Juan Chiummiento / redaccion@ellitoral.com
Cristina Gómez Centurión ya está en Dubai, donde participa de un certamen internacional que otorga un millón de dólares como premio mayor. Antes de emprender viaje, dialogó con El Litoral sobre sus expectativas, pero donde también opinó del actual sistema educativo.
Juan Chiummiento / redaccion@ellitoral.com
La docente rosarina Cristina Gómez Centurión es una de las 50 finalistas del Global Teacher Prize, un reconocimiento que muchos consideran el Nobel de Educación. Fue elegida entre más de 10.000 colegas por su trabajo en dos escuelas periféricas de Rosario, en donde ofrece programas de innovación educativa de alto rendimiento.
“Lo que hicimos fue lo contrario que se hace habitualmente, donde por prejuicio uno considera que por su condición a los chicos no se les puede pedir un poco más. Ofrecí alternativas superadoras y logramos excelentes resultados”, comentó Gómez a El Litoral, horas antes de partir a Dubai, donde participará de un congreso internacional que tiene como corolario la elección del premio mayor, consistente en un millón de dólares.
Si bien el presente le regala una gran sonrisa, el recorrido de esta mujer de 58 años no fue nada fácil. Madre de tres hijos (dos de ellos sufrieron severas complicaciones de salud al nacer), junto a su marido formó parte del ejército de argentinos que emigró a España en 2001 producto de la crisis. Diez años después volvió a la provincia de Santa Fe -a Rosario-, donde consiguió trabajo en una escuela de barrio Tablada, uno de los que registra mayores índices de vulnerabilidad. Desde allí emprendió un trabajo que la catapultó a lo más alto de la docencia.
—¿En el caso de ganar para qué utilizarías el premio?
—Yo estoy trabajando para poner una marcha una red de educadores innovadores, que reúna las experiencias innovadoras en las periferias. El proyecto es dotarlo de visibilidad para que pueda difundirse y prestar un servicio a todas aquellas escuelas que no les llega nada. Porque las públicas tienen un poco más de recursos, pero otras, como las parroquiales, que están en zonas vulnerables, que son gratuitas para los alumnos pero están catalogadas como privadas, están privadas de todo. Están afuera de Conectar Igualdad, de las Aulas Digitales, de todo. La idea es poder brindar un servicio a todos los que tienen mayor necesidad. El mejor maestro tiene que estar en el lugar más difícil.
—¿Cómo fue el proceso?
—Es un proceso donde se da una convocatoria abierta, en donde uno se postula siguiendo una serie de pasos. Lo que el jurado evalúa es la originalidad, los resultados obtenidos y, en mi caso, al ser algo que ya se hizo, se verifica eso. Al principio no sabía cuántos se habían postulado pero después me enteré que habían sido más de diez mil.
—¿De qué se trata tu propuesta?
—Lo que yo postulo es no solo la tecnología, sino la inclusión de calidad. Ofrecer a los sectores menos favorecidos innovación y programas educativos de alto rendimiento. Lo que hicimos fue lo contrario que se hace habitualmente, donde por prejuicio uno considera que por su condición a los chicos no se les puede pedir un poco más. Ofrecí alternativas superadoras y logramos excelentes resultados.
—¿Dónde son las escuelas?
—Las dos son en zona sur. Uno en barrio Tablada, en Villa Manuelita y la otra es en Ovidio Lagos y la autopista, en la escuela El Ceibo. Dos escuelas, cada una con sus particularidades, las dos son escuelas excelentes. En el Ceibo, yo tengo quinto año, y la verdad es que he tenido una respuesta excelente. Siempre digo que allá el mérito es de los compañero que los tuvieron antes que yo. Mi materia, Orientación y Contextos Laborales, es como una bisagra. Muchos de mis alumnos trabajan en la escuela y es una maravilla como se trabaja, el ambiente, la responsabilidad de los chicos. A ellos los he llevado a eventos de la Universidad Austral, a jornadas abiertas e incluso han aplicado para algunas becas.
—Qué significativo que puedan tener un aprendizaje de calidad en una materia que trate sobre el contexto laboral, justamente en la actualidad...
