Blanca Meza de Chialva es la mamá de Gabi y también es abogada querellante en la causa por su muerte violenta. Esta mañana estuvo en la misma sala de tribunales donde a pocos metros estaba sentado quien ella insiste, es el asesino de su hijo. Blanca es una mujer con agallas, con una profunda fe católica que la ayuda a mantener la calma, incluso ahora, cuando afronta uno de los peores traumas a los que pueda estar sujeto un ser humano, que es la pÉrdida de un hijo.
No busca venganza. Cree que no sentirá confort si emplea la bíblica ley del Talión que reza: “Ojo por ojo, diente por diente”. En cambio le pidió al juez que “tenga consideración especial a los que vivimos afuera”. “La gente tiene miedo” y “nosotros justamente tuvimos que mudarnos” a otro barrio, contó.
“Este episodio enfermó a mi hijo adolescente” y destrozó a una familia numerosa a la que le resulta difícil sentarse a la mesa sin derramar una lágrima. “Le pido al juez tener el derecho de transitar en paz”; “quisiera que se empiece a proteger a las familias comunes”, reclamó.
Después de escuchar el planteo de la defensa, que se encargó de desmontar en breves cinco minutos las evidencias que tanto le costó reunir en estos cuatro meses, la Dra. Meza de Chialva le imploró al juez que lo deje preso porque “el peligro de entorpecimiento está realmente latente”. “Serán traídos testigos que ya fueron amenazados y están en la zona” donde vive el imputado “la gente tiene miedo que salga y la amenace”, repitió en vano.
“Todos en la villa saben quién mató a Gabriel Chialva” y “si quedara en la calle no quedaría ningún testigo, eso se lo aseguro desde ya”, dijo en relación al “Pelado”.
“Afuera es otro mundo que coexiste con este” explicó en referencia al mundillo judicial. “La gente tiene miedo”, clamó y contó que la novia de su hijo temía por su vida y la de sus familiares que viven en la villa y que por eso su declaración fue mutando, a medida que asumía el compromiso de decir la verdad.
A propósito de las contradicciones, se defendió diciendo que “sospechoso sería que todos los testigos coincidieran después de cuatro meses” y más sospechoso aún sería que en el allanamiento “le encontraran el arma y la moto” al acusado.
Blanca quedó en silencio cuando el juez rechazó el pedido de prisión. En voz baja hizo un comentario al fiscal y este le contestó con una explicación que ella ya no escuchaba. Ella y los suyos, siguen afuera, lo mismo que el asesino de Gabriel Chialva.