Mauro L. Muñoz
Stella Ricotti generó una propuesta particular para enseñanza de geometría, mediante el uso del arte japonés del origami. Una experiencia que compartió en el Congreso Iberoamericano de Geometría, en Italia.
Mauro L. Muñoz
Stella Ricotti cree que con una hoja de papel y las propias manos, se está en el umbral de un mundo misterioso, en el que con lo mínimo se pueden lograr maravillas y con cada forma descubrir un puente hacia la creatividad, con casi nada. “Las posibilidades pedagógicas del origami son enormes para estudiar y/o ilustrar tanto la geometría plana como la del espacio”, explica a El Litoral.
A una persona que no esté relacionada con las implicancias de las ciencias “duras” puede sorprenderle que los modelos matemáticos se asocien a problemas del día a día. Esto se debe a que las matemáticas que nos han enseñado desde siempre nunca salieron de las paredes del aula y, al no estar acostumbrados a “ver” de que manera se trasladan en cuestiones reales, creemos que no tienen relación. “Mirar no es lo mismo que ver. Ver implica el comprender y de ahí deviene un sentimiento. Con el origami intento generar un sentimiento positivo para comprender mejor la realidad que nos rodea. Y eso implica aprender”, continúa la profesora.
La divulgación científica comprende al conjunto de actividades que interpretan y hacen accesible el conocimiento científico a la sociedad. “Con el origami intento usar un recurso sencillo, fácil, económico que permite modelizar situaciones, resolver problemas, representar propiedades, construir con precisión, mejorar la visión espacial y por qué no, recuperar la destreza manual”.
Comienzos
Santafesina y docente desde hace casi 50 años sostiene que es “jubilada pero no pertenece a la clase pasiva”. En este sentido, Ricotti comenta que “amo lo que hago”, y agrega: “Siento placer al descubrir toda la belleza que tienen las Matemáticas y trato de contagiar ese placer con lo que hago”.
Su búsqueda nació de manera fortuita. “Descubrí el origami como una casualidad y me pareció maravilloso”. Con cursos aprendidos en la colectividad japonesa y autodidacta en cuanto al cruce con la geometría, comenta: “Un buen trabajo nunca se hace en soledad; mucha gente creativa me aportó su granito de arena. Con los modelos que iba aprendiendo, hacía la integración que me interesaba, destinada a mis clases”.
Manos ocupadas, corazón contento
La profesora Ricotti encontró en el arte japonés el recurso didáctico para cautivar almas dúctiles y es su deseo compartir esta pasión. “El compromiso de educar es demasiado grande. Los profesores tenemos que hacernos cargo y pensar: ¿Por qué las clases de matemáticas resultan pesadas? ¿Qué tenemos que cambiar para atraer a las mentes jóvenes? Es imprescindible para lograr una sociedad mejor”.
Los casi cincuenta años de docencia se dejan entrever en sus palabras que explican la gravedad de “construir un futuro que rechace lo elemental de las ciencias”. Por ello, hace referencia al arte para ejemplificar la importancia: “Apreciar el arte implica también nutrirse de otras fuentes. Por ejemplo, se puede degustar más profundamente una pintura de Leonardo o de Dalí o un grabado de Escher si se posee un somero conocimiento de las matemáticas que subyacen en cada obra”.
Cubos, icosaedros, tetraedros, octaedros y dodecaedros, forman los sólidos platónicos -considerados las formas de los componentes fundamentales del Universo físico- y uno los comienza a ver en todos los elementos cotidianos una vez que Stella menciona su importancia. La iniciativa de utilizar el arte oriental se convirtió en “una forma de tratar de que los chicos piensen y se planteen problemas dentro del aula”, explica la profesora.
Experiencia en el extranjero
En marzo de este año llevó a Santarcangelo -una localidad de la Emilia Romagna- en Italia, esta experiencia de trabajar con docentes en Geometría y Origami, repitiendo lo hecho un par de años antes en Cesena una localidad próxima a Rimini. Ambos talleres fueron dados en italiano.
Mientras que en julio participó del VIII Congreso Iberoamericano de Matemáticas. Ser de las pocas argentinas presentes en la Universidad Complutense de Madrid sede organizadora- le significó una gran alegría. “La experiencia fue lindísima, incluso el taller que presenté excedió el cupo disponible. Todo lo vivido me dio mucha satisfacción”, recordó.
El arribo al evento, en el que asistieron 1.600 profesores representando a 17 países, fue por medio de una invitación hace un año atrás. “La primer reacción fue de sorpresa y luego pregunté por qué. Luego supe que el libro -Geometría y Origami- tuvo mucha llegada en varios países de habla hispana y de ahí surgió mi nombre para la invitación”, explicó orgullosa.
La apertura del VIII Cibem estuvo a cargo del prestigioso profesor catalán Claudí Alsina, quien desde los años ‘90 está muy vinculado a Argentina. Ricotti nos cuenta que se ha generado una buena amistad desde aquellos años con Alsina, y lo considera su maestro por todo lo que ha provocado a través de los seminarios y sus libros.
Además contó que llevó “una maleta plena de poliedros de origami”, similares a los que están disponibles en su “cueva” -una habitación repleta de literatura y objetos geométricos-. que “tienen como alma la Matemática”. Y todos esos se quedaron en la Universidad Complutense de Madrid, en manos de los organizadores; un gesto para destacar la gratitud de sentirse valorada por la convocatoria.