La extensa trayectoria de Francesco Tonucci ha estado marcada por el compromiso en su defensa por las infancias a partir del vínculo con el espacio público, entendido como el mejor entorno de aprendizaje.
Inestabilidad de las políticas educativas, relación con las tecnologías y educación sexual integral. Estas temáticas fueron algunas de las que abordó el pedagogo italiano en un nuevo paso por Santa Fe, donde colabora de forma ininterrumpida desde hace más de dos décadas.
La extensa trayectoria de Francesco Tonucci ha estado marcada por el compromiso en su defensa por las infancias a partir del vínculo con el espacio público, entendido como el mejor entorno de aprendizaje.
Con su alter ego “Frato”, el reconocido educador es referencia desde hace varias décadas de una pedagogía que mira el mundo con ojos de niño.
A través de sus irónicas viñetas, Tonucci estimula a los adultos para que se atravan a resignificar los procesos de enseñanza, así como la forma en que consideramos a los más pequeños.
Estos motivos han hecho que el pedagogo italiano sea una piedra angular en el modelo educativo de la provincia de Santa Fe.
Desde 1994 -cuando su memoria dicta que fue su primera visita- trabaja en forma mancomunada con la gestión socialista.
Durante los primeros años en Rosario pero luego, con la llegada a la gobernación de Hermes Binner, los encuentros fueron más frecuentes y los desafíos más grandes.
En esta oportunidad, Tonucci estuvo invitado en el marco del ciclo “Santa Fe Debate Ideas”. Allí brindó una conferencia titulada “La ciudad de las niñas y de los niños. La importancia del verbo dejar”, que recibió la asistencia y el disfrute de más tres mil personas.
“Soy muy agradecido de todas las personas ligadas a este proyecto, como Hermes y ‘Chiqui’ Gonzalez, porque lo asumieron de forma seria y comprometida”, comentó a El Litoral en horas previas a la disertación que lo encontró nuevamente en estas tierras.
—Con todo este extenso tiempo de trabajo en nuestra provincia, junto a tantas personas implicadas. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido?
—Cuando asumió Hermes su gobernación, allá por 2008, me contacté con él para preguntarle si había posibilidad de crear un entramado con la propuesta de la Ciudad de los Niños, aprovechando esta experiencia para servir de apoyo a otras localidades o países.
Esto sirvió para impulsar una Red Latinoamericana que fue presentada en la Casa de Santa Fe, con sede en Buenos Aires. Esta tuvo la particularidad de que Binner invitó a Macri, cuando era jefe de Gobierno, para que sea en conjunto. Esta fue una gran sorpresa porque ahí fue cuando me dije: “mirad lo que pueden hacer los niños, sentar a dos visiones políticas en una misma mesa”.
Luego, todo el trabajo fue profundizado apenas asumió Bonfatti la gobernación. Y aún hoy disfrutamos la continuidad con la gestión de Miguel Lifschitz.
De manera que una de las cosas que más me impactó del trabajo hecho aquí es cómo la alternancia política puede asumir un proyecto de manera comprometida.
Incluso, recuerdo que el mismo Hermes me dijo una vez que aprendió mucho de la política con este proyecto porque entendió que la transversalidad se debe a todo un Gobierno y que las ideas no pueden ser encerradas en un ministerio o secretaría.
—A propósito de la continuidad en la política, hace unos días se conoció un informe elaborado por el Observatorio de Argentinos por la Educación que advierte el bajo promedio en el cargo de los ministros de Educación nacionales. ¿Qué le sugiere este dato y cómo puede afectar esto a los proyectos educativos?
—Un cambio frecuente de políticos es siempre un síntoma de debilidad.
Por mucho tiempo en Italia también hemos tenido un promedio de permanencia muy bajo en los cargos. Mucha gente me preguntaba cómo era posible que estemos cambiando permanentemente de gobiernos. Y la razón que encuentro es que el cambio muchas veces es aparente porque las fuerzas de gobierno son siempre las mismas.
Se debería intentar comprender por qué pasa esto y por qué este cargo es uno de los más frágiles.
Creo que hoy en día el tema de la Educación es muy conflictivo porque la escuela no consigue realizarse en lo que debería ser.
—¿Y por qué cree que la escuela no es lo que debería ser?
—Estos últimos meses hubo un debate intenso en vuestro país sobre la educación pública. Siempre he sido de los que piensan que si la escuela quiere existir tiene que ser pública.
No me interesa si la gestión es cooperativa, privada o estatal. Puede ser cualquiera de ellas. Pero lo importante de una escuela pública significa que sea abierta a todos en dos sentidos complementarios: acceso y desarrollo.
Con respecto a lo primero, no considero aceptable una escuela que sea únicamente de grupos homogéneos. Me resisto a una “escuela de”, ya sea religioso, cultural o socioeconómico. La educación debe estar garantizada para todas las posibilidades.
