toda manada) necesita de un líder, y al incorporarlo a nuestro medio, debemos tener conciencia de que somos ese líder y demostrárselo.
Tenemos muchísimos casos que, por desconocimiento, enseguida se tilda de agresivo al animal. ¿Pero quién es el agresivo: el perro que ataca porque desconoce, el perro miedoso, o el humano que no educa o el que golpea a un animal?
Al perro hay que respetarlo, enseñarle y marcarle pautas dentro del hogar. La educación hacia la tenencia responsable es saber que el perro ocupa un lugar: el lugar del perro. Si no lo entendemos así, será muy fácil entonces hacer matar un animal porque muerde. Pero ¿quién controla el comportamiento del humano hacia ese animal?
Es muy fácil abrir la puerta y dejar que nuestro perro salga a la calle a hacer sus necesidades. Si al perro se lo llevan, acusamos a otros por habérselo llevado porque el animal parecía peligroso. Pero el peligroso es el que abrió la puerta. También es fácil caminar por una avenida (y lo veo muy seguido) con el perro suelto. Si agrede por cualquier circunstancia, el peligroso y el más perjudicado es el animal; el dueño no.