Mauro L. Muñoz | [email protected]
En el colegio Nuestra Señora del Calvario, se llevaron adelante tres jornadas que abarcó la problemática que preocupa en las escuelas. Los estudiantes conversaron, interpretaron juegos de roles y concluyeron las actividades con un video reflexivo.
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A modo de conceptualización, podríamos decir que el bullying es una forma de violencia solapada, a partir de la imposibilidad de ponernos en el lugar del otro y que sucede mayormente entre estudiantes. Pese a que muchas personas lo consideren una moda pasajera, esta problemática es histórica. Al ponerse de manifiesto con ejemplos, ahora socializados, la situación es visibilizada y abordada profesionalmente. Así lo entienden desde el colegio Nuestra Señora del Calvario, donde el equipo de orientación y tutoría de la institución llevó adelante una conjunto de jornadas tendientes a construir canales de diálogo para mejorar los vínculos.
“El acoso escolar se compone de cualquier tipo de maltrato, físico o verbal, entre alumnos, de forma reiterada y a lo largo del tiempo. Es una forma metódica y sistemática de tortura, en la que un estudiante es sometido por uno o varios, con consecuencias psicológicas”, definieron, desde el equipo, sobre el problema en las relaciones.
En la actualidad, la preocupación en torno al acoso se acentúa a medida que las redes sociales amplifican el alacance de los vínculos, actuando como un altavoz de la violencia (cyberbullying). Frente a esto, las instituciones escolares se ven en una encruzijada por la falta de herramientas para educar en la prevención.
Una de las psicopedagogas que compone el gabinete pedagógico, María del Huerto Torres, dialogó con El Litoral y explicó que el objetivo fue “comenzar a hacer visibles situaciones que se naturalizan en lo cotidiano, ayudando a tomar conciencia”. Poniendo énfasis en el trabajo en “intentar lograr una mayor sensibilidad y empatía frente al sufrimiento que surge de las acciones, la pasividad o la indiferencia que unos pueden provocar en otros”. Generalmente, las actividades son planteadas de manera teórica y abstracta, por lo que no logra aproximarse a los alumnos. Teniendo esto en consideración, el equipo comenzó realizando una encuesta a toda la secundaria. Allí, solicitaron que se describieran, de forma anónima, situaciones vividas personalmente o presenciadas de “burla, maltrato o acoso”.
En una nota enviada al cuerpo docente, explicaron que los resultados obtenidos fueron entre “sorprendentes y preocupantes ya que, tal como los textos especializados lo describen, existe entre ellos discriminación, marginación, amenazas, acostumbramiento o naturalización e indiferencia de adultos y pares”.
Reconociendo que la problemática requiere ser abordada con continuidad y en todo momento, las jornadas “¿Y si nos tratamos mejor?” fueron planteadas como el inicio de una serie de propuestas. En esta actividad, los alumnos se dividieron en dos jornadas que posibilite un trato más personalizado. A modo de cierre, se realizó una exposición conjunta donde se compartieron videos que los chicos grabaron con un mensaje reflexivo.
Visibilizar conductas hostiles
“Para mí el bullying sólo ocurre en la adolescencia, ya que no pensamos mucho el daño que le causamos a las otras personas a esta edad. Cuando se crece, piensan y se dan cuenta”.
“Una vez me hicieron una broma y me tiraron los útiles al suelo, me pegaron y me enredaron el pelo. No me hacen bulliyng, pero lo digo igual”.
“En dos ocasiones fui insultada por Twitter. En ninguna ocasión respondí. La primera vez lo hicieron muchas personas (30 quizá) y en la segunda 5”.
Imaginar los relatos en voces jóvenes, de no más de 18 años, suena crudo. Las narraciones citadas, fueron extraídas textualmente de la encuesta que se realizó.
Para poder realizar nuestros vínculos afectivos, en primera instancia, necesitamos ser vistos: existir implica sabernos vistos. Si estamos invisibilizados, si no hay un otro que nos perciba, no podemos establecer lazos vinculares. Respecto a ello, Huerto comentó que “al momento de leer los relatos que nos entregaron, nos preocupamos por todo lo que ocurre ya que quizás no se ve o no se habla”.
Así las cosas, poner algo en palabras simboliza su existencia, materializa la problemática. Valorando ello, el equipo de orientación y tutoría consideró importante comenzar las presentaciones con algunos de los relatos para, luego, ahondar en conceptos sobre qué es el bullying: “a veces no está claro y se piensa que cualquier cosa lo es; o por el contrario, se dejan pasar situaciones por considerar que son cuestiones aisladas”, evaluó la psicopedagoga.
En una segunda instancia, las actividades se desarrollaron dentro del aula, continuando la idea de poner en práctica lo teórico. Una vez allí, realizaron un juego de rol llamado ‘taxi, taxi‘, donde se pone de manifiesto que existen distintas formas de transitar un acto discriminatorio.