—Es importante porque yo lo enfoco en diferentes canales, no solo el trabajo tradicional en relación de dependencia, sino también los introduzco en el microemprendimiento, el mundo del coworking y las start ups. Es decir, convencerlo de que puedan generarse proyectos de emprendimientos con otras personas y que produzcan nuevos puestos de trabajo. Yo tengo que pensar mis contenidos teniendo en cuenta que esta generación puede cambiar entre 7 y 10 veces de trabajo en su vida. Para eso hay que entrenarse. Mis alumnos han ganado premios Ingenia, y eso resulta muy inspirador, la posibilidad de llevarlos a una experiencia con otros jóvenes. Es mostrarles que si no conseguís un trabajo de los comunes, el futuro ya llegó y hay muchísimas otras oportunidades.
—¿Dónde podés encontrar el germen en tu vida que te llevó a generar estas propuestas innovadoras?
—Siempre fui una persona inquieta, innovadora. A lo largo de mi vida me he tenido que reinventar. He tenido una vida con muchas dificultades, y siempre he tratado de ver el vaso medio lleno, de decir que esto va a pasar y tengo que buscar la solución entre los recursos que tengo. En una de sus conferencias, Steve Jobs contó que en un momento había perdido la regularidad en la universidad y no tenía dónde vivir, y entonces se puso a estudiar cursos gratis solo para asegurarse un techo. Uno de esos cursos fue de caligrafía, que en ese momento tal vez no tenía mayores implicancias con lo que estudiaba, pero gracias a esas enseñanzas después marcó un diferencial cuando generó la interfaz de Apple. A veces adquirís un conocimiento, una destreza, que no la percibimos como tal pero después capaz te salva la vida.
Sistema público
—¿Cuál es tu visión sobre la educación pública?
—Mi visión es que tiene que cambiar. Realmente la estructura del sistema no ayuda. Habría que cambiar completamente la estructura para que permita mayor libertad y que los proyectos que a veces aparecen como exitosos, o que van bien, sean fácilmente replicables. La estructura no ayuda, es muy rígida y tiene mucha burocracia. La labor del docente está pautada por la antigüedad y no por la carrera docente. Eso creo que es un incentivo negativo. Vos tenés que estimular a que la gente se siga perfeccionando. Si tenés un docente con resultados tendría que tener un diferencial, como pasa en todos los órdenes de la vida. Creo que hay que hacer muchas cosas pero estructurales. Estamos llenos de pequeñas reformas, de parches. Y en el fondo no mejora.
—¿A quién le cabe la responsabilidad de eso?
—A todos. Por supuesto que las decisiones son siempre políticas, pero la educación es un problema de todos y todos deben contribuir a apoyarla. —Que no sea una cuestión partidaria...
—Es de esos grandes temas que son políticas de Estado que deben perdurar en el tiempo. Se tienen que dar en un acuerdo político pero también un acuerdo de todos los sectores. Ojo, que yo viví en Europa y cada dos años había una ley de Educación.
Sobre el premio
El Global Teacher Prize (Premio Global a la Enseñanza) es un certamen organizado por la Fundación Varkey -de origen británica- desde 2013. Consiste en otorgar un millón de dólares a un docente innovador y comprometido que haya tenido un impacto inspirador en su alumnado y en su comunidad.
El jurado que determina el premio mayor está compuesto por directores de escuela, expertos en educación, comentaristas, periodistas, funcionarios públicos, emprendedores tecnológicos, directores de empresas y científicos de todo el mundo.
En las ediciones anteriores, el reconocimiento fue ganado por docentes de diferentes nacionalidades (España, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Palestina). Para el certamen actual, Argentina tendrá dos representantes: Cristina Gómez Centurión y Martín Salvetti, oriundo de la provincia de Buenos Aires.
En la descripción que hacen en el sitio web oficial del concurso, describen a la docente rosarina como una persona que “no contempla la palabra fracaso en su vida, ni siquiera cuando todos los demás se han rendido”.
Asimismo, destacan que gracias a su trabajo sus alumnos se alejaron del camino de las drogas, la guerra de pandillas y el embarazo adolescente.
“Siempre que puede, convierte los problemas en ventajas”, describen desde la Fundación Varkey, rememorando cuando la escuela privada donde da clases Gómez Centurión fue excluida del programa Conectar Igualdad y “en lugar de darse por vencida, recurrió a los celulares, que hasta entonces habían sido una presencia problemática y distractiva en clase”.
“A veces adquirís un conocimiento, una destreza, que no la percibimos como tal pero después capaz te salva la vida”.