Guillermina Tiramonti: "La escuela no está siendo capaz de transformar la realidad"
La especialista en Educación trazó un análisis sobre la medida que sumará media hora más de clases en el nivel primario. A su vez, puso la lupa sobre la formación docente y la necesidad de ampliar las metodologías de enseñanza para adaptarlas a los desafíos que la sociedad actual impone.
"Lo que se planifica en los ministerios es difícil de llevar al aula", expresó Tiramonti, quien pidió replantear los tiempos y contenidos que se dan en el aula y ampliar las metodologías de enseñanza. Crédito: Pablo Aguirre
Más de 400 estudiantes, docentes y directivos se reunieron en la fría tarde del miércoles santafesina para debatir sobre educación. El eje principal fue una realidad cercana: la ampliación del horario escolar en las escuelas primarias, que en Santa Fe comenzará luego de las vacaciones de invierno en 813 escuelas rurales.
La jornada se desarrolló en la sede de Festram, y fue organizada por el concejal Julio Garibaldi y la diputada provincial, Clara García. La oradora principal fue la reconocida investigadora y Magíster en Educación, Guillermina Tiramonti. Fue conducido por el periodista local, Hipólito Ruiz. Y contó con el testimonio de dos docentes y directoras de escuelas santafesinas sobre las jornadas escolares extendidas que en Santa Fe fueron implementadas a partir del año 2014 en algunos cuartos y quintos grados. Aquí, un resumen de la actividad:
-¿La extensión horaria que se anunció a nivel nacional para las escuelas primarias es una solución a los problemas educativos actuales?
-Tiramonti: Más tiempo no necesariamente produce mejoras. Lo que produce mejoras es más tiempo pero mejor utilizado y con los instrumentos adecuados. Con respecto a esta medida, no sabemos si el diagnóstico es el adecuado para que produzca el efecto que queremos para arreglar los problemas que tiene la escuela. Desde los años noventa, viene la idea de que aumentar el tiempo escolar era beneficioso, porque los sectores de elite que asistían a escuelas con doble escolaridad. Y la verdad es que las evaluaciones de esas experiencias indican que no produjeron un cambio rotundo en los saberes básicos. Esto sí sucedió cuando se agregaron materias de idioma, arte o algunas otras disciplinas como talleres de ciencia.
Lo que me parece es que algo está pasando en la escuela primaria que la mitad de los chicos tardan seis años en aprender a leer o, en el peor de los casos, no pueden lograrlo. A pesar de que pasamos décadas hablando de la heterogeneidad escolar, de que los chicos aprenden distinto y de que el nivel cultural de las familias tiene un impacto enorme en la forma en que aprenden, nosotros seguimos utilizando una metodología uniforme para la enseñanza. Entonces, creo que tenemos que hacer algo compensatorio para evitar que esto siga sucediendo.
-¿Las escuelas están preparadas para estos cambios?
Lo que le está pasando a la escuela es que no tiene la capacidad de transformar la realidad con la que vienen los chicos.
Hay una débil formación en los profesorados, con una primacía de una sola metodología de la enseñanza. Los directores tienen que estar preparados para hacer seguimientos y los docentes para enfrentar la diversidad sociocultural de sus estudiantes.
Los chicos no son tontos, no es que no pueden aprender, sino que necesitan otra intervención docente. Y para eso hay que tener el instrumental metodológico, que es lo que no le estamos proporcionando a los docentes.
-¿Cómo se debería afrontar la diversidad que está presente en las aulas?
-Hay muchas cosas que se podrían hacer. Por ejemplo, que los estudiantes que saben ayuden a los que les cuesta un poco más. Está demostrado que los chicos reciben con beneplácito la ayuda de un par. Entonces, podríamos hacer una clase donde se trabaje por grupos que vayan a distintos ritmos y con distintas consignas.
Pero para que eso suceda, primero hay que tomar conciencia de esas diferencias. Y también contar con los instrumentos necesarios. Muchas veces, los docentes no saben qué recursos utilizar porque no tienen una formación centrada en la pluralidad de metodologías.
-En Santa Fe, la extensión horaria ocurrirá en algunas escuelas después de las vacaciones de invierno ¿Qué hacer mientras tanto?
