Estudiantes foráneos: el reto de hacer una carrera lejos de casa
Cada año, miles de jóvenes llegan a Santa Fe a estudiar lejos de sus hogares. Tienen que aprender a lidiar con nuevos contratiempos y a sobrellevar la angustia de extrañar a los afectos. Eso lleva, incluso, a que se vea afectado su rendimiento académico. Alumnos y alumnas avanzados compartieron su experiencia y dejaron consejos para afrontar de la mejor manera esta maravillosa etapa.
La ciudad de Santa Fe tiene una afluencia permanente de jóvenes que llegan con la mochila cargada de ilusiones, pero en el camino deben sumar fortaleza emocional y enfoque en los objetivos académicos para no echarse atrás.
Foto: El Litoral
Muchos dicen que la ciudad de Santa Fe es como un pueblo grande, pero los testimonios de jóvenes del interior que llegan para estudiar demuestran lo contrario. Abandonar el nido, dejando la familia y los amigos no es fácil. En el camino sobrevienen las tristezas y angustias. El estar lejos de casa puede, incluso, incidir en el estudio. Eso sumado a las complejidades de la vida urbana y a un inevitable proceso de adaptación al nuevo contexto, pueden llevar hasta determinar el abandono de una carrera.
Entendiendo lo atemorizante que puede ser enfrentar esta experiencia, desde Educación SF buscamos testimonios de cinco estudiantes que siendo adolescentes decidieron dejar sus hogares para mudarse a la capital de Santa Fe y cursar una carrera del nivel superior. Fortaleza emocional; capacidad de integración a nuevos grupos sociales; constancia, enfoque y seguridad respecto de los objetivos a largo plazo -como lo es graduarse y ser un profesional- son algunas de las claves que los universitarios recomendaron para afrontar el desafío de la mejor forma desde el comienzo esta etapa maravillosa de la vida.
"No fue lo mismo que la escuela"
Lucía Belen Gon se crió en Vera y ahora está cursando Psicología en la UCSF.
Lucía Belen Gon cursa el segundo año de Psicología en la Universidad Católica de Santa Fe. La joven, de 20 años, nació en la ciudad de Santa Fe pero desde siempre vivió en Vera, bien al norte de la provincia. Del momento en que decidió mudarse para estudiar, recordó que se topó con cambios "bruscos" de vida que, con el tiempo, pudo sobrellevar.
"Venirme a estudiar en parte me fue fácil porque tenía la ventaja de que mis papás vivieron acá hasta que se mudaron por trabajo. Pero por otro lado, me costó porque yo no conocía más que un par de cuadras de la ciudad y cuando me mudé enseguida noté la diferencia. Allá se llega caminando a cualquier parte en diez minutos, mientras que acá hay muchas líneas de colectivo y cada viaje te puede demorar más de media hora"
En la adaptación dijo que la ayudó mucho vivir con su hermana más grande que ya vivía en la ciudad. "Pero también empecé a hacer cosas por mi cuenta que antes no hacía, por ejemplo, averiguar cómo ir hasta tal lugar, a qué médico ir por alguna consulta, tener ordenada la ropa que iba a usar al otro día, entre otras", agregó Lucía.
También comentó que el cambio que sintió de la secundaria a la universidad. "Yo vine sabiendo que no iba a ser lo mismo. En la escuela son pocas materias y si más o menos te va bien estudias un poco y ya te alcanza para aprobar, pero en la facu fue encontrarme con diez trabajos distintos que había que hacer y a la vez estudiar, entonces le metías el triple de esfuerzo para probar. Y si después veías que de un 10 en la secundaria pasaste a un 7 era una decepción".
"Estudiar lo que me hace ilusión"
Ricard Didier Ribas nació en España y se mudó a Santa Fe para vivir y estudiar.
Ricard Didier Ribas tiene 22 años y, como su nombre lo delata, es nacido en España, más precisamente en Barcelona. Conoció Santa Fe porque de acá es oriunda la pareja de su madre, por lo que había venido un par de veces de visita. Después de la pandemia de Covid-19, decidió mudarse. Hoy ya se encuentra cursando el segundo año de la Licenciatura en Psicología en la Universidad Católica de Santa Fe.
"Un poco me hacía dudar a mí y a mi familia el tema de la inseguridad y también el dejar mis amistades, porque nunca había estado tanto tiempo solo y tan lejos. Pero decidí venir porque me siento a gusto aquí, la gente es muy agradable. Fue un reto, pero una vez pasados los primeros meses me fui acostumbrando", comentó sobre su decisión.
