Exámenes: la ansiedad es una emoción "muy buena" pero no debe paralizar
Luciano Zocola desarrolló conceptos como el de la "ansiedad" a la hora de ir a rendir y dijo que es "una emoción amiga del alumno". Dio algunas herramientas tales como el "ensayo mental" o discutir con los propios pensamientos negativos.
Exámenes: la ansiedad es una emoción "muy buena" pero no debe paralizar
Haber estudiado mucho una materia, ir a la facultad a rendir con dolor de panza, sentir que no se sabe nada, entrar al aula, mirar a la cara al profesor que lanza la daga de la pregunta, respirar hondo, sobreponerse y empezar a responder, al principio entrecortado, luego más fluido. El nerviosismo al que, invariablemente, se expone un estudiante cuando debe enfrentarse a un examen -principalmente los orales- suele ir acompañado de alteraciones orgánicas comunes como trastornos del sueño o del apetito, cólicos, etc.
Hay otros alumnos que directamente entran en pánico o sienten un miedo sobredimensionado ante el tribunal examinador que los lleva a eludir la situación y huyen despavoridos o bien se paralizan en el momento: lo más común es escuchar que se les pone "la mente en blanco" por más que estudiaron, pero hay casos en los que lloran y se frustran delante de los profesores y cada vez que deben volver a rendir esa materia, todo empeora.
"En primera instancia es fundamental poder entender que la ansiedad es una emoción que puede ser muy funcional y adaptativa para los estudiantes. Sentir ansiedad ante una situación de preparación de exámenes es muy bueno. Lo problemático de la ansiedad es cuando es muy intensa, muy duradera o frecuente, y eso dificulta las posibilidades de adquirir conocimientos y de demostrar lo que uno sabe", explicó el psicólogo clínico y educacional Luciano Zocola, profesor evaluador de la Universidad Católica de Santa Fe, quien también dicta cursos de habilidades psicológicas para la preparación de exámenes.
A la hora de enfrentarse a las primeras mesas examinadoras, hay que tener en cuenta no solo estudiar, sino también prepararse mentalmente.
Foto: El Litoral
-¿Por qué dice que la ansiedad es buena para el estudiante?
-Soy partidario de decir que la ansiedad es la mejor amiga de las emociones para un estudiante porque tiene muchos beneficios. Por un lado, me activa, hace que yo pase de un estado pasivo a un estado de interés, de preocupación y movilización. Si tengo un mes para estudiar, es sumamente necesario que me ponga ansioso para poder activarme. Yo puedo estar mirando el techo, pero la ansiedad hará que me ponga a buscar los materiales, a consultar con un amigo, a ver el programa. En ese sentido es una emoción muy buena. Por otra parte, la ansiedad aumenta mi capacidad de creatividad, de resolución de problemas; entonces, a la hora de comprender contenidos, me sirve.
También aumenta mi rendimiento: no es lo mismo cuando estoy tranquilo o aburrido leyendo dos páginas, que cuando tengo un tiempo determinado para estudiar. Está comprobado que, en los últimos días antes de un examen, los chicos generalmente pueden estudiar 8 ó 10 horas y ni siquiera se dan cuenta de que estuvieron tanto tiempo abocados a una tarea. Y finalmente también la ansiedad lo que aumenta es mi capacidad de evocación, es decir, lo que memorizo: a la hora de un examen y sobre todo en los orales, si practiqué bien la evocación, la ansiedad me ayudará mucho a manifestar lo que el profesor me está pidiendo.
-¿Cuándo la ansiedad no es favorable o representa un problema?
-Cuando se vuelve muy intensa. Hay ciertos momentos que cuando ya no podemos gestionar la ansiedad es que se generan las lagunas o esta intención de querer evitar las situaciones de exposición. Eso es muy común en los chicos que deben enfrentarse las primeras veces a los exámenes. La ansiedad no es en sí mala. Generalmente uno cuando percibe ansiedad ya lo connota de forma negativa y eso lo predispone de una manera, justamente, disfuncional a la hora de tener un buen rendimiento. De hecho, puede ser que una persona se vaya preparando de cierta manera, pero de antemano percibir la ansiedad, hace que sea problemático en la concentración, en la atención, en muchos aspectos.
-Hablabas de los estudiantes que escapan a la situación de examen. ¿Qué pasa cuando postergan indefinidamente y no pueden avanzar?
-Cuando una situación es desafiante, lo esperado es que uno tenga ansiedad. El problema es que yo no evito los exámenes, sino que evito esa sensación de malestar. Entonces, cuando no me presento a un examen o no me siento a estudiar, mi ansiedad disminuye. Pero aparecen otras emociones: la culpa, el reproche, la autocrítica, la comparación. Todo eso repercute de manera negativa en mi autoestima. Lo cierto es que cuando esta conducta evitativa no me resuelve el problema, tendré que rendir ese examen en la próxima mesa, en el próximo parcial. Y cuando yo me vuelva a exponer a esa misma situación, mi ansiedad va a ser un poquito mayor a la que sentía inicialmente.
Interpretar la situación
-¿Qué implica gestionar bien la ansiedad antes de un examen? Porque hay jóvenes que tienen hasta vómitos antes de ir a rendir, otros que se largan a llorar en plena mesa...
-Acá hay que ver la personalidad de cada uno, porque no todos afrontamos las situaciones de la misma manera y en esto influyen mucho las interpretaciones que se hacen de toda la situación, y no solo del examen en sí. Algunas personas, por su experiencia, más lo aprendido, más lo que está observando del momento, tienen distintas formas de responder. No son los exámenes los que generan ansiedad, sino la interpretación que hacemos de esas situaciones. Si un chico lo percibe como algo determinante, lo más probable es que tenga una conducta evitativa y no se presente a rendir. Si alguien lo ve como un desafío, seguramente sentirá una ansiedad alta, pero tendrá una conducta de exposición, gestionando la ansiedad. Y hay otros chicos, que son los menos, que consideran que el examen es una instancia más, simplemente de compartir conocimiento, donde sienten poca ansiedad.