-Pensar qué podría hacerse con esa media hora, más allá de los contenidos. Por ejemplo, replantear la rígida distribución horaria de las escuelas (materia, timbre, materia). Quizás da resultados que los chicos se dediquen en ese tiempo extra solamente a leer, no lo sé. Pero la pandemia nos ha dado una posibilidad enorme de analizar la flexibilidad escolar y no la hemos aprovechado. El trabajo por proyectos, la vinculación con las problemáticas sociales, pueden ser formas de aprovechar mejor el tiempo escolar de una forma más flexible.
-En su libro "El gran simulacro" planteó que la escuela de hoy repite y profundiza desigualdades. ¿Sumar más tiempo en clases para todos, no es cierto punto un factor igualador?
-En el imaginario social está presente que más tiempo, más docentes, más presupuesto es una mejora de por sí. Pero la verdad es que la prueba empírica demuestra que no siempre es así. Más tiempo ayuda por ejemplo si sumamos talleres que ayudan a los chicos a que entiendan el sentido de por qué están en la escuela. Esto es muy importante para los chicos de hoy, que viven en la sociedad del consumo, donde permanentemente se les incentiva el deseo y la búsqueda de la satisfacción.
Por otro lado, las evaluaciones muestran que no hay aprendizaje significativo en las materias troncales (lengua, matemática, ciencia). En la Argentina tenemos una relación de once alumnos por docente y no estamos mejor que otros países que tienen peores índices. Si bien es cierto que en realidad esto no se cumple del todo en las escuelas, donde hay aulas con 35 alumnos por docente, existen experiencias muy exitosas con muchos alumnos por docentes. Por eso es que creo que tiene que ver más con la organización más que con la cantidad.
-¿A qué se refiere cuando habla de metodologías en la enseñanza?
-Cuando me refiero a las metodologías hablo, a grandes rasgos, sobre las que están más direccionadas a la intervención del docente o las que plantean que los chicos deben aprender por sí mismos generando hipótesis sobre la lectura. La Psicogénesis, por ejemplo, es una teoría que está más que nada presente en la Argentina, mientras que en los demás países se ha ido discontinuando. Si bien ha hecho aportes a los aprendizajes, para la enseñanza de la lectura demostró ser ineficiente, orientado preferentemente a los chicos que vienen de sectores educados, con una familiaridad con materiales de la lectura.
-¿Este problema es por falta de actualización en la formación docente?
-Es un problema de creencias, de que una teoría es mejor que la otra. Y como toda teoría puede parecer muy buena, pero si después los resultados indican que no funciona, es para prestarle atención.
En cuanto a la secundaria, experiencias piloto han demostrado que es necesario cambiar el curriculum enciclopedista. Estamos en la era digital, donde no solo es necesario tener una computadora, sino darse cuenta que el conocimiento tiene otra definición. Hay un cambio epistemológico. Los jóvenes de hoy no tienen nada que ver con los de hace cuarenta años. Es difícil se sienten a escuchar durante horas seguidas al profe que le diga cómo son las cosas, cuando consigue lo mismo en segundos desde el celular. Michel Serres, un filósofo francés, expone cómo la tecnología impactó en la memoria, donde toda la información del mundo está en internet. Y dice claramente que ahora no hace falta acumular contenidos, sino saber ser inteligente. Entonces, esto es lo que los chicos necesitan hoy de la escuela: aprender a articular contenidos, sacar deducciones, relacionar fenómenos, etcétera.
-Entonces, ¿la enseñanza debiera hacer más eje en los proyectos que en los contenidos?
.Una cosa no está en contra de la otra. Tuve una experiencia en Santa Fe donde me contaron de un proyecto destinado a que los chicos entiendan por qué Santa Fe es susceptible a las inundaciones. Ese es un muy buen ejemplo. La realidad no viene separada por disciplinas. Saber por qué suceden las cosas requiere de un pensamiento complejo"
-Para los futuros docentes, ¿Qué más que las metodologías hay que cambiar en los profesorados?
-Creo que tenemos que empezar a pensar en cómo queremos que enseñen los docentes. Es importante que empiecen a trabajar por proyectos para después poder aplicarlos, porque, al fin y al cabo, uno enseña como le enseñaron.
Y vuelvo al hecho de que no siempre más es mejor. No es necesario que los docentes pasen años y años estudiando, sino que necesitamos una formación más orientada a la práctica.
-Y para los docentes que están actualmente en las aulas. ¿Qué se debe hacer?
