Por Adrian R. Huber
EFE
El finlandés Kimi Raikkonen, que el año que viene será compañero del español Fernando Alonso en Ferrari, el equipo más victorioso de la Fórmula Uno, es conocido en el ambiente automovilístico por su enorme talento dentro de las pistas, así como por su carácter a la vez introvertido y excéntrico fuera de ellas.
Kimi-Mattias, nacido el 17 de octubre de 1979 en Espoo, una de las grandes figuras de la categoría reina del automovilismo, regresa a la escudería para la que ganó el título Mundial en 2007, el último logrado por Ferrari y el cuarto de un finlandés, después de los que se anotaron el genial Keke Rosberg -el padre de Nico, actual piloto de Mercedes-, en 1982 (ganando una sola carrera, con Williams); y Mika Hakkinen, en 1998 y 99 (con McLaren).
La llegada de Raikkonen a la F1 se produjo casi con la misma velocidad con la que se emplea el finés en los circuitos, ya que lo hizo sin pasar por las series previas en el escalafón, la Fórmula 3 y la Fórmula 3000 -equivalente de aquella a la GP2 de hoy en día-.
Kimi había llamado poderosamente la atención a partir de 1999, cuando ganó cuatro carreras y el título de la Fórmula Ford, antes de anotarse un año después el campeonato Renault británico Renault, ganando siete de las diez carreras, a lo que añadió otros dos triunfos en la Fórmula Renault.
Había ganado trece de las veintitrés carreras disputadas cuando Peter Sauber tuvo el buen ojo clínico de contratarlo, dándole la oportunidad de probar un Fórmula Uno en septiembre de 2000. Y, cuando muchos ponían en duda la idoneidad de concederle la ’superlicencia’ para subirse a un monoplaza de la categoría reina, el magnate suizo le otorgó un asiento en su escudería, con la que debutó en Gran Premio de Australia de 2001, logrando puntuar -sólo lo hacían seis en aquel entonces-, al acabar sexto en Melbourne.
Ese año fue compañero del alemán Nick Heidfeld y su gran actuación le sirvió para dar el salto la temporada siguiente a McLaren, donde sustituyó a su compatriota Hakkinen, con el que ahora está empatado a victorias en Fórmula Uno (20).
Curiosamente, en Sauber su sustituto fue el brasileño Felipe Massa, al que “Iceman” relevará a partir del próximo año en Ferrari para compartir ’box’ con el doble campeón mundial asturiano.
Formando pareja con el escocés David Coulthard, de nuevo en la primera carrera, en Albert Park, Kimi firmó su primer podio -fue tercero-, en un curso en el que subió otras tres veces al cajón.
Raikkonen logró su primer triunfo en la segunda carrera del año siguiente, en Sepang, cuando su nombre se comenzó a asociar al de Alonso, que firmó en Malasia su primera ’pole’ y su primer podio, plusmarcas de juventud en ese momento. Fue segundo en ese Mundial, al igual que dos años después, en 2005, cuando igualó los siete triunfos del genial piloto asturiano, que acabó logrando un título que revalidaría en 2006.
Kimi ganó nueve veces para McLaren, pero no festejó un título que sí celebró al año siguiente, al aprovechar para Ferrari la nefasta gestión que hizo ese año Ron Dennis en el equipo de Woking, cuando para él pilotaban Alonso y el inglés Lewis Hamilton.
El finlandés se convirtió en el último campeón hasta la fecha de la Scuderia, para la que también comenzó ganando en Australia y logró otras ocho victorias más. Seis en su año triunfal, dos en 2008 y una en 2009, cuando, antes de tiempo, y según el equipo de Maranello por escasez de implicación, se rompió la relación.
De aquella, Kimi ya se había convertido en uno de los personajes más singulares de la parrilla, tímido y callado en los circuitos, pero capaz de elevar sus festejos a lo superlativo fuera de ellos.
Tras pasar dos años en el Mundial de rallys, regresó a la categoría reina en 2012, de nuevo en Melbourne, donde sorprendió manifestando que durante su ausencia, no había visto una sola carrera de Fórmula Uno por televisión, porque tenía “cosas más importantes que hacer”.
En la siguiente prueba, en Malasia, y por gentileza de su nuevo equipo, Lotus, Kimi obsequió con un helado a todos los periodistas presentes en la sala de prensa, a quienes tanto había sorprendido que tres años antes, antes de que declarasen oficialmente suspendida -por diluvio-, la carrera de Sepang, él se comiera uno en el ’motorhome’ de Ferrari cuando otros pilotos estaban en la parrilla.
Siempre genio y figura, tras demostrar a las primeras de cambio que no se le había olvidado pilotar un gran monoplaza, el día de su primer triunfo para Lotus -el año pasado, en Abu Dabi- les rogó a sus ingenieros que le dejasen “en paz” y que no le dieran instrucciones, porque de sobra sabía él lo que tenía que hacer.
De nuevo en una de sus pistas talismán, Raikkonen se convirtió en el primer líder del actual campeonato, al ganar en Melbourne la prueba inaugural de un Mundial en el que ahora es cuarto, con 134 puntos, a 88 del alemán Sebastian Vettel, que camina firme hacia su cuarto ’doblete’ con Red Bull tras ganar en Monza (Italia).
En un fin de semana, en el que el nombre más pronunciado fue el del nuevo colega de Alonso y en el que el periodista finlandés Heikki Kulta fue requerido hasta la extenuación por gran parte de sus compañeros de profesión, ansiosos de conocer detalles de una noticia que no se confirmó hasta hoy, miércoles.
Pero que el pasado lunes no sorprendía al austriaco Franz Tost, jefe de equipo de Toro Rosso, que, tras explicar que un piloto de F1 debe serlo “las 24 horas del día y durante los 365 días del año”, contestó a Efe en Faenza (Italia) que la excepción era precisamente el piloto de Espoo, cuyo talento apreció tanto que declaró que “incluso en estado de embriaguez” Raikkonen es mejor que otros pilotos “completamente serenos”.