Tiempo y consenso para que los cambios educativos "no terminen en frustraciones"
Pedro Nuñez y Nancy Montes, especialistas en políticas en educación, dialogaron con El Litoral sobre cómo impactan en la gramática escolar las modificaciones en el sistema tras la pandemia. Ambos apuntaron la necesidad de que haya respaldo de la comunidad para que la implementación de las iniciativas resulte exitosa.
Tiempo y consenso para que los cambios educativos "no terminen en frustraciones"
El conversatorio "Compromiso por Santa Fe, construyendo educación de calidad" se realizó este último miércoles en la capital provincial, impulsado por la diputada provincial, Clara García, y el concejal santafesino, Julio "Paco" Garibaldi. El encuentro tuvo como objetivo debatir y conversar sobre la actualidad y el futuro de la educación y estuvo a cargo de Pedro Núñez, investigador adjunto del Conicet y coordinador del Programa "Ciudadanía y sistema educativo en el mundo contemporáneo"; y de Nancy Montes, socióloga y especialista en estadísticas sociales y educativas, además de investigadora y docente de la Maestría en Educación.
Los especialistas, integrantes de Flacso, uno de los primeros centros de formación de posgrado de Argentina, dialogaron con El Litoral antes de la charla que se ofreció en el Centro de Eventos de la Mutual Jerárquicos. Realizaron un balance del impacto de la pandemia en el ámbito educativo y ofrecieron su perspectiva sobre los cambios que se están llevando adelante tanto en las escuelas primarias como secundarias.
-¿Cuál es el balance al cumplirse tres años de la llegada de la pandemia al país? ¿Qué cosas se hicieron bien y qué cosas se ven hoy que no resultaron como se esperaba?
-Montes: Hay dos modos de analizar lo que nos pasó en pandemia. La primera es que en un tiempo que fue inédito a nivel global, en educación fue un catalizador de cosas que no se sabía si se podían hacer y que sí se hicieron. Si bien hubo mucho desasosiego al principio, docentes, familias y estudiantes pudieron rearmarse en el corto plazo. Por supuesto que ha habido mejores y peores experiencias, pero se dio un rescate del lugar de la escuela, porque las familias tuvieron que estar muchas más horas con hijos e hijas y también descubrieron cuestiones de la enseñanza. Y hubo también más autonomía para tomar decisiones de directivos y supervisores, un poco porque las definiciones de política llegaban más tarde y otro tanto porque no se daba a vasto para atender en modos que no eran los habituales. Por otro lado, creo que la pandemia tiene un costado muy negativo. Hemos escuchado relatos de docentes que de modo angustiante dan cuenta de chicos, chicas, adolescentes y jóvenes a los que les costó mucho volver a la escuela. Y ahí hay todo una cuestión difícil de volver a organizarnos de nuevo. Creo que todavía estamos en una etapa de transición en la que todavía hay que ver qué se sigue valorando de lo previo y cómo nos acomodamos a una nueva etapa.
-Nuñez: Me parece también que la pandemia uno la puede mirar de dos maneras. El momento de aislamiento requirió de nuevas herramientas educativas y enfrentar una situación emocional muy complicada mientras se intentaba sostener algún tipo de vínculo educativo ante el encierro. Creo que el sistema educativo en su conjunto, sobre todo los docentes, hicieron un esfuerzo enorme y lo enfrentaron como pudieron, con los recursos con los que contaban, algunas con mayores iniciativas pedagógicas y otras debiendo preocuparse más por otras situaciones como la distribución de comida para que llegara a las familias de sus alumnos. Este período dejó en evidencia múltiples desigualdades que el sistema educativo ya traía, en los aprendizajes, en los tiempos escolares, en infraestructura, en el acceso a dispositivos tecnológicos, y también alguno mucho más profundas que atraviesa nuestra sociedad como cuestiones socioeconómicas, de género y demás. Y la segunda parte vendría a ser la agenda que se abrió en la pos pandemia, que tiene que ver con la rediscusión de algunos rituales escolares, los grupos reducidos, las burbujas, que hoy nos llevan a tener que enfrentar qué pasó, cuánto se pudo enseñar y cuánto se pudo aprender. Pero también la reconstrucción de los modos de vincularse, de las dificultades para estar con otros distintos a uno, algo que en las escuelas sucede permanentemente y que creo que esto no está formando parte de la agenda educativa.
Pedro Nuñez y Nancy Montes fueron parte del conversatorio "Construyendo educación de calidad en Santa Fe". Crédito: Flavio Raina
-Para intentar retomar lo que quedó en pausa, se ha impulsado desde Nación la extensión de la jornada escolar para todas las escuelas del nivel primario del país. ¿Alcanza, ayuda, este tiempo extra? ¿Cómo interpretan ustedes esta iniciativa?
