Por Pedro Bartés (*)
En estos 9 años que me ha tocado vivir en los EEUU, he sido testigo de cómo una potencia mundial poco a poco se ha ido desvaneciendo. Ya no existe esa prepotencia a la que el famoso “Yanquee” nos tenía acostumbrados. Una guerra sin fin, una depresión económica tan grande como la del 29, despidos masivos, personas perdiendo sus viviendas, han hecho que poco a poco el norteamericano pierda esa soberbia que tanto lo caracterizaba.
En medio de todo este caos, surge la figura de Barack Obama ofreciendo nada más que esperanza y cambio. Y eso es justo lo que esta nación está pidiendo, una palabra de aliento, un “Sí se puede”. La capacidad de Obama para transmitir un mensaje de esperanza al pobre norteamericano con una oratoria semejante al sermón de Iglesia que los pastores afroamericanos dan cada domingo, encendió la ilusión de muchos, de los más desesperanzados. Quizás su mensaje no tenga la sustancia, la profundidad que todos quieren, pero alienta a soñar, alienta a creer en un cambio.
La persona indicada
Como buen santafesino escéptico, a veces me da ganas de codearlo a mi compañero de trabajo Mike, un ferviente admirador de Obama, y decirle, che, no te das cuenta, Obama es como cualquier otro político, promete cambio, y el único cambio que va a haber es que los sueldos sólo van a alcanzar para el cambio del colectivo. Pero por qué arruinarle la esperanza a ese norteamericano que está abatido, cansado de tanto desastre causado por la administración de Bush. Quizás el equivocado soy yo; quizás Obama no es como todos los políticos; quizás es cuestión de creer en alguien; pero los Vanreles, Reutemans, Obeids siempre me hacen dudar.
Muchos piensan que todo está arreglado para que Obama fracase. Asumir como presidente en este momento es algo que no muchos se animarían a hacer. La crisis económica empeora minuto a minuto y no parece haber salida alguna. En lo personal, creo que Obama es la persona indicada para pilotear este desastre. Tuve la oportunidad de seguir todas sus presentaciones durante las internas y más tarde durante la campaña en contra de los Republicanos. Siempre mantuvo su compostura, su calma, incluso en los momentos en donde los ataques hacia su persona eran brutales. Qué mejor que una persona que no reacciona impulsivamente, que piensa cada movimiento como una jugada de ajedrez, para dirigir esta nación. Sus discursos políticos fueron un cambio refrescante a lo que estábamos acostumbrados con Bush. Primero que nada, podía articular palabras en Inglés, algo que Bush no ha podido hacer en estos últimos 8 años, y lo más importante es que propagó un mensaje de unión en un país que ha estado divido desde la administración de Bill Clinton.
Un cambio de actitud
Me acuerdo del ‘83 en Argentina, cuando todos estábamos motivados por el regreso de la democracia. Yo empezaba la secundaria en Inmaculada, y nunca me voy a olvidar el entusiasmo de los chicos para participar en la política, un entusiasmo que se fue perdiendo con el paso del tiempo. EEUU, con la llegada de Obama, está viviendo un tiempo semejante. Cansados de tanto abuso, los jóvenes estadounidenses se habían alejado de la participación política. Su vida giraba en torno a jugar con la Playstation, pelear con los padres y tratar de sobrevivir.
Obama cambió esa actitud. Por primera vez, los jóvenes se sintieron representados. Obama tuvo la inteligencia suficiente de hablarles a ellos. Sus discursos, contenían mensajes exclusivamente dedicados a los chicos que no parecían pertenecer a esta Norteamérica que sólo creaba especuladores financieros y amantes de la guerra. De golpe había un candidato joven que los incluía, que hablaba su lenguaje, el lenguaje de Youtube, de Facebook, de mensajes de textos, que hasta se animaba a bailar en un programa de televisión muy conocido. Así fue cómo Obama construyó su campaña política, con la ayuda de los jóvenes que no sólo propagaban su mensaje a otros jóvenes, sino que además se animaban a tratar de convencer a sus padres y abuelos para que votaran por su candidato.
Los jóvenes norteamericanos no tienen ese tinte racial que las personas de arriba de 50 sienten en este país. El joven norteamericano ya no ve colores; ve las personas por lo que son, y Obama se dio cuenta de eso antes que nadie. Obama sabe que tiene en esos jóvenes sus defensores más fervientes, pero también sabe que la juventud norteamericana no puede ser decepcionada una vez más, porque sería la debacle de esta sociedad.
