El padre Leonardo Nardín, rector del Colegio Inmaculada, consideró que a lo largo de su historia, la institución “tuvo en muchos aspectos el periscopio más alto para mirar hacia el futuro”. Recordó que el colegio siempre realizó una apuesta fuerte por la ciencia y, por eso, equipó a los laboratorios con instrumentos de última generación. “Antes de que hubiera electricidad en Santa Fe, ésta se generaba aquí en los laboratorios. Y hasta tenemos un armario enorme con diapositivas que datan de 1800 y pico, por lo ya en ese entonces se usaban dispositivos de avanzada en la educación”, destacó.
También fue muy importante la creación de la Academia de Literatura donde iniciaron su vocación literaria reconocidas figuras como Juan Zorrilla de San Martín, Manuel Gálvez, Gustavo Martínez Zuviría, Faustino Legón, Alfonso Durán, entre otros.
Los aportes que realizó el colegio a través de sus distintas Academias (de literatura primero, y décadas después las de taxidermia, química, idioma, música y pintura), fueron de avanzada para la época. “Hubo un estudio científico muy importante en los años ‘60 sobre la raya y esto hizo que llegaran al colegio investigadores de Japón, Estados Unidos, Alemania y Chile en busca de la nueva información”, subrayó Nardín.
El deporte también fue de gran relevancia en la institución. Se practicaba tiro, esgrima y los deportes tradiciones de la época. En 1948 comenzó a funcionar el campito de deportes -que hoy es El Ateneo- donde también se creó el primer natatorio climatizado de Sudamérica. “Desde fines del siglo XIX se incluye a la gimnasia en la información integral del alumno, cumpliendo con una frase típica ignaciana: no se forma solamente la cabeza de la persona sino también su corazón, las manos, para que pueda dar lo mejor de sí en base a la parábola de los talentos”, indicó el rector.
A fines de la década del ‘60, el colegio imprime un cambio de rumbo en su programa educativo. “Pasa de formar hombres brillantes para sí mismos a formar el corazón de hombres ‘para y con los demás’ que es el lema jesuita”, señaló Nardín. Se suprime el internado, se reemplazan los pupitres por mesas de trabajo, se insiste en la formación ciudadana y en las experiencias de servicio. “Otra cuestión interesante es que en 1970 se dicta la primera clase en informática en un colegio del país que se llamó Sistematización de Datos”, recordó.