Lunes 23.3.2020
/Última actualización 19:34
La suspensión de clases ante la pandemia del coronavirus obligó a todo el sistema educativo a repensar sus estrategias de enseñanza. Gran parte de la comunidad docente se encuentra en el desafío de adaptar las clases habituales para que sean más entretenidas y a distancia, considerando las complicaciones propias del confinamiento obligatorio. Sin embargo, un docente santafesino se encontró ante la tarea inversa: transformar su contenido en algo más serio y estructurado. Juan Denis, docente y youtuber santafesino, preparó un curso online para todos los días de la cuarentena, donde hace lo mismo que cada vez que está frente al aula: enseñar filosofía.
Denis es profesor en las escuelas Zapata Gollán, 8 de marzo de Las Lomas, Nativas del Salado, Nuestra Señora del Covadonga y en el Instituto superior Icop. De todas formas, sus alumnos son muchos más. Según las estadísticas que arroja el sitio Social Blade, su canal de Youtube cuenta con más de 67 mil suscriptores, tiene 300 mil visitas mensuales, y se encuentra en entre los 2 mil canales más visitados en Argentina. También, tiene mucha actividad en Instagram, Twitter y Facebook, con contenido específico para cada una. Además, realiza sus propios podcast en Spotify, donde hasta se anima a cantar siguiendo los pasos de su padre Juan Carlos Denis, referente del histórico grupo de cumbia santafesina Los del Bohio.
En diálogo telefónico con El Litoral, dijo estar “un poco triste” por el tiempo perdido para realizar avances en la digitalización de los contenidos escolares, pero esto no le impidió seguir adelante con su trabajo de enseñar por fuera de la escuela. Valiéndose de sus conocimientos en la ciencia de todas las ciencias, trazó un análisis más allá del aula, en el que consideró positiva la “decisiones anticipadas en relación a los demás países”, para evitar lo que le genera gran preocupación: “psicosis social derivada de la incertidumbre y las contradicciones de las autoridades”.
“Empezamos desde lo más básico”, explicó sobre el curso. Detalló que son un total de 15 videos que durarán entre diez y quince minutos. Allí, explicará los temas que deberían estar dando en la escuela: “A mis alumnos se los cargo en Classroom, agrego textos complementarios y pido que hagan un trabajo práctico; pero lo hago extensivo a todo aquel que se quiera sumar”. Además, recomendará libros y películas para relacionar con las exposiciones. La idea central es ayudar a pasar este momento. “En este momento que nos toca pasar busco que, por un rato, no nos demos cuenta que estamos distanciados”, resumió.
Asimismo, le pidió paciencia a sus seguidores por postergar sus contenidos habituales: “Espero que se enojen y me acompañen en este momento”, dijo desde el otro lado de la línea. “La verdad que es un riesgo que asumo porque creo que es necesario en este momento. En Youtube me manejo por tendencias, temas de interés masivo y filósofos reconocidos. Ahora vamos a ir desde cero, serán quince clases que corresponden a la currícula, como en el aula, sin cortes ni edición”, explicó.
Consultado sobre la posibilidad de prolongar los aprendizajes sin la asistencia a clases, estimó que “se complica que los chicos se autoeduquen en sus casas, ya que actualmente no tenemos diseñado un sistema extensivo que garantice el control -por más que fuerte que suene- con el que funciona la escuela hasta el día de hoy”.
De todas formas, valoró de forma positiva las características del sistema on-demand, donde cada uno pueda ver el contenido en el momento que le sea más oportuno. “La clase a distancia está muy influenciada por el modelo Netflix. Yo cargo la clase y, después, el que quiera verla lo hace cuando tiene el tiempo y la disposición para hacerlo. Es una diferencia muy grande en cuanto a lo clase presencial, ya que ahí siempre hay un tiempo que se pierde entre que nos acomodamos, alguien que llega tarde, que alguien tiene sueño, que hace frío, tenemos hambre y demás”.
A su vez, puntualizó las limitaciones que puede encontrar esta modalidad: “Las transmisiones de este estilo pierden eficacia en cuanto a que disminuye la capacidad de interacción. El debate que se genera desde lo presencial es imposible de emular. Por ejemplo, cuando hago transmisiones en vivo, terminan siendo algo más parecido a un chat entre amigos que a un hecho educativo en sí”.
Gentileza Desde su casa. La entrevista fue telefónica ante las exigencias sanitarias, sobre las que el profesor pidió reforzar el mensaje para colaborar entre todos.Desde su casa. La entrevista fue telefónica ante las exigencias sanitarias, sobre las que el profesor pidió reforzar el mensaje para colaborar entre todos. Foto: Gentileza
Respecto de las consecuencias en el aprendizaje que pueda generar el parate de clases, consideró que dependerán del tiempo en el que se extiendan las medidas sanitarias. “Si estamos parados durante más de un cuatrimestre, se tornará imposible explicar media materia por más que utilicemos todos los recursos posibles”.
Respecto del alcance de las pérdidas educativas, ofreció una doble interpretación: “En el historial educativo individual, creo que es una anécdota que podrán contar cuando sean más grandes. Ahora, sobre la calidad de los conocimientos específicos, es una catástrofe. La cantidad de contenido conceptual se acortará muchísimo si se extienden las medidas”.
