Dicen que una sonrisa puede ser la cura de todos los males. Y seguramente esto es lo que tiene en mente Diego Santacruz cuando recibe a cada uno de sus pacientes en el Centro de Salud María Elena Candioti de Sarsotti.
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Más de 40.000 espectadores caben en el estadio Brigadier Gral. Estanislao López, orgullo del Club Atlético Colón. Fue subsede de la Copa América 2011; y es considerado uno de los 5 mejores estadios del fútbol argentino. Fue inaugurado el 9 de julio de 1946 bajo el nombre Eva Perón. Cambió por el actual en 1955. Un reconocido periodista deportivo de El Litoral, Ángel José Gutiérrez, lo apodó “Cementerio de los elefantes”, por el que es también conocido.
Dicen que una sonrisa puede ser la cura de todos los males. Y seguramente esto es lo que tiene en mente Diego Santacruz cuando recibe a cada uno de sus pacientes en el Centro de Salud María Elena Candioti de Sarsotti. Su consultorio es el barrio. Conoce las calles, las recorre. Bromea con las personas, les pregunta “cómo está la familia”, los conoce... como si fuese un vecino más.
Es agente sanitario y desde 2008 trabaja en el sector más humilde de Centenario. “El objetivo del agente sanitario es justamente ése: caminar el barrio y detectar los problemas que puede haber en torno a la salud”. Si bien reconoce que “no es fácil, por la inseguridad”, destaca que la mayoría de los vecinos “son buena gente pero la delincuencia es lo que más vende. Hay muchas cosas buenas del barrio”.
Cuando abrió, el Centro de Salud atendía a una población de 800 personas. Hoy, el barrio creció: se calcula que dentro del radio de atención -comprendido entre calles Malvinas, Rodríguez Peña y Raúl Tacca- viven unos 5 mil pacientes.
En Zavalía 342, este Centro de Salud atiende a unas 200 personas por día. Se trata de una población especial, representada fundamentalmente por pequeños y gente mayor, con condiciones de vida afectadas por cuestiones ambientales y por las dificultades propias de la pobreza. Muchos de los vecinos ni siquiera cuentan con servicios básicos, lo cual afecta de manera sensible su salud.
La preocupación de Diego Santacruz es evidente. Forma parte de un equipo compuesto por dos enfermeras, un administrativo, el personal de limpieza, un médico clínico, una pediatra y obstetra, una psicóloga y una asistente social. Todos luchan día a día para proteger a una población carente de oportunidades, en un espacio muy pequeño y que se muestra muy poco funcional.
Sin embargo, Diego intenta ver el vaso medio lleno y destaca que no todo es tan malo y que hace algunos días se licitó una reforma en el centro de salud, básicamente pintura y una serie de reparos edilicios menores, pero necesarios.
Una red de instituciones
Desde principios de 2011, las entidades del barrio Centenario trabajan juntas por resolver los problemas y acercarse a la gente. En total, son 18 entidades de Centenario y Fonavi San Jerónimo, inmerso en él: cuatro escuelas -Ntra. Señora de Itatí; la Quiroga; la Simón Bolívar y la especial Edgardo Manzitti-; el centro de jubilados y la vecinal Barrio Centenario; dos centros de salud -Emaús y Fonavi San Jerónimo-; el CAF Nº 22 y el Nº 25; los jardines de infantes Germán Berdiales y Nélida Boente; la escuelita popular de fútbol; el centro socialista La Vertiente del Sur; un grupo de microemprendedores del barrio y la Asociación Civil Los Pumitas del Sur.
Ya en las primeras reuniones, todos coincidieron en las principales preocupaciones: la inseguridad y el problema delictivo de adolescentes, jóvenes e incluso niños que ejercían arrebatos continuos. Desde allí, se reúnen cada tanto y desarrollan propuestas “para abordar este flagelo que estaba afectando la niñez y la juventud barrial”. En dos años de trabajo conjunto, la Red de Instituciones realizó diferentes actividades para familias en la plaza Santa Sofía, y brindó charlas y asesoramiento a los vecinos para abordar el problema de inseguridad. “La perseverancia y el creer que era posible generar este trabajo en común es lo que sostiene y consolida a la Red de Instituciones de Barrio Centenario”, expresó José Felice, referente de la Red.
La paradoja de la Escuela Manzitti
La Escuela Especial Nº 2075 Eduardo Manzitti está destinada a la educación de chicos ciegos o con problemas de visión. Ubicada en Nicasio Oroño 790, brinda la formación necesaria que los ayudará a desenvolverse a lo largo de sus vidas. Manzitti representa un punto de referencia para una amplia región de la provincia. Sin embargo, la institución está asentada sobre un pasaje con problemas de acceso: la calle no cuenta con vereda y la calzada está en mal estado.
La escuela vive, así, una extraña paradoja: por un lado, promueve que sus alumnos sean autosuficientes; por otro, los obliga a usar bastones y sillas de ruedas acompañados por algún familiar para evitar tropezones y caídas. La falta de un acceso prudente no sólo dificulta el ingreso al establecimiento sino también la realización de trabajos en la comunidad. Las autoridades de la escuela también manifiestan su clara preocupación con respecto al desorden del tránsito. En el pasaje, la gente estaciona sus vehículos en cualquier lado, poniendo en riesgo a los niños. Los docentes reclaman no sólo a la Municipalidad sino también a los particulares por esta situación pero el esfuerzo es en vano. Los problemas no terminan ahí: la inundación que se produce en Nicasio Oroño cuando llueve genera un dolor de cabeza para los docentes y las familias. Si bien se hizo un mejorado porque el agua imposibilitaba el ingreso, los días de lluvia se imponen como contratiempo para la institución.
"Trabajamos con miedo, es un barrio inseguro. Por suerte, nos robaron poco: sólo dos veces. El barrio está feo, ya no podés estar en la vereda”. Hugo Torres, panadero. "La construcción del Fonavi atrajo el desarrollo comercial. Abrieron negocios y supermercados que están cerquita, hoy la gente no necesita ir a hacer sus compras al centro”. Adán Kipes, vecino de calle Rodríguez Peña. "El barrio está mal visto. después de las 21 no entran los remises, y los colectivos desvían varias cuadras antes para no entrar en Centenario”. Malena Sesma vivió toda su vida en Centenario. "No tenemos comisaría: la más cercana está en el Fonavi. Son frecuentes los asaltos a primera hora de la mañana, en las paradas de colectivo. Las ambulancias entran con custodia policial. Los vecinos piden más seguridad”. Milagros Spigosi, integrante de la vecinal.