Por Gustavo Giorgi (*)
Por Gustavo Giorgi (*)
¿Qué tipo de trabajos existirán en el futuro ¿Qué conviene estudiar? ¿Qué carrera elegir? ¿La que me gusta? ¿La que me va a permitir vivir de eso? Preguntas como estas siguen apareciendo con insistencia y generando angustia entre quienes se encuentran con la tremenda responsabilidad de decidir respecto de su futuro.
En tiempos como los actuales, de alta turbulencia y vertiginoso avance de herramientas informáticas, cuyo principal protagonista hoy es la Inteligencia Artificial (IA), arriesgar respuestas categóricas a las preguntas planteadas, sería temerario.
Así, la primera recomendación que daría a quienes estén pasando por esto es no temerle al error, dado que ninguna carrera en sí misma puede garantizar el éxito, ni siquiera a corto plazo. Un ejemplo interesante de esto último, y a los fines de graficar la tremenda velocidad de la digitalización, durante los últimos dos años se recomendaba calurosamente a los jóvenes estudiar programación. Al día de hoy, una herramienta como ChatGPT permite programar también, augurando un futuro cuanto menos inquietante para aquellos que eligieron ese estudio.
Debemos comprender que la clave pasa por el desarrollo de habilidades más que de carreras en sí, y existen dos competencias que seguramente existirán a corto y largo plazo: el autoconocimiento y la disposición al aprendizaje. Sobre esta última quiero detenerme en el presente texto. Los anglosajones inventaron el neologismo learnability, a partir de la combinación de las palabras learn (aprender) y ability (habilidad).
En nuestro caso, preferimos hablar de disposición más que de habilidad, dado que estar abierto al aprendizaje es una cuestión de elección. Es decir, no depende del talento o las cualidades particulares que tenga cada quien sino de las ganas que posea de incorporar nuevos y continuos conocimientos.
Estar abierto al aprendizaje significa asumir cuatro cuestiones fundamentales:
La primera, que nuestro potencial es desconocido. Nadie sabe exactamente cuáles son sus límites y creer firmemente en que podemos ser mejores cada vez, mejores a nosotros mismos es la condición de progreso.
Segunda, tolerar nuestras propias vulnerabilidades. En otros términos, estar abiertos a aprender quién admite que no lo sabe todo.
En tercer lugar, aprender es tolerar nuestras frustraciones de manera adecuada. Las personas que tienen esta habilidad creen que un examen es una oportunidad más de aprendizaje. Incluso que si el mismo resulta fallido, no implica una tragedia sino en todo caso la necesidad de cambiar nuestra estrategia. No es una apología de la derrota. El bochado no hará una fiesta para conmemorar este hecho, dado que sentirá el mismo enojo y tristeza que cualquiera. La distinción es que no se queda en el lamento, no niega la realidad y entiende que para que no le vuelva a suceder debe variar su manera de estudiar. Ni más ni menos que eso.
Cuarta: quienes mejor aprenden extraen el conocimiento no solamente de aquello que leen sino también de los demás y sobre todo de sí mismos. Una experiencia de aprendizaje completa excede en mucho a recitar de memoria tal o cual párrafo. Se trata de sumar modos de ver el mundo, de acceder a mis emociones internas, de saber qué me pasa a mí cuando estudio o en mis momentos de ocio. De conectar con los demás…
Finalmente, dejo una serie de ideas para desarrollar nuestra disposición al aprendizaje:
- Tomar todos los cursos de temas que resulten de nuestro interés así no veamos una aplicabilidad práctica inmediata. El hecho de participar de un proceso formativo le permitirá a nuestro cerebro estar entrenado y flexible para afrontar distintos desafíos.
- Darse el lugar para probar cosas nuevas, resaltando el valor de la experimentación. Tanto si queremos trabajar en relación de dependencia o tenemos un carácter emprendedor, nuestra vocación para proponer, innovar, hacer, es preferible a un análisis infinito. "Fallar rápido y barato" es una frase muy recurrente en Silicon Valley.
- Alegrarse con los cambios, no verlos como una amenaza sino pensarlos como situaciones desafiantes. De ese modo una modificación en un plan de estudio, la aparición de una nueva carrera o todo aquello que implique una diferencia con lo planeado, es una ocasión propicia para mejorarme como persona.
- Estar abiertos a los demás, pudiendo expresar de manera honesta mis sentimientos, emociones e ideas y estando dispuesto a escuchar y recibir de los otros. Podemos aprender en solitario pero será mucho mejor si lo hacemos en compañía. Y no me refiero solo a compañeros o grupos de estudio sino más que nada a confiar en nuestros vínculos, capaces de sostenernos en momentos de inestabilidad, de motivarnos cuando lo necesitemos y de celebrar nuestros éxitos.
(*) Psicólogo, especialista en búsquedas de perfiles laborales para empresas, propietario de Human Touch Consultora.
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