¿Qué vemos en los colores del agua?, una charla entre el arte y la ciencia
Un geólogo, un historiador, una artista plástica, una bióloga y una experta en interdisciplinas dialogaron sobre el impacto del agua en sus prácticas artísticas-profesionales.
La charla fue en el marco del proyecto “Miradores del Agua: un espacio de encuentro para la reflexión, el aprendizaje y la generación de conciencia”. Foto: Luis Cetraro
El 22 de marzo desde 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas, tomó la decisión de crear el “Día Mundial del Agua”, con la intención de concientizar a la población sobre el uso adecuado de este bien natural tan valioso. Años más tarde, en Santa Fe, una artista decidió capturar los colores del Río Paraná y descubrió 400 tonalidades. A partir de esta obra, surge la charla “Los colores del agua: un diálogo entre la ciencia y el arte” que nos acerca la forma en que distintas disciplinas se ven atravesadas e interpeladas por el agua.
“Los colores del agua” nos acerca la importancia de cuidar el bien natural que nos rodea. Foto: Luis Cetraro
“El agua tiene un magnetismo que atrae e interpela. El agua del río, sobre todo, es generosa e interminable. Tiene la temperatura justa, es fresca, dulce y durante los primeros pasos se ven los pies. Pero también es oscura, profunda y no sabemos qué pasa ahí adentro. Nunca abrí los ojos abajo del agua”, dice Lucía Stubrin, profesora de Teoría e Historia de las Artes de la Universidad de Buenos Aires y experta en interdisciplinas. De esta forma, da comienzo al encuentro llevado a cabo por la Municipalidad de Santa Fe, en conjunto con la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).
A lo largo del encuentro, un geólogo, una bióloga, una artista plástica, un historiador y una experta en interdisciplinas acercaron al público la forma en que el agua impacta en sus prácticas artísticas-profesionales y sobre la forma en que ellos ven los colores del Río Paraná.
“Una pintura inabarcable”
La obra con la que comienza la idea de este conversatorio surgió por un error, así lo cuenta Candela Pietropaolo, artista oriunda de Reconquista. “Mi objetivo era hacer una pintura del río para llevarla conmigo”, cuenta Candela ante el auditorio 5 de la Estación Belgrano repleto de atentos escuchas. “Me puse a pintar en mi taller pero no lograba conseguir el color que veía en las fotos”, continúa. Ante la imposibilidad de capturar los colores del agua, tomó sus materiales y “un poco jugando, un poco probando” comenzó a pintar durante muchos días, en diferentes lugares y a diferentes horas los tonos del Río Paraná.
De izquierda a derecha Candela Pietropaolo (artista), Carlos Ramonell (geólogo), Verónica Williner (bióloga), Hugo Ramos (historiador) y Lucía Stubrin (profesora). Foto: Luis Cetraro
La investigación se volvió poco a poco más rigurosa y empezó a llevar un registro de las paletas y su composición, de esta forma logró capturar 400 tonalidades, hasta las quemas de las islas.
“En 2021 comparando muestras me di cuenta que tenía dos tomadas en el mismo lugar”, comenta. Las condiciones climáticas en las que fueron pintadas eran las mismas pero las tonalidades diferían entre sí, una era mucho más opaca que la otra. Analizando el contexto, Candela descubrió que la diferencia crucial estaba en que la segunda muestra fue capturada durante la quema de las islas del Delta. “Lo que pude sacar de esas dos paletas es que cuando el paisaje sufre se queda sin color”.
La investigación terminó allí, pero dio paso a “Una obra inabarcable” y a la charla que puso en foco la forma en que cada uno percibe el agua que lo rodea.
Lo que ve la geología
“Los colores del río no fueron siempre los mismos”, así lo explica Carlos Ramonell, geólogo. Aunque resulte difícil de creer, el río que conocemos hoy no siempre existió. Su origen tuvo lugar hace 3 o 4 millones de años. Desde entonces, atravesó la Mesopotamia para unirse con el río Uruguay; luego se “corrió” hacia el oeste y muy de a poco ocupó el cauce que hoy conocemos. De su paso quedan registros en los sedimentos y cada vez que se da algún fenómeno que afecta al agua los colores cambian.
La iniciativa la lleva a cabo la Municipalidad de Santa Fe, en conjunto con la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Foto: Luis Cetraro
Cada disciplina observa desde su lugar la forma en que el agua se transforma, por ejemplo, Ramonell explica que la laguna Setúbal ha ido cambiando paulatinamente su color. “Cuando veo los colores de la laguna Setúbal, lo que veo son las lluvias que empezaron a caer en diciembre en las cuencas, veo las lluvias que van lavando las montañas y las sierras Subandinas del sur de Bolivia provocando deslizamientos. Veo los sedimentos que fue depositando el Paraná”.
“Un desafío no superado”
En la misma línea, la bióloga Verónica Williner dice que cuando ve los colores piensa en “los sedimentos, en la proporción de arcillas, de arena, de limo”, pero también en los desafíos que le representa. Desde su trabajo diario con cangrejos, el agua para ella “es un límite” porque no sabe qué le espera debajo de los camalotes. Se trata de lanzar la red y esperar a ver si ese día pueden o no estudiar a los animales en su hábitat. Para ella, el agua es un “desafío no superado” por lo que aguarda bajo ella. Pero también ve los colores del agua a través del tiempo, “pienso en los colores del hoy, pero también en los del pasado y el futuro” como “marcas en la historia” que guardan una identidad.
Los colores en la historia
“Pienso en los colores del agua desde el territorio en el que vivo”, comienza diciendo el historiador Hugo Ramos, “pero también desde una mirada socio histórica”. Desde ese doble lugar, para él surgen dos conjuntos: el agua como amenaza y el agua como el desarrollo de la sociabilidad.
“Por un lado, pienso en el color del agua en la noche, el color oscuro que se presenta como amenaza. Vivimos en una ciudad donde el espacio urbano parece encontrarse siempre en riesgo por la amenaza del agua, como en la inundación del 83 o del 2003”, explica. Sin embargo, no asocia el agua sólo a la amenaza, también lo hace al disfrute “pienso en la cotidianidad, en las actividades del disfrute. El pasear por la costanera o tomar mates a la orilla del río. Todo esto genera el desarrollo de la sociabilidad”.
Desde todas estas miradas, “Los colores del agua” nos acerca la importancia de cuidar el bien natural que nos rodea, de conocer cómo en cada momento nos vemos envueltos por los cauces, los ríos, arroyos o acuíferos que se encuentran en la tierra. Santa Fe, desde el Río Paraná, encuentra una infinidad de colores y formas. ¿Y vos cómo ves los colores del agua?
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