Dr. Manuel Cavia (*)
Dr. Manuel Cavia (*)
Todos los 1 de junio de cada año se conmemora el día del sociólogo en la Argentina, profesión esta de importancia sustancial para comprender los hechos del mundo social, pero lo que nos proponemos en esta breve reseña, no es precisamente hablar sobre el oficio del sociólogo, más cuando importantes profesionales del área han tratado y trataran con pertinencia el tema, de lo que aquí trataremos es de desentrañar como se llega y a través de quien se conmemora esta efeméride del día del sociólogo en la Argentina.
Para adentrarnos en esa historia es necesario mencionar que un 1 de junio de 1899 se dictó la primera cátedra de sociología en la Argentina, más precisamente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y esa distinción recayó en el Dr. Antonio Narciso Dellepiane, nacido en Capital Federal en 1861 y fallecido en 1939. El personaje en cuestión fue abogado, historiador y profesor de la Facultad de Derecho y Filosofía y Letras de la UBA y, como dato de color, se casará con la hija de Nicolás Avellaneda y Carmen Miguens, apellido este emparentado, ya bastante más adentrado el siglo XX con el creador de la segunda carrera de sociología de la Argentina en la Universidad Católica Argentina, me refiero al Dr. José Enrique Miguens; pero es hora de volver al Dr. Dellepiane para poder comprender los lazos que lo unen a la conmemoración del día del sociólogo.
Responder al porqué de la fecha elegida para celebrar el día del sociólogo y al vínculo que tendrá con Luis Dellepiane, implica transcender lo socialmente conocido al respecto, para buscar en su perfil intelectual cuál fue su aporte a la sociología Argentina. En ese sentido, sus temas iniciales de interés los dedicó a la vida y obra de Juan Manuel de Rosas y de esa época es su texto “Rosas”; sobre quien tendrá una perspectiva decididamente crítica, también escribirá sobre Dorrego y el federalismo; luego continuará en su periplo intelectual de manera constante sobre aspectos o temas de filosofía del derecho, pero desde lo más estrictamente sociológico se ocupará, de una manera amplia y genérica, sobre los aspectos propios de la criminalidad y el delito, a los que deben adicionarse trabajos críticos sobre cuestiones sociológicos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX muy especialmente.
Dellepiane leerá en francés a Augusto Comte y otros pensadores de la época, muy especialmente sobre quien tendrá mayores consideraciones para su camino intelectual: Gabriel Tarde; también leerá en ingles a Heriberto Spencer y su Study of sociology. Pero ahora retomando a Augusto Comte, él es presentado como el “inminente sociólogo y padre de la nueva ciencia”, pero también de haber sido capaz de mostrar “la complejidad de las ciencias sociales”; sin embargo no quedará atado a las ideas del positivismo y se permitirá deslizar algunas críticas a este modelo sociológico.
Recorrerá también los grandes debates sociológicos de su época, tal es el caso de la tesis organicista para pensar el mundo social, posición defendida por Novicow y Worms y que tendrá como oponentes a Tarde, Stein, Garofalo y Espinas. Las objeciones que realiza a la tesis organicista es que no es posible identificar a la sociedad con el organismo vivo dado que no son adecuadas para el mundo social. En la Argentina, quien sostendrá las tesis biologicista a ultranza será Carlos Rojo, pero Dellepiane se mantendrá firme en la critica “la concepción biologicista de la sociedad entraña una idea no solo falsa, sino que es perjudicial al desarrollo de la sociología”.
La concepción biologicista de la sociedad lleva, según Dellepiane, el germen de la concepción psicológica dado que al establecer que la sociedad es un organismo vivo, el pensamiento psicológica de la sociedad, al igual que la biología, tendrá tantos matices como lo son los sociológicos que la sustentan; sin embargo, por esos años aparecen líneas de trabajo ligados a la llamada “psicología de las muchedumbres”, estudios sobre el comportamiento de los hombres reunidos en grupo y su sentir y obrar. Estos lineamientos tendrán como su gran mentor a Le Bon y su búsqueda por encontrar el alma de las muchedumbres y su interés en hallar los estados de conciencia que lo sustentan. Dellepiane considerara a estos estudios como “deficientes” y en este camino será critico de José María Ramos Mejía, hombre ligado también a la historia de la sociología Argentina y en alguna medida a las ideas de Le Bon. Dellepiane solo le reconocerá Ramos Mejía, méritos para ser portador de “una cultura bio-psicológica”, asignándole a su obra sólo un “mérito literario”.