Por otro lado, la escuela debe ser capaz de garantizar el desarrollo de las capacidades personales de todos los individuos, tal como dice la Convención sobre los Derechos del Niño en su artículo 29. Haciendo que cada aptitud personal sea potenciada y no que las únicas válidas sean las lingüísticas y matemáticas.
Esta es una concepción totalmente distinta de la que tenemos en la mayoría de los países. Pareciera que la escuela tiene, entre sus principales objetivos, cumplir solamente con los programas ministeriales, mientras que para ser buenos alumnos los jóvenes tienen que renunciar a ser lo que son o les gustaría ser.
Esto hace que los que no encajan en este molde se queden afuera. Seguimos teniendo un modelo de escuelas para pocos.
—Siguiendo con la igualdad de oportunidades, el mes pasado se acordó que todos las escuelas del país deberán enseñar Programación y Robótica, de forma progresiva, desde el nivel inicial hasta el secundario. ¿Cómo evalúa la relación de las infancias con las tecnologías en el contexto actual?
—Es una respuesta que da Frato en una de las últimas viñetas. Allí un padre dice a su hijo que no hace falta salir de casa si puede conectar con su amiga por el móvil o Skype, que le permiten hablarle y verla. Pero el niño responde que lo que quiere es darle un beso.
Con esto quiero decir que hay un tiempo en la vida en que los pequeños tienen que tener experiencias físicas: pelearse, encontrarse, abrazarse. Esta es la mejor manera.
No se puede aprender a vivir virtualmente. Es una equivocación fatal pensar que la tecnología puede reemplazar las relaciones personales. Los contactos en las redes no son lo mismo que los amigos de la vida real.
Por todo esto, yo pienso que algunos medios tecnológicos deberían llegar a los chicos lo más tarde posible. Hay estudios que indican los efectos negativos de esto. El aislamiento social es uno, ya que hay cada vez menos contacto con el otro. También está el abandono de la lectura, porque una hora sin usar el móvil pareciera ser imposible en tiempos donde estamos hiperconectados y necesitamos saber qué pasa todo el tiempo.
—¿Y qué deberían hacer las instituciones?
—Creo que es correcto que la educación amplíe sus propuestas para este mundo en el que vivimos. Lo que no me encuentra de acuerdo es que como solución a los problemas educativos únicamente baste con que cada alumno tenga una tableta o un móvil. Principalmente, esto es un negocio para unos pocos.
A lo largo del tiempo la buena escuela siempre ha mejorado sus propuestas incorporando herramientas como fue el caso de la imprenta, la radio, del cine, la televisión, la fotografía.
El tema es quiénes son los maestros, qué capacitación se les da y qué trabajo hacen con estas tecnologías. La innovación nos ofrece instrumentos preciosos, pero depende del artesano que lo utilice.
Sobre la ESI
—Otro debate actual, tanto a nivel nacional como provincial, es sobre la Educación Sexual Integral. Aunque parecía una discusión superada, ya que incluso hay una ley que la respalda, sectores conservadores han expresado que se oponen a su implementación en las instituciones educativas. ¿Cuál es su opinión al respecto?
—Entiendo que por Educación Sexual Integral se alude a que no sea sólo Biología. Esto lo vuelve mucho más rico pero a la vez más complicado, ya que es más fácil dar informaciones frías como siempre se hizo.
Creo que tenemos que ubicarlo al nivel de las finalidades de la educación en general. Como dije anteriormente, respetando la Convención de los Derechos del Niño en el desarrollo de las capacidades en las infancias. Así como lo social y lo político, este desarrollo se ubica también en lo sexual.
Esto debería ser asumido sin miedo, es una parte más de la vida. Cada uno manifestará sus deseos y convicciones dentro de las familias, pero la escuela tiene que ser un lugar donde las cosas se explican, analizan y profundizan.
Creo que es importante que a los niños se les favorezca las posibilidades de vivir socialmente con sus compañeros y compañeras con la suficiente autonomía.
Y también es importante que este desarrollo no comience recién en la adolescencia. Las tonterías hay que hacerlas siempre. Desde pequeños tenemos que encontrar los obstáculos y riesgos que son necesarios para aprender a vivir.
Sino la falta de autonomía personal hace a muchas de las situaciones que luego lamentamos enormemente como el bullying, el consumo de drogas y alcohol, la sexualidad precoz y hasta los accidentes viales.
Pareciera que la escuela tiene, entre sus principales objetivos, cumplir solamente con los programas ministeriales, mientras que para ser buenos alumnos los jóvenes tienen que renunciar a ser lo que son o les gustaría ser. Esto hace que los que no encajan en este molde se queden afuera.
Yo pienso que algunos medios tecnológicos deberían llegar a los chicos lo más tarde posible. Hay estudios que indican los efectos negativos de esto. El aislamiento social es uno, ya que hay cada vez menos contacto con el otro.
A lo largo del tiempo la buena escuela siempre ha mejorado sus propuestas incorporando herramientas, como fue el caso de la imprenta, la radio, del cine, la televisión, la fotografía. El tema es quiénes son los maestros, qué capacitación se les da y qué trabajo hacen con estas tecnologías.