-Montes: Ayuda, no sé si alcanza. Es algo que tiene larga data en nuestro país, ya la ley de financiamiento educativo en el 2005 también se había propuesto que el 30% de las escuelas tuvieran esa extensión de jornada. Sabemos que hay familias que la necesitan más que otras. Y hay que decir también que esta medida es de las más caras para el sistema, porque no solamente es el pago de salarios a docentes también tiene que ver con la disponibilidad del espacio físico para llevarla a cabo. Lo que sabemos hoy es que esta política de ampliación tiene muchas formas en nuestro país. Hay provincias que incorporaron 45 minutos más, hay otras que fueron a jornadas de 6 o 7 horas y otras que invirtieron esos recursos en áreas rurales o en sectores desfavorecidos. Esto es así -más allá del financiamiento de Nación- por la condición de federal del sistema educativo, que está bien que así sea porque cada jurisdicción sabe dónde tiene más necesidades. Y creo que fue atinada también la decisión de poner foco en lengua y matemática, porque la pandemia puso al desnudo los problemas que hay en la alfabetización básica.
-Nuñez: Creo que la pandemia dejó diferencias marcadas en cada nivel educativo y eso es lo que eso lleva a pensar políticas que se ajusten a cada uno de ellos. No es lo mismo, por ejemplo, poder pensar en cuestiones de virtualidad en la educación superior que en inicial o en primaria que, más allá de si se pudieron conectar o no, genera un déficit en esos momentos clave en la socialización. Creo que lo central de la incorporación de una más en primaria pasa por qué se hace con el tiempo escolar. En tanto y en cuanto pueda llevarse adelante, parece una buena iniciativa, sobre todo para recuperar saberes básicos de alfabetización para la incorporación en la sociedad. Ahora bien, me parece que un país con las dificultades económicas que existen, quizás sea necesario establecer prioridades en escuelas que más lo necesiten. La agenda educativa tendía que focalizar políticas en instituciones o zonas que en pandemia tuvieron una expansión de las desigualdades preexistentes.
-En el secundario se vienen impulsando cambios tendientes a hacer más convocante el paso de los jóvenes por la escuela, pero con un intenso debate sobre la repitencia. ¿Consideran atinadas llevar a cabo este tipo de iniciativas?
-Nuñez: La gran mayoría de personas vinculadas al mundo educativo coincide en que la repitencia no sirve como tal está planteada. Y esto no tiene que ver con si está bien o mal, sino con el sentido de un dispositivo que expone a los jóvenes a repetir incluso aquellas materias que aprueba. De todos modos, hay que pensar con claridad este tipo de políticas que tienen un impacto notable en las instituciones. La repitencia, como otros dispositivos, es un engranaje que forma parte de las dinámicas institucionales. Si se retira, tiene que también modificar otros aspectos para que la dinámica institucional siga funcionando, por ejemplo el régimen académico, la organización por materias, las formas de enseñanza. No se trata solamente de imponer una medida, sino de consensuar cuáles son las necesidades de quienes presentan dificultades en el aprendizaje. Porque una institución educativa tiene que repensarse para las condiciones de la sociedad actual, pero que también tiene que seguir enseñando. Así como están las condiciones docentes, es difícil pensar en esos cambios integrales. Y tocar solamente un aspecto del sistema, sin una serie de políticas de acompañamiento, de financiamiento, de formación docente inclusiva, es muy difícil y creo que nos puede llevar a una gran frustración.
-Montes: Creo que, por un lado, hay un límite de cómo poder incorporar cambios que requieren otras condiciones de trabajo, otros espacios y otros perfiles. Cada uno de los cambios al régimen académico que proponen que existan otros trayectos, espacios de apoyo, de tutoría, todo eso requiere otra aula, otro salón y docentes que puedan trabajar de otra manera. Hay docentes que a poco de jubilarse legítimamente pueden plantear: si yo siempre trabajé así, ¿para qué voy a trabajar de otra manera ahora? Entonces ahí hay una limitación. Ante ello, algunas provincias han incorporado, por ejemplo, a estudiantes universitarios o acompañantes de trayectorias, que tienen otra "paciencia" para ver en qué punto están esos jóvenes con dificultades. Por otro lado, está el derecho a la educación. La repitencia ha demostrado que es algo sancionatorio, una penalización, porque no produce mejores aprendizajes: cuando se cruzan los resultados de las pruebas de evaluación con la condición de haber repetido, son los peores desempeños. Entonces, creo que tenemos que ir a eliminar la repitencia tendencialmente, empezando por la evaluación que no permite la retroalimentación en la práctica escolar, pese a que existe un sentido común con componentes más meritocráticos que se oponen. Pero todo esto lleva tiempo, no es algo que se pueda hacer de un año para el otro.
