Pioneras universitarias: mujeres que abrieron camino en la educación superior
En el marco del Mes de la Mujer, se hizo un encuentro para conocer experiencias, vivencias y luchas de mujeres que ingresaron a la universidad pública en las décadas del 50 y 60.
Nélida Lozano, Marta Paillet, María Esther Gómez Iriondo, Perla González de Falcón y Ofelia Tujchneider, en una tarde de tertulia. Crédito: Luis Cetraro
"De 120 estudiantes anotados el año que entré a Agronomía, éramos sólo 7 mujeres y dos nos recibimos; las otras se casaron y quedaron por el camino". "Un profesor me dijo en un examen que me ponía 'distinguido' y no 'sobresaliente', porque nunca le había puesto sobresaliente a una mujer". "Tuve que hablar hasta con el propio decano para poder tener el programa de la carrera de Farmacia y rendir el ingreso".
Los testimonios pertenecen a mujeres que tienen más de 80 años y que ingresaron a los claustros universitarios en las décadas del '50 y del '60. Fueron pioneras y se esforzaron por romper moldes patriarcales y mandatos para estudiar carreras tradicionalmente asignadas a los hombres.
A veces solas y con hijos a cuestas, otras con mucho apoyo de sus parejas y de sus compañeros de estudio. Hoy las mujeres son mayoría en las aulas de estudio superiores, pero por entonces eran un puñado y, casi sin proponérselo, abrieron puertas y alumbraron el camino de las que vendrían.
Cinco reconocidas profesionales participaron de la Tertulia de Mujeres Universitarias, un encuentro para compartir sus experiencias, vivencias y luchas. Se realizó el pasado miércoles, en el auditorio de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNL, organizado por esa unidad académica en el marco del Mes de la Mujer. La sexta de las convocadas, la contadora Francisca Sánchez de Dusso, dejó su mensaje por video.
Moderaron el panel Fernanda Pagura y Rut Azerrad. También estuvieron presentes decanas, vicedecanas y autoridades de la UNL y público asistente. Crédito: Luis Cetraro
Cambiar la confrontación por la paz
La Dra. Marta Paillet, egresada de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (FCJS-UNL), recordó su ingreso a la carrera de Abogacía de UNL en 1963 como una experiencia transformadora. "Nadie sabe lo que me costó, como a todas. Venía desde los 5 a los 17 años en un colegio de monjas, y mi relación con los varones era mi hermano y algunos compañeros", relató.
La convivencia con los profesores, todos hombres, fue un desafío inicial, aunque con el tiempo reconocieron su compromiso académico. "Cuando vieron que estudiábamos y que nos interesaba de verdad, sí que nos hacían algunas discriminaciones, pero rescato mucho más el intercambio entre lo femenino y masculino. Eso cambió mi vida", enfatizó.
Recordó, por ejemplo, que con 17 años estaba ante su primer tribunal examinador y un aula magna repleta de gente y no sabía sacar la bolilla del bolillero hasta que uno de los profesores le dio la confianza necesaria. Pero también recuerda que otro docente le dijo en un examen que le ponía "distinguido" y no "sobresaliente", porque nunca le había puesto esa nota mayor a una mujer.
Al inicio de su trayectoria profesional como abogada y viviendo en Mendoza, "ejecutaba juicios porque era lo que me daba ingresos mensuales", recordó.
Uno de esos casos la llevó a una crisis existencial. "Un hombre al que había obligado a pagar sus deudas vino como cliente a mi oficina y me dijo: 'Hola doctorcita (yo con 23 años y minifalda), venía para que hagas con ellos lo mismo que hiciste conmigo, que me reventaste'", contó.
Ese episodio la hizo replantearse su profesión. "Me cuestioné la adversialidad, la controversia y la violencia. Tanto lo hice, que me fui a Estados Unidos a estudiar mediación, porque aquí no existía esa formación", explicó.
Al regresar, "empecé a enseñar que los conflictos se podían resolver sin confrontación ni violencia, descubrí la alegría de demostrar que el ser humano podía vivir en paz". Desde entonces, Paillet se dedicó a la enseñanza de la resolución pacífica de conflictos. Hoy forma parte de la asociación Casa de la Paz Cultura, donde capacitan de manera gratuita. "La violencia es una conducta aprendida y se puede desaprender", sostuvo.
"Hay que luchar por la universidad pública"
La reconocida trayectoria de Ofelia Tujchneider (licenciada en Ciencias Geológicas, egresada de la UNSur, y graduada también en doctora en Geología en la Universidad Nacional de Tucumán), estuvo marcada por la investigación en el Conicet y la docencia en la UNL. "Si hoy volviera a empezar, estudiaría Geología otra vez", aseguró con convicción.
Durante su formación, compartió estudios con varones -eran apenas 3 mujeres- y realizó trabajos de campo en distintos puntos del país. "Nuestro viaje final para recibirnos lo hicimos en la Cordillera de los Andes, en el Cordón de Plata, un lugar bellísimo pero sumamente peligroso", contó.
La decana de Ciencias Económicas, Liliana Dillon, destacó que "son mujeres maravillosas que rompieron barreras visibles e invisibles y a quienes queremos homenajear". Crédito. Luis Cetraro
Tuvo la suerte de poder recorrer todo el país durante la carrera, estudiando la geología de cada lugar. Su especialización en agua subterránea la llevó a conectar con grandes referentes del área en la Universidad Nacional de La Plata, donde también encontró a su compañero de vida.
