Estanislao Giménez Corte
egimenez@ellitoral.com
Menos de diez años atrás, producto de la crisis del 2001, o del cambio de milenio, o del peso en cada quien de su propia historia, comenzó a repetirse, en los medios de comunicación, en los textos de los historiadores, en las obras de músicos y poetas, en la crónica diaria, ad infinitum, la apelación a una suerte de neologismo para explicar o representar un estado de cosas: “la argentinidad”. Cualesquiera sean las cosas o cuestiones que ésta, si existe, representa, se la usó, se la malversó, se exageró a propósito de la argentinidad. Detrás de muchos éxitos editoriales, cursos, conferencias, seminarios, ensayos y simposios se escondía, tal vez, la necesidad de las gentes de comprender; de entender el país, a sus políticos, a sus crisis y, más específicamente, a la reiteración alevosa de las crisis. No hay respuestas, probablemente, pero nadie cuestionará el sano ejercicio de pensarnos a nosotros mismos, aunque sea una desmesura empresa.
Sólo el presente
En 2006, cuatro universidades nacionales comenzaron a gestar el ciclo que, en su tercera edición, aúna la mirada de intelectuales provenientes de diferentes áreas del conocimiento. Con la presencia del gobernador de la provincia Hermes Binner, de parte de su equipo de trabajo, de autoridades universitarias y del gobierno local, y en el marco de la apertura del ciclo “Pensar la Nación en el Bicentenario”, el pasado 26 el periodista Carlos Gabetta, director de Le Monde Diplomatique Edición Cono Sur, brindó una conferencia, dinámica y entretenida aunque demasiado ambiciosa en su recorrido temporal, que trató someramente, como no podía ser de otra forma, parte de la historia argentina.
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