Aunque en todos los distritos los oficialismos corren con ventaja, la magnitud de la ventaja oficialista varía notablemente entre las provincias. En Formosa, San Luis, Santa Cruz, Santiago del Estero, Neuquén y La Rioja la probabilidad de victoria del oficialismo es del 100%. En Santa Fe, Buenos Aires, Jujuy, Córdoba, Catamarca, San Juan y Río Negro la probabilidad de victoria es considerablemente más alta para los candidatos del partido gobernante, pero la diferencia de votos indica que la oposición logra acumular una cantidad de votos importante en las urnas.
Por su parte, Chaco, Entre Ríos, San Juan, Salta y Tucumán consolidaron recientemente una profunda ventaja oficialista y, a partir de 2003, la brecha entre oficialismo y oposición se agrandó hasta rondar el 50% de los votos.
Según Pomares, cuando la oposición está tan debilitada que no constituye una alternativa real, las elecciones dejan de funcionar como una instancia de rendición de cuentas. Si el oficialismo no tiene chances de perder, tampoco tiene incentivos para tener en cuenta las demandas del electorado. “Un poder más repartido no sólo genera las condiciones para que funcione el sistema de pesos y contrapesos, sino que tiende a construir acuerdos, permite repartir responsabilidades y resulta más efectivo para contener la disputa de poder dentro de las instituciones”, señaló Page.