Camino a la inclusión
Como latino y minoridad en los EEUU es un orgullo que este país finalmente haya podido contra las barreras raciales y haya votado por un candidato afroamericano. Esto no quiere decir que el racismo haya terminado, en absoluto. El trabajar en una radio en Inglés me brinda un contacto privilegiado con el norteamericano común y, a pesar de que muchos celebran el hecho de que un negro haya sido elegido como presidente, otros no ocultan sus prejuicios. Están agazapados, esperando el desastre. Ahora dicen que si Obama fue elegido presidente esto significa que los afroamericanos ya no se pueden quejar más de discriminación. Gracias a Dios esos son los menos. La mayoría, más de un 70 por ciento del país, ve el triunfo de un negro como el triunfo de todos. Para los afroamericanos es la culminación de años de sacrificio, de años de esclavitud, violencia y discriminación. Los hijos de esclavos y activistas que sufrieron la violencia y la incomprensión de una sociedad racista ven en Obama un sueño hecho realidad y el comienzo de una Norteamérica que crece más allá de las ideologías raciales. Para los latinos que vivimos acá, Obama significa que quizás nos toque a nosotros la próxima vez, que es posible pensar en un presidente latino. No es coincidencia que Obama haya usado como slogan el “Sí se puede” la frase que cantamos los latinos en las calles de EEUU cuando salimos a pedir por una reforma migratoria.
Un día histórico
Hoy más de 4 millones de personas se juntarán en el Capitolio en Washington pese a las gélidas temperaturas que tendrán que soportar para presenciar este momento histórico en esta democracia tan joven. Probablemente, muchos de ellos van a ver a Obama y muchos otros van para asegurarse que Bush se vaya de la casa Blanca. Es gracioso que en su último discurso, Bush dijo que se iba con la cabeza en alto. Mejor que se agache un poco para esquivar los zapatazos…
Todo está alquilado; no hay ni una habitación disponible en los hoteles de Washington DC y los alrededores. Muchos residentes de la ciudad se fueron y alquilaron sus casas y departamentos por sumas astronómicas (quizás una señal de que la economía puede repuntar con la administración de Obama). Nunca una jura presidencial tuvo las celebridades y los músicos que tuvo la de Obama. Desde Stevie Wonder hasta U2, desde Samuel L Jackson hasta Sharon Stone que pagó .000 para poder asistir. Quizás si Clinton era el presidente y ella prometía sentarse en la primera fila y hacer lo de la película “Instintos Básicos”, la dejaban entrar gratis. Nadie se quiere perder la oportunidad de ser parte de la historia, de poder contarles algún día a sus hijos o nietos que estuvieron ahí.
La ceremonia en sí enfatizara sobre todo la pluralidad racial, cultural y religiosa de EEUU. Eso fue siempre el caballo de batalla de la campaña de Obama. La diferencia de edades y razas entre los asistentes al juramento es realmente increíble. Por supuesto que la fiesta continuará después de la asunción. Hay cientos de galas organizadas, muchas políticas, otras más de simpatizantes con precios que varían desde los cientos de miles dólares hasta 200 o 300 dólares. El costo total de la ceremonia de juramentación superará los 47 millones de dólares. En cuanto a quienes han contribuido, hay una larga lista de donantes que el equipo de transición ya se ha encargado de hacer pública. Estamos ante la ceremonia de toma de posesión más costosa en la historia de Estados Unidos. Y la pregunta de muchos, quizás los que no votaron por él, es si es apropiado en este momento de crisis hacer semejante gasto. Vale aclarar que los gastos no son solamente en frivolidades, ya que se calcula que estarán destacados entre 42 mil y 45 mil elementos de seguridad. Se incluyen agentes del servicio secreto, de la policía municipal, de la Guardia Civil y del Departamento de Seguridad Interna, el DHS.
Como argentino, espero que Obama sea diferente. Que mire a Latinoamérica como aliados y finalmente se dé cuenta que la unión latinoamericana es para el beneficio de todos. De por sí que las cosas no van a cambiar de un día para el otro. Primero Obama tendrá que cambiar la mentalidad del norteamericano común, que cuando piensa en Latinoamérica, sólo piensa en México y sus problemas con la droga, o en Hugo Chávez. Pero ese es un análisis que podemos hacer en el futuro. Ahora hay que disfrutar este momento de cambio, y pensar que si EEUU fue capaz de elegir a un presidente negro a pesar de años de racismo y discriminación, no es un sueño pensar que Argentina puede alguna vez votar por políticos que sinceramente representen al pueblo y que se rompan los esquemas partidarios a los que nos tiene acostumbrado nuestra realidad política y social.
Por lo pronto, mañana iré a trabajar como muchos norteamericanos, con mi amigo Mike, el fanático de Obama, y cuando me diga que Obama es diferente, que es capaz de milagros, que no es como los otros, lo voy a mirar a la cara, voy a sonreír, y le voy a decir que sí, que creo que tiene razón, que esta vez va a ser diferente.
(*) Periodista santafesino radicado en EE.UU.