María Florencia Morello salió de su casa por última vez el sábado 1° de octubre del año pasado, un rato antes de que amaneciera. Iba a trabajar, al bar Plataforma 24 de la Termina de Ómnibus General Belgrano, como todos los días. Pero esta vez algo sucedió en el camino. Todavía no eran las 6 de la mañana cuando un muchacho que circulaba por Irigoyen Freyre al 3000 vio el cuerpo de la joven de 21 años, en la entrada de coches de un edificio de departamentos, ubicado a mitad de cuadra. Alertados por el llamado del descubridor de la escena, llegaron al lugar una patrulla del Comando Radioeléctrico, acompañada por una ambulancia del servicio de emergencias 107. De inmediato se hizo el traslado, y Florencia entró a la guardia del Hospital Cullen a las 6.15. Pasó cinco días de agonía en la Unidad de Terapia Intensiva, para luego de su fallecimiento ser llevada a la morgue judicial, donde le realizaron la autopsia. Su deceso ocurrió durante la madrugada del jueves 6 de octubre. Luego del trabajo de los médicos forenses, el cadáver fue trasladado a Calchaquí, su ciudad de origen, para el velatorio. Familiares, amigos, y vecinos que se solidarizaron con los más cercanos, acudieron en buen número a la ceremonia de despedida. Calchaquí fue ese día una comunidad desconcertada, entre el dolor y la impotencia de tener que aceptar lo irremediable. Sin pistas Inmediatamente de conocida la desgracia, el juez de Instrucción de turno Carlos Ferrero, se puso al frente de la investigación. Pero lejos de los resultados esperados por los familiares de la víctima, todavía se desconoce el autor del crimen. En ese entonces el jefe de policía de la Unidad Regional I era el comisario Alejandro Forzare, quien se vio desbordado por a serie de hechos delictivos que afectaban a la ciudadanía. El mes anterior, un delincuente hirió de muerte al propietario de una agencia de quinielas, Isaac Vainman, hecho que generó una serie de movilizaciones en reclamo por mayor seguridad. Lo ocurrido con Florencia Morello fue un golpe más a la tranquilidad de los habitantes de la ciudad, que no se explican cómo nadie vio nada, en horas en que muchos jóvenes regresan a sus casas después de salir a bailar. En Calchaquí también hubo movilizaciones, organizadas por el hermano de Florencia -José Ignacio-, que con su corta edad salió a reclamar justicia. A los dos meses de la muerte se hizo una marcha que reunió a más de mil vecinos. Hipótesis Florencia vivía en bulevar Zavalla al 2800, y según se supo a los pocos días de ocurrido el hecho, repartía volantes de una asociación de cienciología llamada Dianética. Se cree que la madrugada del ataque podría haber estado en esos menesteres, cuando fue abordada por una o más personas. Entre las hipótesis que se manejan, fuentes cercanas a la investigación descreen que el asesino pueda estar en su círculo íntimo o de amistades. Por el contrario, se apunta a un encuentro casual, con un desconocido, que aprovechando la oscuridad del lugar y la diferencia de fuerzas, logró dominar a la joven. No obstante, algunos elementos permiten sospechar de un caso en el que la premeditación no estuvo de lado. Al momento del hallazgo, varias personas refirieron que la chica tenía una zapatilla colocada debajo de la cabeza, destrozada por los golpes. También se habló de su vinculación con personas que estaban en tratamiento por consumo de drogas, a quienes ella les brindaba ayuda humanitaria. Por lo cual no sería descabellado pensar en una venganza o intento de silenciar a la chica. Si bien nunca hubo una confirmación oficial, habría resultado de la autopsia que Florencia, además de haber sido brutalmente golpeada, también habría sido violada por su captor. Esto también se desprende del estado en que estaban sus ropas, desgarradas y hechas jirones.