En un principio, Ricard se apuntó a estudiar Medicina, aunque luego empezó a notar que su real interés iba por el lado de la salud mental. "Veía que el esfuerzo que hacía no se veía plasmado en la nota, eso me frustraba un poco. Y después me decidí por estudiar Psicología, que es lo que realmente me hacía ilusión. Ahí empecé a ver que me iba mucho mejor. Es una carrera que me gusta un montón y creo que eso me motiva a aprobar las materias, aunque también luego de la pandemia empecé a leer más y eso me ha ayudado mucho".
"Conocer me hizo sentirme seguro"
Juan Cruz Español, nació en Gancedo, Chaco, y estudia Arquitectura en la UNL.
Desde lejos también vino Juan Cruz Español. El joven de 26 años es oriundo de Gancedo, un pueblo de Chaco que limita con Santiago del Estero. Llegó hasta Santa Fe porque un familiar vivía en esta ciudad, que a la vez le vez ofrecía muchas carreras para seguir estudiando. Una vez acá, se anotó para empezar a estudiar Economía, pero un par de años después se sinceró con que lo que más le gustaba era Arquitectura, de la que al día de hoy está cerca de graduarse.
"En Chaco vivía con mi familia que está compuesta por mis dos abuelos, mi mamá y mi hermano. Y en Santa Fe me pude quedar un tiempo en lo de una tía abuela que era mucho más accesible que tener que alquilar un lugar. Después de un tiempo, por la situación económica ya no fue posible seguir ahí. Pero hoy, por suerte, la Universidad Nacional del Litoral me hizo lugar para vivir en las residencias", narró Juan Cruz.
El joven comentó los reparos que tuvo al momento de tomar la decisión de mudarse de provincia para estudiar: "Creo que me pasó como a la mayoría de los recién llegados, que nos imaginamos cómo será la vida de distinta de un pueblito a una ciudad, y después la realidad siempre es otra. Pero sí lo que más me costó fue lo que creí que iba a pasar: extrañar a mi familia y mis amigos. Por suerte, después fui conociendo la ciudad, las cantidad de cosas que hay para hacer y mucha gente nueva, todo eso me ayudó a insertarme y sentirme más seguro".
También percibió que las nuevas experiencias hicieron mermar su rendimiento académico, pero que eso mismo lo llevó a decidirse por estudiar otra carrera que le gustaba más. "Noté que venía con conocimientos distintos a los que me exigían en la universidad y que me dificultaban avanzar en la carrera. En el medio, está la preocupación por hacerte una vida nueva acá, con todo lo eso conlleva: conocer gente, lugares, aprender a manejarte en los colectivos. Con el tiempo, después de chocarme con varias materias, me di cuenta que me gustaba más otras cosas que fui conociendo y eso, sumado a que ya me sentía más cómodo socialmente, hizo que me sea más fácil estudiar".
"Quería sentirme como en casa"
Alma Barberis, es de Esperanza y vive en Santa Fe donde estudia Biotecnología.
Alma Barberis representa otro de los tantos ejemplos que se ven todos los años: el de adolescentes que dejan su hogar para irse a vivir a otra ciudad para seguir estudiando.
La joven, de veinte años, vivía junto a sus padres en Esperanza, a unos 70 km de la ciudad de Santa Fe, donde decidió que haría la carrera de Biotecnología. En un principio, como tantos otros casos, todos los días venía a cursar y luego volvía a su casa en colectivo. Sin embargo, el tener que viajar diariamente durante casi cinco horas, la hizo buscar otras opciones más viables. Fue así que accedió a una de las residencias con las que la Universidad Nacional del Litoral dispone, a escasos metros de la Facultad a la que Alma asiste todos los días.
Pese a que Esperanza es una ciudad y no está tan lejos de la capital santafesina, Alma notó cambios en el estilo de vida de un lugar al otro. "Acá todo el tiempo se está a mil mientras que allá por más que no es un pueblo el ritmo es otro, eso se nota mucho en cómo viven las personas, en el sonido que hay en la calle, las luces que se ven de noche. Es muy diferente", describió.
Además, ejemplificó los cambios que incorporó a su vida el haber dejado de vivir en la casa de sus padres. "Cambia la forma en que te manejás en el día a día, vas aprendiendo a manejar tus tiempos obligadamente, a tomarte un rato dentro de tu rutina para hacer las cosas, porque sino llegás de la facultad y caes en la cuenta de que no tenés nada para comer o todavía te tenés que poner a limpiar porque no hay nadie que te esté esperando con todo preparado".