-Mientras tanto, hacer mejores capacitaciones. En los '90 se hizo una gran reforma educativa donde, más allá de las valoraciones, demostró que en las aulas se seguían dando los mismos contenidos y de la misma forma. Entonces, sabemos que lo que se planifica en el ministerio es difícil llevarlo al aula. Creo que una experiencia interesante es el trabajo en redes, que se trata de un espacio de formación cercano al aula, de capacitación in situ, donde se fortalece el compromiso docente y cambia el rol de los ministerios.
A sala llena, la charla debate contó con, además de Guillermina Tiramonti, las docentes santafesinas Andrea González y Mónica Godoy. Crédito: Pablo Aguirre
-Se habla mucho de que los chicos no están preparados para el mundo del trabajo ¿Cómo ves esta relación?
-Ha sido una pelea desde siempre. En el mundo educativo existe un consenso sobre la idea de que la escuela no forma mano de obra para los empresarios. La escuela tiene una concepción muy atrasada en este sentido, donde los únicos que pareciera que se preparan para el trabajo son los que van a la modalidad técnica.
Pero lo que vemos en la actualidad es que, por un lado, los chicos terminan la secundaria con grandes dificultades, y por otro, que el mundo del trabajo está cambiando permanentemente. Por lo que no les estamos dando a los jóvenes los saberes necesarios, por ejemplo la conciencia digital, el pensamiento complejo, la capacidad creativa y la capacidad de decidir. La escuela tradicional tiene prohibido que los chicos sean quienes toman decisiones, sino que sean obedientes. Hoy, necesitamos que tengan esa capacidad. Y además tenemos que fortalecer los contenidos en matemática, lógica, algo de programación, y tengo mis reparos con la robótica.
Experiencias santafesinas
De la jornada también participaron Andrea González, docente y ex directora de Educación Primaria del ministerio de Educación de Santa Fe, y Mónica Godoy, docente del nivel primario y directora escolar.
En primer lugar, ambas dieron su opinión sobre la medida de extensión horaria próxima a implementarse en algunas escuelas santafesinas.
González sostuvo: "No alcanza solo con el tiempo. No estamos interpelando las prácticas. Nos están faltando revisar las herramientas que conllevan el proceso de enseñanza y aprendizaje que sucede en las aulas. Que la mitad de los chicos termine la primaria sin saber leer es un dato que necesita la reflexión sobre la actividad de parte de los equipos directivos y de los docentes a cargo".
Y Godoy amplió: "Coincido en que el tiempo no es necesario. También tiene que venir acompañado de un cambio en el contexto de las escuelas, donde faltan dispositivos o conectividad que hoy son más que necesarios. Y también necesitamos de más acompañamiento, que es muy necesario para reflexionar sobre nuestras prácticas y ver que no es tanto el qué sino el cómo".
Además, contaron sus experiencias como participantes directas de la propuesta de jornadas escolares extendidas, que se implementó durante la gestión del Frente Progresista, y que apuntaba a mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje, sumando dos horas diarias a la jornada escolar, de forma obligatoria, en establecimientos priorizados.
González, quien fue directora de la subsecretaría de Educación Primaria, expresó: "Cuando diseñamos la ampliación de la jornada nos exigía pensar en todas las dimensiones que se iban a ver afectadas por estos cambios. En los docentes se generaba dudas sobre para qué y cómo se iba a usar ese tiempo. Entonces, el trabajo estuvo puesto en poder ampliar el universo cultural de los estudiantes, que les sirva para vivenciar otro modo de estar en las escuelas y que eso se contagie a todo el universo escolar. De allí que se resolvió, por ejemplo, incorporar el inglés desde edades más tempranas o focalizar en talleres como una herramienta metodológica para el trabajo áulico. Con la fuerte propuesta de comenzar a mover la estructura de la escuela primaria".
En tanto, Godoy, que fue directora de uno de los establecimientos seleccionados para implementar esa experiencia, sostuvo: "Como positivo destaco el acompañamiento de la gestión en cuanto a la capacitación para vivenciar lo que después teníamos que aplicar y el asesoramiento para coordinar los equipos. Por otro lado, resalto la incorporación del cargo de secretario, que dio más tiempo a los directivos para el acompañamiento y no tener que dedicarse a tareas administrativas. Y como obstáculo planteo la necesidad de contar con más personal. En las escuelas primarias no existe, por ejemplo, la figura del preceptor. Entonces, cuando faltaba el profesor de teatro o danza se nos dificultaba ocupar ese lugar con un reemplazante o se terminaba quedando más tiempo el docente de grado que quizás había ido ese día por un solo módulo".