Por Natalia Kidd (EFE)
Un argentino con acento madrileño ha inventado el primer ataúd ecológico, fabricado con cartón de desecho y que permite salvarle la vida a un árbol al tiempo de darle al fallecido una sepultura en armonía con el medioambiente.
“¿Tiene algún sentido talar un árbol para hacer un ataúd en el siglo XXI?”, se pregunta Mauricio Kalinov, inventor del Restbox, fabricado en la localidad bonaerense de Luján a partir de cartón que compra a recolectores informales de desechos, conocidos en Argentina como “cartoneros”.
El invento no es nuevo: Kalinov lo ideó en 1992, cuando residía en Madrid, pero el cajón ecológico causó furor en una exposición para el sector de servicios fúnebres que se realizó recientemente en Buenos Aires.
Esta inusitada fama le abre esperanzas de captar un 25 por ciento del mercado de venta de ataúdes en Argentina y de aquí a dos años posicionarse también en Suramérica.
Sus clientes potenciales son los consumidores de bajos recursos -cuesta unos 60 dólares frente a los 160 dólares que como mínimo sale un ataúd convencional- y los que tienen conciencia ecológica.
De momento, el Restbox tiene como principal nicho de venta a organismos internacionales y gobiernos sacudidos por catástrofes, como atentados o terremotos, con el Golfo de México -siempre azotado por huracanes y tormentas mortales- como primer destino de exportación.
“Se entregan desarmados para poder tener almacenados unos 10.000 o 20.000 de ellos y ser montados en el destino de una catástrofe, porque es mucho más barato llevar el ataúd al muerto que el muerto al ataúd”, dijo a EFE Kalinov, quien residió durante veinte años en Madrid hasta su regreso a Argentina, en 2006.
El ataúd se envía a la manera de las cajas para armar o los muebles para ensamblar que se consiguen en cualquier supermercado y no requiere de conocimientos técnicos o herramientas específicas para su montaje.
El empresario ha donado ataúdes a la Cruz Roja para dar sepultura a fallecidos en el atentado del 11-S en Nueva York y del tsunami en el sureste de Asia en 2004.
El Restbox está totalmente hecho con cartón reciclado, es resistente al agua, pesa doce kilos pero es capaz de soportar un cuerpo de hasta 225 kilos, y externamente tiene el aspecto de un cajón convencional, con acabado que puede simular roble o caoba, y hasta hay un modelo para mascotas.
Este invento también permite una “cremación ecológica”, ya que al no tener ceras como los ataúdes de madera no emite toxinas en la incineración y sus cenizas son biodegradables.
“El cliente del siglo XXI ha cambiado. Cuando un funerario le da la alternativa de un servicio ecológico, pues el consumidor opta por ello. Entiende que la muerte tiene que pasar de la manera más amigablemente posible con el medioambiente”, asegura Kalinov, que además exporta a Europa cortes de alta calidad de carnes de bovinos engordados con pastos naturales.
El empresario, que dice tener conciencia medioambiental “de toda la vida”, precisa que para hacer un ataúd convencional se necesita talar un árbol, mientras que del cartón que se fabrica a partir de la tala de un árbol se pueden hacer cien cajones ecológicos.
Cada Restbox requiere como materia prima 18 kilos de cartón de desecho que Kalinov compra a los “cartoneros” en una “acción social de círculo virtuoso, donde ellos puedan tener una rentabilidad a partir de la ecología” y “todas las partes ganan sin cortar árboles para hacer ataúdes”.
En el mundo existen otros ataúdes que se promocionan como ecológicos, como el británico Ecopod o el suizo Peacebox, pero éstos -asegura Kalinov- son más caros y están hechos de cartón salido directamente de fábricas papeleras, es decir, “no son ciento por ciento de cartón reciclado como el Restbox”.