Empezaron a cantar a fines de la primavera. Se fue el verano, llegó el otoño y siguen cantando. Mientras tanto, una pregunta nos desvela a todos: ¿no se cansan de levantar sus alas y frotar una contra la otra hasta ensordecer a todo el que tienen cerca?
Esta temporada hubo pocos mosquitos. Pero a cambio, los santafesinos tuvimos que acostumbrarnos a convivir con los grillos. Desde hace tres meses, cientos de insectos negros saltan desesperados en un vano intento por esquivar un pisotón. Y cantan, ¡sin parar! Son inofensivos, es cierto. Pero tantos meses de mal dormir, terminan agotando a cualquiera.
Dos condiciones climáticas propiciaron la proliferación de estos insectos en Santa Fe: mucho calor y pocas lluvias. Y ésta es la buena noticia que tenemos para comunicar: falta poco para que se callen. ``La proliferación de grillos suele estar asociada a la sequía, y este verano ha sido así. De cualquier manera, son inofensivos y el frío en breve los va a afectar o las lluvias, cuando se produzcan'', dijo la Dra. Cristina Arregui, profesora de la cátedra de Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral.
``Paciencia y tolerancia'' es lo que pidió la especialista. ``No hacen daño'', aseveró y desaconsejó de plano el uso de insecticidas y plaguicidas, menos aún en las áreas urbanas. ``Hay que defender el medio ambiente en todos los frentes, cuando éste está lejos es fácil, pero cuando alguno de sus componentes ingresa en la vivienda queremos eliminarlo. Pero no hay que utilizar insecticidas inútilmente porque los grillos forman parte del medio ambiente urbano y rural'', advirtió la profesional.
Hábitos nocturnos
Los grillos son por lo general insectos de color marrón oscuro a negro, con hábitos nocturnos. Sólo los machos emiten el famoso canto frotando sus alas que han perdido su función de vuelo. Las hembras poseen características que las diferencian: son de color más oscuro, sus alas son lisas y poseen un apéndice (el ovipositor) en el extremo del abdomen que le permite poner sus huevos bajo tierra introduciéndolo mientras efectúa la puesta.
Aunque de distinto color, son parientes de las langostas. Sus patas están adaptadas al salto, sin embargo se elevan menos que ellas, lo que los hace más torpes. A cambio, corren por el suelo con rapidez.
Excavan una madriguera en el suelo, que consiste en una galería de más de medio metro, y que termina en una habitación esférica. La entrada a su cueva la mantienen limpia en una gran extensión, ya que la utilizan para ser zona de canto y así atraer a las hembras. Para producir el sonido tan peculiar de estos insectos, levantan ligeramente sus alas y las frotan una contra la otra. Las hembras son capaces de captar este sonido porque poseen órganos timpánicos.
Su régimen alimenticio es omnívoro: comen tanto hojas y tallos como insectos. Y salen de noche a buscar el alimento. Además, roen telas, haciéndoles pequeños agujeros.