En ese punto, resaltó lo bien que le resultó vivir junto a otras residentes para enfocarse en sus tareas. "Somos cuatro chicas en la casa. Ellas son más grandes y me ayudaron mucho con toda la transición. Es todo un proceso que hay que pasar, en el que no se puede dividir lo emocional de lo académico", dijo Alma.
Consiente de la importancia de generar el "sentido de pertenencia" ante estos cambios, confesó que en el primer año de cursado decidió "bajarle la intensidad a la facultad para terminar de adaptarme a la vida en la ciudad". "Me pareció que era lo mejor, porque sino pasa que uno se empieza a sentir mal, empieza a extrañar, y no tiene ganas de estar acá cursando. Entonces, quise darme el espacio para poder sentirme como en casa acá también", agregó.
"Crecer no solo en lo académico"
Rosario Quaglia es de San Justo y estudia Ingeniería Industrial en la UTN Santa Fe.
Por último, pero no menos importante, el testimonio de Rosario Candela Quaglia. La joven tiene 23 años y es oriunda de San Justo, que está a unos cien kilómetros de la ciudad de Santa Fe, donde vino hace algunos años a estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica Nacional.
Rosario se encuentra cursando el quinto año de la carrera y además integra el Centro de Estudiantes de la Facultad, donde decidió participar porque explica "me gusta involucrarme y no solo crecer en lo académico". Pero no todo fue color de rosas. Contó que los primeros años le resultaron bastante difíciles de llevar, en parte porque reconoce que era muy tímida en la escuela y otro tanto porque tiene una familia numerosa y muy unida a la que le costó dejar de ver todos los días.
Cuando decidió mudarse a Santa Fe lo hizo junto a tres amigas, pero luego de la pandemia convive con uno de sus cinco hermanos. "Los tres que son más grandes que yo habían transitado la experiencia de irse de casa y ellos me prepararon un poco para lo que significa ese proceso", contó Rosario. Aunque reconoció que "me costó mucho porque yo era bastante tímida y el querer conocer todo lo nuevo con lo que me encontraba me generó mucho estrés y ansiedad".
De las diferencias que encuentra a la vida en la capital provincial mencionó el "cuidado al andar por la calle". "Fue una de las cosas que más me chocó", señaló. Y de la parte linda de vivir en la capital provincial, resaltó la gran oferta cultural que está a disposición. "Fue una apertura de cabeza tremenda, porque en San Justo es más chico y acá me encontré con expresiones muy distintas a las que no estaba acostumbrada como muestras de arte, ferias de artesanos, recitales todos los fines de semana. Eso me gustó mucho y terminó haciendo que me meta en la secretaría de Cultura dentro del Centro de Estudiantes".
Tips para socializar y cuidar la salud mental
El inicio de la etapa universitaria trae dificultades ineludibles en la adaptación: ansiedad, desorientación, pánico por el primer examen, etc. Por eso, le consultamos a los cinco estudiantes avanzados cómo hicieron para atravesar el 1er año y qué sugerencias pueden ser valiosas para los futuros alumnos universitarios.
Todos coincidieron en que la principal clave para adaptarse en el inicio es conocer y dejarse conocer. Lucía fue una de las que lo planteó: "Yo no conocía a nadie cuando empecé. Tuve que hacerme nuevos amigos, integrarme. Lo principal es aprovechar los momentos entre clases para hablar y conocer a los compañeros. Para eso son claves los mates. Así, después de la charla uno va perdiendo ese miedo y se puede sentir más relajado.
También Ricard dijo algo similar. "Cuando vine de España tuve que empezar a armarme de un círculo social. Lo que hice fue empezar a hacer actividades con dos compañeros que tenía y sumarme a los amigos de ellos. Y luego también formar grupos de estudio que sirva en parte para lo académico y en parte para compartir más con los colegas de curso".
Otro consejo a la hora de empezar los estudios es apoyarse en los equipos profesionales con los que cuentan las instituciones y acercarse a los centros de estudiantes. "Recurrí al equipo de psicopedagogas porque llegó un momento en que de tanto querer manejarme por mí misma y conocer todo, me terminó complicando en los estudios así que busqué ayuda de alguien que me pueda dar una directriz", dijo Rosario. Y agregó que la actividad del centro "me sirvió para conocer mucha gente, hacerme amigos y conocer todos los rincones de la Facultad".
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.