Los investigadores encabezaron el conversatorio "Construyendo educación de calidad en Santa Fe", impulsado por Clara García y Julio "Paco" Garibaldi.
-Ambos plantean que este tipo de reestructuraciones necesitan respaldo. ¿Puede terminar siendo perjudicial hacer estos cambios sobre la marcha con tiempos que se han acelerado después de la pandemia?
-Montes: Nadie reacciona bien a algo que quiere cambiar rápido. Si bien desde el 2006 la educación secundaria atraviesa modificaciones en los regímenes académicos, todo cambio es mejor pensarlo con temporalidad, con construcción de consensos. Pienso en la provincia de Río Negro que organizó una nueva escuela secundaria,, con mucho tiempo y recursos invertidos, que ya dejó atrás la repitencia reemplazándola por el trabajo colegiado, pero que incorporó más presupuesto y muchas mejoras en las condiciones docentes. Todo eso requiere un tiempo institucional, años de conversación, acuerdo con los gremios y comunicación fluida con las familias.
-Nuñez: Las reformas educativas llevan su tiempo porque existe una gramática escolar que refiere a lo que se está acostumbrado a hacer. La evaluación y la repitencia son herramientas que están incorporadas a la dinámica y a la organización institucional de una escuela secundaria que históricamente estaba pensada para pocos y que desde 2006 con la ley de Educación intenta cambiar. Por lo tanto, modificar esos engranajes lleva tiempo y trastoca otras cuestiones del contrato escolar, por ejemplo, si el docente va a seguir yendo de una escuela a otra o va a estar más horas en la misma institución. También tiene una pata de financiamiento y sostenimiento de políticas, por ejemplo en Santa Fe la experiencia del Vuelvo a Estudiar, que si ante un cambio de gestión de gobierno no se continúan es muy difícil de implementar. Y otro aspecto es fortalecer el rol docente, porque estamos viviendo un momento bastante tensionante donde los educadores están en tela de juicio permanentemente, que lleva a que sea necesaria no solamente la retribución económica sino también simbólica, de hacer sentir a la sociedad de que en las escuelas está teniendo lugar algo realmente importante.
Si fuera ministro...
-Estamos en pleno año electoral, por lo que pronto habrá cambio de autoridades ¿Qué medida sería la primera que tomaría si le tocara asumir en Educación?
-Montes: Andamiar el desarrollo profesional para que dotar de nuevos recursos a los docentes. Hay que trabajar más sobre la formación inicial que sigue con planes de estudio que no han sido promovidos o prácticas que no se modifican. Y lo mismo con la formación continua, es decir, los modos en que los docentes se actualizan porque el mundo contemporáneo exige nuevas herramientas constantemente. Para darle lugar a nuevos perfiles tiene que cambiar antes la práctica, sino unos se encargan de expulsar y otros de incluir. Y también incluyendo tecnología, que es otro de los tópicos que muchas veces permea la formación docente y que la pandemia hizo que de prepo tengamos que aprender nuevos recursos. El otro tema es el financiamiento, donde habrá que ser muy creativos porque los pronósticos indican algunos años más con PBI ajustado. Entonces, si necesitamos más recursos, creo que hay que ir a otro tipo de asociación, porque se ha demostrado que el Estado no puede afrontar solo todo lo que se necesita, involucrando a universidades, organismos de cooperación o empresas para conformar un modelo más amplio que ayude a la gestión de los gobiernos.
-Nuñez: Además de la formación docente, considero necesario transparentar qué se les exige para los cargos. Hay muy poca claridad sobre el modo de acceder y de crecer dentro de la carrera docente y las herramientas en las cuales, efectivamente, se tienen que formar. En cuanto a las prácticas, creo que hay que evitar lo máximo posible profundizar la fragmentación educativa, con proceso de segregación socio-escolar, que han alejado y profundizado las brechas en nuestra sociedad. El proceso de escolarización debería unirnos en la posibilidad de acceder a saberes similares, sin importar en qué lugar estudiemos. Y para lograr esto es importante garantizar una buena infraestructura básica, con buen trato y mejoras en las condiciones del trabajo docente. También, garantizar el acceso inicial, que si bien ha crecido, sigue siendo el de menor cobertura, afectando fundamentalmente a las mujeres. Y finalmente poder pensar en una formación del nivel secundario para el mundo contemporáneo, no sé si tan vinculado al mundo del trabajo, pero sí con las herramientas que exige ser ciudadano hoy, con aprendizaje de derechos, con aprendizaje de saberes fundamentales, cuestiones de género, con posibilidades de participación, con la posibilidad de sentirte parte de la sociedad.