El represor Julio "el turco Julián" Simón se colocaba una "banderita nazi" como brazalete y mostraba mayor ensañamiento en las torturas a las personas de religión judía que estaban ilegalmente privadas de su libertad en el centro clandestino de detención "El Olimpo", relató uno de los sobrevivientes de ese campo de concentración. Jorge Augusto Taglioni, un director de cine que fue secuestrado junto a su mujer embarazada, en julio de 1978, y alojado primero en "el Banco" y luego en "el Olimpo", antes de ser liberado por los mismos integrantes del "grupo de tareas" que lo habían capturado, brindó un testimonio desgarrador sobre esas circunstancias. Taglioni relató que "el turco Julián" y sus camaradas mostraban mayor crueldad con los judíos y con las personas "con problemas físicos", en especial con los del Frente de Lisiados Peronistas que habían sido conducidos a ese lugar y entre quienes se encontraba José Poblete, a quien le faltaban ambas piernas. "Al 'cortito' (tal el mote que le habían puesto los captores a Poblete por su deficiencia) le aplicaban terribles torturas", dijo el testigo quien refirió que, en esas "sesiones" de tormentos, "la voz (del imputado Simón) era inconfundible" y narró aberrantes casos de apremios físicos y morales. Taglioni recordó que cuando los colocaban como "pirámides humanas" obligando a acostarse unos sobre otros a los hombres desnudos y "arriba de todo lo ponían a 'el cortito' como una piedra movediza". El testigo recordó también las escenas cuando obligaban a todos los detenidos a "mirar la misa que pasaban por televisión y a los judíos los torturaban por no rezar" para lo cual los llevaban al "quirófano" como denominaban a la dependencia donde practicaban los tormentos. Taglioni fue uno de los dos testigos de la sesión vespertina de la segunda jornada del juicio oral y público que se le sigue a Simón por el secuestro, torturas y desaparición forzada de Poblete y su esposa Gertrudis Hlaczik y la apropiación de la pequeña hija de ambos. Por la tarde, los jueces escucharon, además, a Elsa Lombardo, una jubilada docente, que había sido secuestrada por su militancia en la juventud peronista y su actividad gremial, y llevada al "Olimpo" donde vivió una "experiencia profunda y dolorosa". "Para los represores todos éramos marxistas y comunistas con ideas foráneas y formábamos parte de un movimiento que había que reprimir", dijo la mujer y manifestó que "el horror era la constante las 24 horas". La docente recordó que, tras ser liberada, fue "controlada" mediante obligadas reuniones a las que la hacían concurrir bajo la advertencia que "la vida se perdona una sola vez y no hay una segunda oportunidad". Fuente: Télam