"Siempre discutíamos, siempre peleábamos, y de alguna forma terminamos casados. Fue un compañero maravilloso, siempre me alentó en mi profesión", destacó.
Su carrera la condujo a especializarse en el estudio de los acuíferos transfronterizos, reservas de agua dulce compartidas entre países y esenciales para el equilibrio ambiental. "Eso me llevó a participar en Unesco y a recorrer el mundo, a conocer realidades impresionantes sobre la situación del agua y trabajar por la paz de los pueblos", destaca.
Tujchneider expresó un profundo agradecimiento a la universidad pública. "Recorrí el mundo llevando la escarapela en la ropa, nunca me negaron autorización", contó con orgullo. Para ella, la educación superior es un pilar fundamental de la sociedad y debe ser defendida. "Debemos seguir luchando por la universidad pública. Aunque pasen los años, tenemos que estar siempre disponibles para protegerla", concluyó.
No darse por vencida, ni aún vencida
La Dra. María Esther Gómez Iriondo (FCJS-UNL) ingresó a la facultad a los 18 años sin una verdadera vocación por el Derecho. "No me gustaba la abogacía, pero iba a estudiar solo 2 ó 3 años porque mi objetivo era casarme. Pensaba que esa carrera me daría una cultura general", señaló. Sin embargo, tras dos años y medio de estudio, abandonó para dedicarse a formar una familia. "No fue por mandato, era mi pensamiento en aquel entonces", explicó.
Años después, una tragedia familiar la llevó a replantearse su camino. "Estaba muy mal y me dije: '¿Qué hago? ¿Voy al psicólogo o al psiquiatra o me ocupo la cabeza?'". Decidió volver a estudiar, retomó la carrera y, tras rendir varias materias, obtuvo su título.
Su vida profesional la desarrolló junto a su familia. "Primero con mi marido, después con mis hijos y luego con mis nietos. Soy una privilegiada", aseguró.
La universidad, más allá de la formación académica, le dejó aprendizajes fundamentales. "Me enseñó mucho. Aprendí de mis compañeros jóvenes. Cuando me recibí en el '74, tenía 40 años y creía que era vieja. Ahora tengo 90 y creo que soy joven".
Su mensaje a las nuevas generaciones es claro: "Tengan voluntad, sigan adelante. No hay que darse por vencido ni aún vencido. El diálogo es fundamental, sin él no puede haber entendimiento". Con un sentido del humor intacto, concluyó: "No sé por qué estoy acá, no me gusta la exposición pública (dijo, entre risas). Creo que lo único que he podido hacer es vivir".
"Salir de las dicotomías"
La ingeniera agrónoma Nélida Lozano, egresada de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), recordó sus años de formación como una etapa de aprendizajes, tanto académicos como personales. "Cuando ingresamos, de los 120 estudiantes, solo siete éramos mujeres, y solo dos logramos graduarnos. Las demás se casaron y quedaron en el camino", relató. Pese a la disparidad de género, aseguró que siempre sintió el apoyo de sus compañeros: "Nos protegían, nos ayudaban, nos acompañaban".
Su profesión la llevó a involucrarse en temas fundamentales para el desarrollo del país. "Trabajé en distintos proyectos, sobre todo con el hombre de campo y sus problemas. Fue un aprendizaje valioso, porque me permitió comprender de cerca las dificultades que enfrentan los trabajadores rurales", describió.
Su mensaje final es un llamado a la inclusión y al respeto por la diversidad. "Tenemos que incluirnos, sumarnos y aprender a vivir juntos, aprovechando nuestras diferencias. En biología, la diversidad se celebra porque es riqueza. En la sociedad deberíamos hacer lo mismo, en lugar de separarnos constantemente en dicotomías de bueno y malo, aceptable e inaceptable".
La tertulia se hizo en el marco del Mes de la Mujer. Crédito: Luis Cetraro
"Estudiar con pasión"
Perla González de Falcón, farmacéutica egresada de la UNL -por entonces en la sede en Rosario-, recordó su paso por la universidad y su vocación por la farmacia con emoción y orgullo. "La escuela de farmacia me dio bases sólidas de conocimiento en química, física, biología, farmacología y botánica", afirmó. Para ella, la facultad fue un espacio de crecimiento y descubrimiento: "Era tocar el cielo con las manos. Los estudiantes dedicábamos nuestras vidas a la universidad".
En su relato, destacó el esfuerzo que implicaba estudiar en aquella época. "Saliendo de una terminalidad de magisterio no me aceptaban la inscripción a otra carrera que no sea docente, así que tuve que hablar hasta con el propio decano para poder tener el programa de Farmacia y poder rendir para ingresar a la facultad", recordó.
Además, fue en ese ámbito donde conoció a su esposo y compañero de trabajo, con quien compartió el sueño de transformar sustancias naturales en medicamentos: "Desde el primer momento tuvimos claro que la esencia de la farmacia era esa".
A lo largo de su carrera, González de Falcón se especializó en el tratamiento de enfermedades raras, un campo aún poco explorado. Su labor tuvo como uno de los pilares brindar soluciones terapéuticas a estos pacientes. "Trabajamos en la elaboración de medicamentos individualizados, garantizando calidad y accesibilidad", sostuvo.
González de Falcón tiene 91 años. "Hice toda mi carrera universitaria con mucha pasión y lo mismo en el ejercicio de mi profesión. Y eso es lo que les deseo a los estudiantes: que estudien con alegría, y que sepan que siempre se puede alcanzar el éxito, sin resignarse ante las dificultades", cerró.
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