En 1923, titulaba el diario El Litoral: “Rector Habemus”, luego de la elección de Pedro Ernesto Martínez como primer Rector de la Universidad Nacional del Litoral.
Un repaso histórico por aquellos tiempos, de suma importancia para la vida institucional de la universidad.
En 1923, titulaba el diario El Litoral: “Rector Habemus”, luego de la elección de Pedro Ernesto Martínez como primer Rector de la Universidad Nacional del Litoral.
Hoy en día “la hija de la reforma” es la frase con la que se presenta a la Universidad Nacional del Litoral. En estas palabras se halla una genuina síntesis histórica que cuenta su origen en nuestra ciudad.
La reforma política democrática de 1912 y la reforma universitaria de 1918 abrieron una nueva etapa en nuestro país. El diario El Litoral, fundado en 1918, reflejó los debates académicos y las repercusiones sociales de aquellos años, inscriptos en el marco del ascenso del reformismo liberal. En ese sentido, el 8 de agosto de 1918, un día después de haber pisado la calle por primera vez, aparecía en sus páginas una nota titulada “Universitarias”. En una de aquellas cinco columnas, de la página uno y en diez líneas, se puede apreciar como el álgido espíritu reformista concitó la atención de los periodistas de entonces.
En la década del veinte, de manera simultánea dos de las instituciones características del Estado moderno se afianzaron en la ciudad de Santa Fe: la creación del diario El Litoral, como uno de los dispositivos fundamentales en el funcionamiento de la opinión pública y la consolidación del sistema educativo nacional con la creación de la Universidad Nacional del Litoral.
La Universidad Nacional del Litoral tiene sus orígenes en la Universidad Provincial de Santa Fe creada en el año 1889, durante la administración del gobernador José Gálvez. Por aquel entonces podían cursarse estudios de derecho, ciencias sociales, ciencias físico-matemáticas y más tarde, farmacia y obstetricia.
En la clave del proceso político de democratización, abierto en 1912, los estudiantes de la Universidad Provincial, bajo la Federación de Estudiantes de Santa Fe, que agrupaba a estudiantes universitarios y secundarios y había sido creada a mediados de ese año, convocan a mitin en repudio a los actos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que desconoce el decreto del Poder ejecutivo Nacional de 1909 en donde se otorgaba validez nacional a los títulos expedidos por la Universidad Nacional.
Como afirma la historiadora santafesina, Eliana Bertero, en estos reclamos, a través de sus fervientes discursos, está presente la necesidad de una Universidad Nacional, pero también las luchas por la laicización de la educación. Por aquellos años, profundamente ligados a la creación del Colegio Nacional y la Escuela Normal, comienza una bifurcación en la sociedad santafesina. Por un lado, las ideas liberales con sus protagonistas, y por el otro lado, una oposición a estas ideas de la mano de los sectores conservadores de la sociedad. En tales circunstancias, la cuestión universitaria se superpuso a una disputa ideológica y cultural con un fuerte raigambre en la opinión y los espacios públicos de aquellos años.
En 1915, con el objetivo de impulsar un proyecto de carácter regional, estudiantes santafesinos se pusieron en contacto con estudiantes de Rosario y Paraná, estimulando la creación de Federaciones estudiantiles en ambas ciudades. Bajo el lema patria, ciencia, trabajo y libertad, en la Biblioteca Popular de Paraná, se declaró la necesidad impostergable de la creación de una universidad nacional. Allí estaban presentes, los estudiantes Alejandro Grüning Rosas, Pablo Vrillaud, Mariano Tissembaum y Horacio Varela. Este proceso tendrá su punto culminante en 1919.
El 17 de octubre de 1919, luego de un arduo debate legislativo, el presidente Hipólito Yrigoyen ratificó la ley 10.861 de creación de la Universidad Nacional del Litoral. La sede estaría radicada en la ciudad de Santa Fe y las facultades se organizarían en dicha ciudad, en Rosario, Paraná y Corrientes. El primer rector designado fue José Santos Salinas, Ministro de Justicia e Instrucción pública del gobierno yrigoyenista, entre 1916-1922. Salinas, culmina su tarea con la normalización de la universidad en 1923 cuando se eligió un rector electo por la Asamblea Universitaria, en la que estaban representadas todas las unidades académicas. En ese momento, el rector electo fue Pedro Ernesto Martínez, por el período 1923-1927.
Hasta 1922, la Universidad Nacional del Litoral se rigió por el estatuto de la Universidad de Buenos Aires. Ese año adoptó el propio e incorporó aspectos centrales del movimiento reformista como los consejos directivos de las facultades, la designación del rector por la Asamblea Universitaria, la integración del estudiantado en los órganos de gobierno, el ingreso a la docencia por concurso, la extensión y la investigación.
Pedro E. Martínez, nacido en Paraná el 7 de junio de 1875, tuvo el honor de ser el primer decano de la Facultad de Ciencias jurídicas y Sociales y el primer Rector de la Universidad Nacional del Litoral elegido por los claustros. Profesor de “Filosofía del derecho”, llevó adelante una importante obra en tiempos fundacionales y siguiendo el ideario “reformista”.
Una de las marcas distintivas de la Universidad Nacional del Litoral es haber asumido los principios reformistas desde el momento de su creación. Desde su primer estatuto, en 1922, la extensión universitaria quedó planteada como un compromiso de los universitarios para con la comunidad. El Instituto Social fue el lugar desde donde, entre 1928 y 1958, la extensión se desarrolló a través de sus tres secciones: la Extensión Universitaria (cursos y conferencias a diversos públicos y sobre los más variados temas); el Museo Social (con un carácter técnico de investigación auspició estudios y divulgación sobre cuestiones económicas, habitacionales, sociales, legales y culturales) y la Universidad Popular (cursos para obreros y empleados). En 1928 se creó la radiodifusora LT10 y 1930 la imprenta.
Precisamente en ese ideario reformista, a poco de asumir el rectorado, Pedro Ernesto Martínez, ordena la construcción de una “Casa del Estudiante” para los jóvenes que desde distintos puntos del país, fundamentalmente de las provincias del norte, llegaban a Rosario para estudiar medicina.
También, proyectó el emblema que hoy ostenta la Universidad y propuso su adopción con las siguientes palabras: “Cómo es esta la Universidad más joven, me pareció apropiado optar por la figura de un efebo, que, como en él clásico Mercurio de Juan de Bolonia, apareciera en actitud de ir iluminando, a su paso, con la antorcha que encendida levanta en alto se agregaría como lema, ‘Lux Indeficiens’, que vale decir la luz que no puede nunca faltar”.
Como afirma el historiador Dario Macor, la tradición reformista que enriquece y da sustento a la Universidad del Litoral, tiene dos rostros. Uno, dentro de la propia institución con contenidos que se fueron consagrando en la propia Universidad: el cogobierno, la autonomía y la renovación de sus cátedras. El otro rostro, se construye más allá de los muros de la academia, hacia la sociedad. Este rostro político se constituye como una interpelación a la sociedad argentina a través de la lucha por la definición del sentido de la democracia.
La democracia es un elemento fuerte en la tradición reformista, que encuentra su expresión máxima cuando se discuten los sentidos de la forma de organización de la sociedad. En cambio, cuando el espíritu reformista se erosiona y se retrae puertas adentro de la universidad, es allí cuando pierde uno de sus atributos esenciales.