“La actividad consistió en sacar cinco alumnos del aula al azar, que interpretaron a los taxistas. Los que quedan dentro organizan un pasillo y actúan de pasajeros. A los conductores se les da la consigna de no subir a cualquiera, sino que se les asigna un criterio -descabellado- para subir personas. Por ejemplo: quien no tengan bufanda, no sube. A partir de ahí, nos concentramos en analizar cómo se sintieron quienes vieron negados sus pedidos y, también, cómo se sintió el que tuvo que practicar la discriminación”, describió Huerto.
Finalmente, los alumnos realizaron un video resumiendo las experiencias, dando lugar a que se apropien de lo vivido, dejando un mensaje para compartir con los demás. Con todo lo filmado, se armó un video general que fue proyectado en el gimnasio del colegio. ‘Se lograron cosas muy profundas y muy significativas. Creemos que lo más importante es poder ver, detectar y hablar estas problemáticas”, manifestó la profesional.
Conclusiones incipientes
Según manifestaron desde la escuela, la actividad sirvió de disparador para que tanto chicos como profesores hagan una introspección y empiecen a contar algunas cosas que empiezan a considerar. En ese sentido, producto de la transversalidad de la temática, se alentó a seguir pensando en conjunto los diferentes espacios curriculares donde es posible seguir plasmando estas situaciones.
“Hay veces que se piensa que en las escuelas no se hace nada al respecto, pero esto no es así. Lo que hicimos en esta oportunidad ya nos está dando algunos primeros resultados y esperamos seguir trabajando entre todos”, argumentó la psicopedagoga.
Esperanzada, Huerto concluyó con algunas muestras incipientes de que lo realizado hace que “la cuestión ya se está moviendo”: “Nos alegra ver que muchos chicos ya se acercaron a contar situaciones que observaron o vivieron.
También, los docentes comienzan a estar más atentos y buscan herramientas para intervenir en momentos precisos, a través de la palabra o de la consulta a las integrantes del equipo, que estamos para eso”.
Cyberbulling
El cyberbullying o ciberacoso es el uso de medios digitales (smartphones, tablets, ordenadores) para acosar psicológicamente a otras personas. Este fenómeno, suele implicar ataques intencionados y repetidos a lo largo de un período de tiempo.
Los principales efectos son el daño a la autoestima y dignidad de la víctima. En el caso de utilizar los medios digitales, las consecuencias pueden ser mayores por el alcance masivo que puede producir.
‘Hoy en día, lo que pasa en las redes sociales es muy preocupante. Muchas veces sucede que hay cuestiones en que la escuela o el docente no actúa porque, sencillamente, no se las puede ver. En esas situaciones pasa que ni siquiera los padres tienen acceso a lo que sucede en el entorno digital y, de pronto, nos encontramos sin herramientas para actuar. Por eso, se vuelve importante que se hablen y comenten estas cosas con un adulto, ya sea quien es acosado como también el que se vuelve un espectador porque la pasividad también contribuye al malestar”, comentó Huerto.
Santa Fe: un podio que preocupa
Según un informe de la ONG Bullying Sin Fronteras, la provincia de Santa Fe es el tercer distrito de Argentina en el ránking que registra mayor cantidad de episodios de acoso escolar.
El trabajo de alcance nacional fue presentado a fines del año pasado. En el mismo participan profesionales de distintas ramas en todo el país conformando un equipo multidisciplinario. Las estadísticas son elaboradas a partir de información proveniente de ministerios, universidades, medios de comunicación, institutos de enseñanza públicos y privados, docentes y padres.
Después de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe y la ciudad de Buenos Aires aparecen Córdoba (con 298 casos), Formosa (191 casos), Corrientes (177), Misiones (159) y Mendoza (149), en tanto que el resto de los distritos del país tienen cada uno menos de cien casos. Los que menos tienen son Neuquén (14 casos), Santa Cruz (10 casos) y Tierra del Fuego (8 casos).
De acuerdo con los resultados obtenidos, entre octubre de 2016 y el mismo mes del año actual se advierte que la problemática creció un 30%. En 2013, en todo el país, se denunciaron 822 casos; en 2014, 1.192; en 2015 fueron 1.631 los hechos registrados; en 2016, 2.236 casos; y finalmente este año se destacaron 2.907 casos.
En el informe se indica que las principales causas son el rendimiento escolar superior (un 25%), defectos físicos (entre 10 y 15%) y rendimiento escolar inferior (en torno al 10 por ciento). La diferencia entre varones y mujeres es que las chicas acosan mayormente a sus pares por la belleza (en un 45%, que en los varones se reduce al 20), en tanto que los chicos hacen bullying principalmente por el rendimiento deportivo inferior (un 35%, contra un cinco por ciento de las chicas).