Entonces lo importante es cómo yo interpreto la situación: qué creencias están en juego sobre el examen y también cómo evalúo mis capacidades. Es decir, si yo me considero que soy una persona capaz, que superé con antelación otras situaciones similares, seguramente mi predisposición va a ser mucho mayor que si cuento con creencias de que "no soy capaz", de que "soy inútil", de que "esto va a ser determinante" o de que "la carrera es sumamente jodida y sólo aprueban los que son inteligentes o aquellos que tienen ciertas capacidades".
Luciano Zocola es psicólogo clínico y educacional.
Foto: Gentileza
"Estudié, pero..."
-Los alumnos suelen decir mucho que estudiaron pero que en el momento se ponen muy nerviosos, no se acuerdan de nada. ¿Qué asidero tiene esto?
-En los cursos suelo encontrarme con ese argumento. Para mí es sumamente determinante cómo te preparás, porque a veces los chicos piensan que uno puede darle unos tips de cómo rendir en ese momento, y eso no es lo más importante. Si bien sobre esas cuestiones se puede trabajar en terapia con lo que son los ensayos, la exposición gradual o los "role playing", lo que es más importante y más significativo es cómo te preparaste, y no digo sólo en términos pedagógicos, sino psicológicos. Es decir, no me refiero sólo a los hábitos de estudio, a la estrategia, sino a cómo te preparaste mentalmente para esa situación que vas a encarar: si yo me preparo pensando que soy capaz, que es una situación de exposición, que tengo recursos y que me puede ir bien como me puede ir mal, entiendo que hay cosas que van a depender pura y exclusivamente de mí, pero también que hay otros factores que no dependerán de mí y que tengo que aceptar eso. Por ejemplo, el estado de ánimo del profesor, la complejidad de los contenidos o incluso puede haber factores climáticos: si yo estudié, pero luego me agarró la lluvia y fui a rendir mojado, ahí mi rendimiento va a ser menor. Son factores que influyen y que no puedo manejar.
Lo importante es que yo pueda entender que hay factores que dependen de mí y que son de mi total responsabilidad, entonces los puedo gestionar, eso me da la sensación de control, disminuye mi ansiedad. Pero también tengo que entender que hay factores que no dependen de mí y que me toca aceptarlos; eso disminuye mi frustración y entiendo que "si no tiene solución, no es un problema", como dice un proverbio budista. Entonces yo me voy a concentrar en lo que sí está dentro de mis posibilidades. No tengo que controlar todo, sino sólo lo que depende de mí. Si yo tengo en claro estas cuestiones, mi predisposición va a ser mucho mejor y mi rendimiento también.
-¿Qué recomendaciones harías, además de que el estudiante se prepare en términos de estudio, para estar más tranquilo a la hora de rendir?
-Hay cosas que sirven mucho. Los estudiantes muchas veces lo que no hacen, sobre todo para los orales, es ensayar lo que van a decir. Eso se llama "ensayo mental", practicar la evocación. Muchos chicos, en el proceso de adquisición de aprendizajes tratan de comprender, de interpretar y de memorizar, pero falta la última instancia que es fundamental: evocar. Porque yo puedo estudiar un montón, puedo entenderlo, pero no es lo mismo cuando quedó en mi memoria, que cuando lo evoco. Hay principios neurológicos en donde los contenidos que yo adquiero tras un proceso que se llama "asimilación" y "acomodación" van a lugares específicos de mi cerebro, pero están ahí, no están evocados, no aparece esta facilidad para poder mencionarlos en un momento. Entonces, eso se debe practicar: una vez que yo aprendo contenidos debo hablarlo, tengo que imaginarme que estoy en una situación de examen y que me van a preguntar los contenidos que justo estoy estudiando.
-¿Recomendás evocar frente a un espejo, con un compañero, con alguien que haga preguntas?
-Esencialmente, si lo puedo hacer con algunos compañeros, eso ayuda un montón. Lo fundamental es que dentro de la organización del estudio no solo esté resumir, leer y memorizar, sino que también esté "evocar", "practicar cómo voy a exponer". De hecho, hasta me tengo que imaginar que me va saliendo bien. Justo a esta pregunta que no la entiendo, en ese momento, tengo la posibilidad de leer la respuesta; entonces el cerebro interpreta que esa experiencia ya la vivió -aunque no esté en el aula, con el docente- y, por habituación, la ansiedad disminuye.
-¿Alguna otra sugerencia sobre cómo hacer que no haya tantos nervios?
-También se pueden usar técnicas de respiración y relajación. Como instancia previa, la meditación, el mindfulness; todo eso pueden ayudar como técnicas complementarias. Pero, primero, deben entender que estos síntomas de ansiedad son conductas más típicas que atípicas. Hoy está comprobado en las estadísticas mundiales, que hay un mayor porcentaje de personas que tienen síntomas vinculados con el ataque de pánico o de ansiedad intensa, que las personas que no los tienen. Entonces, en una primera instancia, no percibir esto como algo patológico. Si esto perdura en el tiempo, sucede frecuentemente y genera angustia en la persona, lo recomendable es hacer una consulta con un psicólogo o con un psicopedagogo. Y una última cuestión: entender que esto de la superación de la ansiedad también es un proceso, que no se logra de golpe, sino que por la misma exposición y la habituación a los exámenes, puede ser que esta ansiedad vaya disminuyendo.