En los barrios populares, 1 de cada 4 estudiantes argentinos no pudo acceder a clases
Un relevamiento nacional evaluó las dificultades que enfrentaron alumnos y alumnas del nivel primario para educarse a distancia en zonas vulnerables a lo largo del año pasado. Además, precisó que casi la mitad debió recibir asistencia de organizaciones sociales para paliar deficiencias alimentarias.
En los barrios populares, 1 de cada 4 estudiantes argentinos no pudo acceder a clases
Jueves 22.4.2021
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Última actualización 21:00
Durante la interrupción de clases presenciales en 2020, uno de cada cuatro (27,3%) estudiantes de primaria de barrios populares abandonó la escuela en algún momento del año. De estos alumnos, el 9,1% afirmó que no pretendía retomar sus estudios en el ciclo 2021.
Los datos surgen del primer informe de la serie “La interrupción de clases presenciales en los barrios populares. Un estudio exploratorio sobre la situación de familias y estudiantes”, realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación. Este primer informe, con autoría de Sandra Ziegler (Flacso Argentina), Víctor Volman y Federico Braga, pone el foco en el contexto social para el aprendizaje y el riesgo de deserción escolar.
El informe se realizó por vía telefónica de carácter exploratorio a 78 familias residentes en 71 barrios identificados en el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) y ubicados en diferentes regiones del país. Aunque la muestra no es representativa del universo de familias de barrios populares, los datos ofrecen una primera aproximación al impacto de la modalidad de educación a distancia en las trayectorias educativas de los estudiantes de nivel primario de sectores vulnerables.
Baja frecuencia y riesgo de discontinuidad
Durante la suspensión de la presencialidad, el 35,5% de los alumnos de barrios populares mantuvo una comunicación diaria con la escuela y los docentes, mientras que el 22,4% tuvo contacto entre 3 y 4 días por semana, y un 8% de los estudiantes no tuvo contacto con su escuela.
D.R.
Al indagar en el tiempo destinado a actividades escolares, se observa que el 42,3% de los estudiantes destinó entre 3 y 6 horas por día a actividades escolares durante el período de aislamiento social. Otro 42,3% dedicó menos de 3 horas diarias, mientras que el 10,3% destinó más de 6 horas por día.
Los datos sobre frecuencia de contacto con la escuela y sobre tiempo destinado al estudio son similares a los hallados en la Encuesta Nacional Escolar 2020 del Observatorio de Argentinos por la Educación, realizada a una muestra representativa a nivel nacional de escuelas estatales y privadas.
Sandra Ziegler, autora del informe, advirtió que "frente a condiciones relativamente semejantes de frecuencia de contacto escolar remoto y periodicidad de tareas escolares, y contando con el suministro alimentario y el complemento de la labor de las organizaciones barriales, en los contextos de mayor vulnerabilidad social no se logra contrarrestar el riesgo de discontinuidad escolar ante la interrupción de la asistencia regular a la escuela”.
Una problemática de urgente atención
El 84,4% de las escuelas a las que asisten los alumnos de los barrios populares brindan algún tipo de alimento, ya sea desayuno, almuerzo o merienda. Durante la interrupción de la presencialidad escolar en 2020, el 43,3% de los estudiantes vieron interrumpida la asistencia alimentaria por parte de las escuelas, mientras que en el 56,7% de los casos sí se mantuvo la provisión de alimentos.
Uno de cada dos estudiantes recibió asistencia de organizaciones sociales, sobre todo en forma de distribución de alimentos (39,7%), pero también por medio de clases de apoyo (6,4%) y provisión de materiales pedagógicos (3,8%). Entre esas organizaciones aparecen, en primer lugar, espacios comunitarios y barriales (46,2%), seguidos de iglesias (15,4%), ONGs (15,4%), juntas vecinales (10,3%) e instituciones públicas (7,7%).
En ese sentido, Ziegler manifestó que se “evidencia la necesidad de atender prioritariamente y procurar la presencialidad de los estudiantes de sectores vulnerables cada vez que resulte posible, dado que la discontinuidad tiene consecuencias severas y amenaza la escolarización en un tramo (el nivel primario) que se encuentra ampliamente extendido y consolidado en nuestro país”.
En tanto, Guillermina Tiramonti, investigadora de Flacso, señaló sobre el informe que “la educación no ha logrado construir un vínculo fuerte con los sectores más vulnerables. La conjunción de crisis y discontinuidad produce el abandono”.
“¿Cuál será el destino de los chicos que abandonan la escuela? ¿Qué futuro construyó para estos chicos un año de suspensión de las clases presenciales?”, planteó Tiramonti. Y agregó: “la encuesta da cuenta del protagonismo de las organizaciones de la sociedad civil en el apoyo para la sobrevivencia de este sector social, y de la escasísima presencia del Estado en este contexto”.
Donde falta un poco de todo
RENABAP surgió a mediados de 2018 por parte del gobierno nacional y distintas organizaciones con el objetivo de relevar los asentamientos radicados en el país a los fines de trazar políticas públicas inclusivas que permitan mejorar la situación habitacional de las familias.
El trabajo consideró como Barrio Popular a las zonas vulnerables en las que viven al menos 8 familias agrupadas o contiguas, donde más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad del suelo ni acceso regular a dos, o más, de los servicios básicos: red de agua corriente, red de energía eléctrica con medidor domiciliario y/o red cloacal.
En total, se registraron 4.228 barrios, con distintos grados de precariedad y hacinamiento, que cubren 330 kilómetros cuadrados, una superficie más grande que la Ciudad de Buenos Aires. Más de 1600 de estos asentamientos se encuentran en el Conurbano bonaerense.
En la provincia de Santa Fe, este registro relevó 333 barrios populares. En tanto, en la ciudad capital se registraron 74 de esos asentamientos, en los que viven 14.629 familias, una cantidad aproximada de 48.288 personas.