Como balance de su cátedra, explicó que al ser una materia que la mayoría de los alumnos tiene únicamente en quinto año, se perderían algunas cuestiones principales. “Mis clases las trato de adaptar a los propedéuticos universitarios, donde se pide mucha epistemología e historia de la ciencia. Al no darlos correctamente, creo que se producirá un déficit en ese sentido. Por otra parte, se hará a un lado una cuestión esencial de la Filosofía: instalar el debate”.
De todos modos, observó que los alumnos de hoy tienen una opinión formada de antemano. “Hubo un cambio sustancial durante los últimos diez años, en el que considero que la revolución tecnológica tiene mucho para explicar. Aun con las diferencias socioeconómicas de las escuelas en las que trabajo, es impactante ver que los estudiantes ya han vienen pensado determinados temas, que los vieron o escucharon en algún lado. Ante eso, tienen incorporado que no hay motivo para quedarse callados”, concluyó.
Las redes por las que Juan Denis lleva adelante su proyecto de divulgación de la filosofía: en Instagram es @juanndenis; en Twitter es @filosofiaminuto; en Youtube, Spotify y Facebook como “Filosofia en Minutos”.
Denis lamentó que no hubiese una decisión horizontal de avanzar en la digitalización del ámbito escolar. “En dos de las seis escuelas en las que trabajo usamos Classroom, pero únicamente por iniciativa de los mismos docentes. Eso me pone triste, podríamos haber progresado muchísimo en cuanto a educación digital y aprovecharlo antes de que suceda todo esto”.
Dijo que “cualquier docente con mínimo conocimiento tecnológico es capaz de usar Classroom” (plataforma de Google). “Es una herramienta muy valiosa porque le permite al docente cargar contenido y ver quién estuvo conectado y en qué momento, eliminando la necesidad de que todos estén conectados al mismo tiempo”.
Además, agregó que observa un “doble discurso” en este tema: “Por un lado, escuchamos que es necesario favorecer el uso de las nuevas tecnologías y premiar a los docentes que implementan estas estrategias; pero, por otro, no existe una política concreta sobre este punto que permita sortear dificultades como hoy el coronavirus”.
Respecto de las suspicacias que despiertan el uso masivo de estas plataformas, dijo: “Es entendible el planteo, pero tampoco se implementó una plataforma estatal. Creo que tiene que ver con una cuestión de ejecución: puede haber intención de crear una plataforma, pero no hay un servidor que abastezca a todo el país. Ahí se cuela la discusión sobre la disponibilidad de recursos y a qué están destinados”.
Comentó que tomó consciencia de la magnitud de la situación global “cuando Estados Unidos decidió cancelar la NBA y cerrar Disney, algo que no sucedió en guerras anteriores”. Y que le impactó de sobremanera “ver al Papa Francisco saludando a nadie en la Plaza del Pueblo”.
“Veo un profundo paralelismo entre lo que sugieren los especialistas y lo que sucede día a día. Creo que eso quedó de manifiesto con la suspensión de las clases, cuando se dijo que era contraproducente hacerlo y, dos días después, terminaron ordenándolo de manera urgente. Veo cierto temor ante la falta de liderazgo: saber que estoy en manos de la gente que sabe, pero que parecen estar sobrepasados en la magnitud de la situación”, desarrolló.
—¿Cuánto tiene que ver las nuevas formas de comunicación en esta especie de crisis de autoridad?
—Siempre hubo enfermedades que produjeron muertes masivas, lo novedoso es que nos enterarnos en tiempo real de lo que sucede. Esta celeridad puede generar cierta psicosis social masiva, generando encono donde antes no había. Incluso, creo que los medios de comunicación -los apuntados de siempre- pierden influencia en este sentido.
De todas maneras, creo que la preocupación funciona de forma selectiva. No veo que esto sea igual para todos, hay muchas personas que siguen intentando hacer su vida diaria. Ante eso, me pregunto: ¿Por qué sigue habiendo personas que no toman consciencia de lo que pasa? ¿Acaso somos algunos pocos los que entramos en esta paranoia de ver que los principales líderes del mundo están desesperados por lo que sucede?
Aunque reconoce que comienza a extrañar el pasear con su hija y esposa, dice que no le pesa el aislamiento, que practica desde que la cuarentena era solo una sugerencia. Lo asimila de buena manera porque no difiere mucho de su práctica habitual. “Mi trabajo brota del aislamiento cotidiano. Mis clases brotan del encierro, tomando café y leyendo”.
Mientras habla, divaga en sus pensamientos y recuerda un profesor que enseñaba que el aprendizaje era consecuencia de sentarse a leer muchas horas por día. “Al igual que mi maestro, creo que la filosofía es más disciplina que talento. Por eso elegí esta profesión, es lo que me gusta. Soy feliz encerrando en mi casa a leer para preparar una clase, que después se desarrolla en un aula, otro contexto de encierro”.
Sobre el confinamiento obligatorio, opina que la actualidad muestra que “vivimos en el hacer y no en el ser”. Analiza que “la distensión de todos los días transcurre más de manera externa (bares, shoppings, boliches) antes que interna (el hogar)”, y agrega: “El hacer tiende a tapar el ser, porque nos focalizamos en las actividades cotidianas. El encontrarnos con nosotros mismos -en este momento, de manera obligada- te puede alegrar o espantar. La reacción se dará de acuerdo a lo que somos, pero no estamos acostumbrados a ver”.