Otra vez. Las clases presenciales de los alumnos de primaria y secundaria se volvieron a suspender en mayo. Un golpe duro para cualquier familia con personas en edad escolar. Lo que era una semana sí y una semana no se convirtió en un continuado de virtualidad. Algo que afecta a niños, adolescentes y también padres.
Verónica Enseñat, que es psicóloga infantil de la red Unitas, habló con El Litoral sobre este período tan complicado para los chicos: “Hoy los niños están bastante afectados con esta situación de volver nuevamente a tener un confinamiento. De perder aquellas pequeñas cosas que habían logrado a partir de noviembre del año pasado. Hay ya más cansancio, más agotamiento por parte de los niños. En los adolescentes también se ve esta situación en donde por ahí están más encerrados. Les cuesta más salir y socializar”.
La especialista remarcó que con los más chiquititos encuentran dificultades en el comportamiento. “No son problemas de conducta, sino que son reacciones lógicas de la frustración que le produce a los nenes no poder hacer lo que ellos quisieran”, consignó. “Muchos estaban con esa ilusión de la escolaridad porque sabían lo que significaba un año de no estar en la escuela, de tener Zoom. En la vuelta volvimos al retroceso en la afectividad, en la subjetividad con cuestiones que creíamos habían sido superadas, pero no”.
Enseñat aseguró que con todo esto los adolescentes tienen dificultades en relación a la iniciativa. En las familias con niños hay angustia, afirmó. “Los adultos que están al lado de estos niños también se angustian. Se genera una situación bastante compleja que tensiona todo. Tanto a los adultos como a los niños”.
Algunas veces se cuestiona el grado de eficacia de las clases remotas. Sobre este tema, Verónica señaló: “La virtualidad nos permite acceder a los contenidos. Perdemos este vínculo que también hace al aprendizaje, del cara a cara, entre compañeros. Quedan afuera los que tienen un ritmo más lento, que tienen mayores dificultades en el aprendizaje”. Otra cuestión marcada por la psicóloga es la brecha entre los que cuentan con elementos para conectarse y los que no. “No todos acceden. No todos los niños hoy tienen Zoom. En líneas generales hay un porcentaje que tiene Zoom. De ese porcentaje que tiene clases virtuales un porcentaje a lo mejor hace un tiempo completo, mientras que hay otros que reciben dos o tres veces por semana una clase de Zoom”, comentó. “A veces, aunque sea algo, es importante que el niño esté en contacto con la escuela. Aunque no sea el contacto ideal, o la manera ideal”, agregó.
Con respecto al adelantamiento de las vacaciones de invierno en las escuelas, dijo: “La importancia puede residir en lo sanitario en esta cuestión de evitar la época fría. Tal vez tenga valor en lo sanitario para prevenir o para resguardar. Lo que pasa es que a los chicos el tener que hacer algo de la escuela ya les marca una rutina. Habrá que ver como cada familia puede sobrellevar esa falta de ese momento de escuela que implica contactarse con los amigos, estar ocupado o tener actividad. En un momento que es muy difícil tener actividades por fuera de casa. Ahí la familia deberá ver de armar una serie de actividades como para que los chicos puedan no estar tanto en pantallas”.
No registro de situaciones
Con respecto a las consecuencias de estos desajustes, afirmó: “Van a ser importantes en el sentido de qué huella va a dejar en cada uno de estos niños. Muchos nenes en 2019 terminaban salita de tres, el año pasado le tocaba salita de cuatro, este año salita de preescolar y el año que viene primer grado. Si se diera el año que viene una escolaridad normal o con cierta normalidad, estaríamos teniendo un niño que dejó salita de tres para ingresar a primer grado. Hubo un tiempo que fue el de salita de cuatro y preescolar que es el aprestamiento, la socialización que no estuvo presente”.
“Cuántas situaciones familiares se dieron. Pérdidas en cuanto a los afectos, nacimientos en que ellos no pudieron participar. Va a haber un tiempo de no registro de determinadas situaciones”, aseguró Enseñat. “Las pantallas se veían con mala cara, pero hoy jugar online les permite estar en contacto con sus amigos. Es la forma que tienen. El año pasado fue la forma que tuvieron de estar en contacto con sus amigos. No solamente es el juego”, agregó Verónica.
La adaptación de los niños puede llevar a una sobreadaptación. “Desde la fobia a salir y la fantasía que se le genera en los niños con respecto al temor a la muerte, a que le pase algo a sus seres queridos. Y en que este momento se convierte en algo real. Todos tenemos alguien que le pasó. Todos perdimos un familiar o el familiar de un amigo nuestro. Eso se empieza a convertir en algo real y es difícil sacar un miedo si uno tiene algo que está pasando. No le podemos decir al niño ‘esto no pasa’ si en realidad está pasando”, dijo la psicóloga infantil.
Por último, se refirió al rol de los padres en este panorama complicado: “Los papás tienen que acompañar y empatizar. Entender las emociones. Es difícil porque a los niños que están muy saturados de estas situaciones y que viven emociones negativas como el miedo, el enojo, la tristeza están rodeados de adultos que también estamos pasando por situaciones complejas. Es dificilísimo. No sólo lo sanitario, lo social, lo económico. El encierro que también afecta a los adultos. Las preocupaciones. Este momento nos convoca como papás con un plus de paciencia y de capacidad de escucha”. “A veces se convierte en un gran caos, pero son momentos extraordinarios. No hay una receta única. La receta la va a construir cada familia. Cada familia va a saber sus fortalezas y en donde no son tan fuertes”, recalcó.