A través de la Decisión Administrativa 1995/2020 publicada en el Boletín Oficial, el gobierno nacional habilitó el retorno a clases presenciales en casas de altos estudios que cumplan con los requisitos para la prevención del coronavirus y una vez que cuenten con la habilitación de las gobernaciones locales.
"La situación epidemiológica es distinta en las distintas partes del país, por lo que cada universidad deberá decir cómo hará para retomar progresivamente la presencialidad, siempre en función de los protocolos y las recomendaciones brindadas por el ministerio de Salud", explicó a El Litoral el Secretario de Políticas Universitarias de la Nación, Jaime Perczyk.
En conversación con este medio, el "rector de rectores" realizó un recorrido por las dificultades que dejó en evidencia el coronavirus y las acciones necesarias para que el sistema de educación superior sea un pilar en la reconstrucción del país
-¿Qué experiencias de las implementadas durante la pandemia se han tomado y cuáles se han descartado?
-Lo primero es asumir que lo que está pasando es un drama para toda la humanidad, si lo único que hacemos es mirar con nostalgia todo lo que perdimos, nunca vamos a salir de la melancolía. En ese sentido, las universidades han hecho un esfuerzo enorme y que es algo que el pueblo argentino valora, porque han estado a la altura de circunstancias muy complejas.
Argentina tiene un sistema de cursado eminentemente presencial. De los diez millones doscientos mil estudiantes universitarios que conforman el sistema hasta antes del aislamiento, sólo el 7% tenía clases a distancia. Y esto no era solo para los estudiantes y los docentes, sino que la investigación y la extensión también era casi todo presencial.
Luego en marzo, con la llegada de la pandemia, las universidades migraron en solo tres semanas a una educación que en principio fue virtual por emergencia. Pero además la comunidad vio que con el correr de las semanas ese sistema fue mejorando.
Por eso creo que, hacia adelante, vendrá una nueva síntesis en lo que hace a la educación universitaria argentina. Valoramos la presencialidad, la necesitamos, pero también va a hacer falta darle lugar a todo lo que se ha generado durante estos meses, ya que hay cosas que realmente fueron muy bien hechas. Creo que todo esto redundará en una mejor universidad.
-¿Cuáles son los principales aspectos que destaca de esa síntesis?
-En el sistema universitario, sobre todo las instituciones de más tradición, existía un modelo con aulas donde no entraban alumnos y había que llegar temprano para asegurarse un lugar. Incluso, como docente puedo decir que uno sabía que las primeras diez filas estaban atentos a los contenidos, mientras que en las demás filas la atención se tornaba intermitente.
Ese valor académico es algo que estuvo pensado para otro momento, cuando el que se lucía era el profesor. Y creo que en el corto plazo es algo que no va a volver, porque sanitariamente no es recomendable juntar centenares de personas en un mismo lugar.
Además, eso va a cambiar porque pedagógicamente entendimos que es algo que no vale la pena. Ese modelo ya no va a existir. A partir de ahora, cuando se retome el cursado, una parte será virtual y otra presencial, que será mucho más poderosa que la que teníamos antes de la pandemia.
En la Universidad que viene, lo presencial deberá priorizar las actividades que fomenten la solidaridad con la comunidad, proyectos de investigación y de relación entre pares. En esta etapa de la vida, los estudiantes conocen a otros grupos sociales, y eso es algo que seguirá estando. Pero también sabemos que tendremos que construir nuevas modalidades.
-Además de lo epidemiológico, se agregan complicaciones económicas y sociales. ¿Qué rol deberán ocupar las universidades en el desarrollo del país?
-Tenemos que entender que nuestro país saldrá muy golpeado de todo lo que estamos viviendo. Con una caída del producto bruto mundial, tendremos más pobreza y más desigualdad. Entonces, habrá que reconstruir la Argentina en un sentido más justo y federal.
La Universidad tiene cosas para decir y deberá pararse en el centro de los debates nacionales. En estos meses de pandemia vimos que muchas de ellas se han transformado, trabajando en investigación, desarrollo de vacunas, producción de test, participando de operativos como el DetecAr y la distribución de alimentos.
Frente a la gran tarea de reconstrucción que tenemos por delante, la Universidad es una institución fundamental, porque es de las que más prestigio tiene en nuestro país. Todo lo que se investiga en las instituciones, ya sea en logística, alimentos, transporte, energías renovables, salud, informática, deberá ser transferido a los sectores productivos, para que el país genere empleo, trabajo y riqueza.
-En ese sentido, está dentro de la agenda la elaboración de una nueva ley de Educación Superior adecuada a las necesidades del país.
-Efectivamente, esa es una de las tareas en las que estamos trabajando.
Una cuestión elemental es que nuestro sistema universitario tiene, además del derecho de investigar lo que cada uno quiera, una responsabilidad que es la de producir conocimiento para favorecer el bien común.
Entre tantas cosas, la pandemia demostró que, si bien pudimos evitar el colapso del sistema de salud, nos hacen falta intensivistas, enfermeros, kinesiólogos, obstetras. Deberemos trabajar en la formación. Por ejemplo, por año tenemos 80 mil contadores graduados, pero solo 12 ingenieros en petróleo.
Entonces, la Universidad tiene que contemplar estas discusiones ya que es de las instituciones de mayor financiamiento y porque es el lugar por excelencia en la producción del conocimiento de nuestro país.
-¿Con qué políticas se buscará orientar esas discusiones?
-Hay políticas de corto, mediano y largo plazo. Pero hay una cuestión cultural que tenemos que tener en cuenta: si nosotros seguimos construyendo una sociedad donde le decimos al varón que la razón, la lógica y la ciencia son ellos, mientras le decimos a la mujer que son lo artístico y lo expresivo, es algo que luego repercute en las decisiones profesionales.
Por otra parte, hay políticas que tienen que estar dirigidas al incentivo a las carreras científicas-tecnológicas. En esto hay cuestiones de promoción, de hacer llegar propuestas que son muy atractivas, pero que no son tan conocidas: ingeniería en metalurgia por ejemplo. Y también hay cuestiones de reconocimiento efectivo, con más amplitud de becas para garantizar el estudio en igualdad de condiciones.
-¿Qué certezas pueden ser transmitidas de cara al 2021? ¿Habrá contemplación para la presentación de los distintos requisitos?
-La certeza que se puede dar es que habrá un sistema universitario que va a seguir peleando contra la adversidad y que seguirá creyendo en los jóvenes argentinos.
La idea del sistema universitario no es solo que nadie quede afuera, sino que todos puedan entrar. Todas las universidades del sistema público y privado son conscientes de la realidad que se vive en la educación secundaria y de las lógicas dificultades para la emisión de certificados, títulos y constancias. Por tanto, se extenderán los plazos para todas las documentaciones necesarias para los ingresos.
Además, les pido a los estudiantes que no se atormenten, que siempre hay tiempo para hacer una carrera, para cambiar si no nos gusta lo que elegimos. Lo más importante es sentir la Universidad como lo que queremos que sea: la casa de todos los jóvenes argentinos.