También se interrogará sobre el método para la sociología, pero sin perder de vista que la sociología es una ciencia en formación y eso hace que cada investigador tenga un método propio, algo que lo hace intransferible, pero que, por ello, deberá aprender el don del descubrimiento. En ese camino sobre los aspectos metodológicos de la sociología se opondrá a los lineamientos de Hobbes y Bhentan, pero considera aprovechable a Stuart Mill para los usos de una sociología general. Para este debate Comte es soslayado, atento a que su obra saca sus conclusiones de la biología, pero también que su escuela no ha logrado demostrar que los fenómenos sociales permitan a la ciencia que los estudia sobrepasar el carácter abstracto.Deellepiane pensará que los fenómenos que estudia la sociología no son directamente perceptibles, ni pueden ser registrados y medidos, dado que ellos son infinitos y dispersos en el tiempo. En este aspecto, cree que aún le restan estudiar estos temas y completar la enunciación de las reglas de una seria y sana metodología sociológica.
Tiene en claro que, la nueva ciencia, tiene problemas sociológicos y que aún le resta interrogarse sobre el campo de exploración de los fenómenos sociales y los hechos que se propone estudiar la sociología. Su preocupación angular es conocer que es lo que reviste de social a una sociedad y que no lo es. En este punto y a comienzos del siglo XX introducirá a este debate a Emile Durkheim, de quien leerá “Las reglas del método sociológico”, refiriéndose a él como “el reputado sociólogo”. No le parece, sin embargo, aceptable su definición sobre los hechos sociales y su forma de obrar y sentir como exteriores a los individuos, interrogándose sobre quién los impone a esos modos de sentir y de obrar a los que alude Durkheim. El otro dato de significación es que conoce y utiliza los anales del instituto internacional de sociología para fundamentar sus apreciaciones, es decir tiene información y lecturas sociológicas actualizadas para la época.
En ese camino que emprende sobre las inquietudes sociológicas, diríamos, de manera casi inevitable, lo llevará a interrogarse sobre la causalidad en la sociología, pero para ello es necesario saber que para él “la sociología es el estudio de los hechos de asociación; que ella se propone explicar la sociedad, en sus múltiples actividades”. También se interroga sobre los nexos causales que ligan los hechos sociales y para esta polémica hará nuevamente gala Dellepiane de sus lecturas sociológicas actualizadas, nuevamente recurriendo a los anales del instituto internacional de sociología, a Marx, Engels y Labriola, al mismo tiempo que rechaza las ideas que aporta al respecto Tarde y sus pautas sobre la imitación o bien las de Durkheim.
Sus búsquedas intelectuales lo lleva a reflexionar sobre si es posible determinar la existencia de leyes para el mundo social y, al respecto, como en cada uno de estos debates, volverá a hace gala de sus conocimientos sobre los debates de la época. Por ello tendrá clara convicción de la disposición de poder contar con pocas leyes sociológicas, en contraposición a las “expresiones literarias”, que si entiende abundan en sociología.
Al comienzo del escrito señalamos que Dellepiane tuvo como objeto de estudio, de manera genérica, los aspectos ligados a la delincuencia y la criminalidad; al respecto, tomara debida distancia de la teoría de Lambrosio, quien contaba con cierta reputación e importancia en ese mundo de finales del siglo XIX; él lo relegará a la categoría de una hipótesis inconsistente y no demostrada todavía, dando cuenta que en los congresos internacionales de Sociología 1888 y 1889, el primero en Bruselas y el segundo en Paris, abordaran la tesis de Lambrosio y concluyen que ellas son “arriesgadísimas y extremas opiniones”.
Finalmente, queda algo por destacar sobre Dellepiane, y es el de haber realizado, seguramente, el primer trabajo empírico en clave sociológica en la Argentina y es que en 1892 investiga sobre el movimiento criminal de Buenos Aires, tomando las estadísticas policiales de la época y su vínculo con el incremento de la criminalidad en la sociedad de inmigrantes; su segundo trabajo data del año 1895, investigando un tema caro y sentido en la historia sociológica, como lo es el suicidio en Buenos Aires -recordemos que el célebre texto de E. Durkheim sobre El Suicidio es de 1897-. Su trabajo empírico sobre el suicido toma los informes policiales de los años 1881 a 1892 y ese estudio tendrá como epicentro a los inmigrantes y sus formas de integración social a ese nuevo país que los acoge. Destaca que para el trabajo sobre el suicidio en Buenos Aires debió atenerse a los datos policiales y que estos son más bien escasos y deficientes. En síntesis, será una breve investigación, pero un gran trabajo empírico para esos primeros pasos que daba la sociología en la Argentina.
En este breve perfil intelectual que brindamos sobre Antonio Narciso Dellepiane queda claro que, atento a los cánones universitarios de la época, tuvo los méritos suficientes para acceder a la primera cátedra de sociología en la Argentina y a desarrollar tareas en docencia e investigación, también dejo bases significativas para el desarrollo de la sociología, tanto en el plano teórico como empírico. Por todo lo señalado sobre Antonio Dellepiane no tenemos dudas que hizo aportes específicos a la disciplina y también a honrarla, siendo bien merecido que cada 1 de junio de cada año se celebre el día del sociólogo y los lazos que lo unen.
(*) Doctor en Sociología. Profesor UNER y UNL